Santa Verónica fue la mujer que enjugó el rostro del Señor Jesús mientras cargaba su Cruz en su Pasión: Conocida por a Santa Faz o velo de la Verónica
Santa Verónica, La que enjugó el Rostro de Cristo en la Pasión.
Santa Verónica fue una mujer piadosa de Jerusalén que tuvo el privilegio de enjugar el rostro de Cristo mientras iba cargando su cruz camino al Calvario. Verónica se conmovió cuando vio a Jesús llevando su pesada cruz y le dio su velo para que se limpiara la frente. Jesús aceptó la ofrenda, se la llevó al rostro y luego se la devolvió, la imagen de su rostro quedó milagrosamente impresa en ese velo. Este pedazo de tela es conocido ahora como el velo de la Verónica.
Fiesta: 12 de julio.
El nombre de Verónica podría proceder del latín significando "verdadero ícono" o, según el parecer del profesor Miguel Ángel García Olmo, puede ser una variante del antiguo nombre femenino Berenice (Bereníke), la versión macedonia del griego Phereníke, o sea,"la que lleva la victoria". El caso es que a esta santa mujer, ambos le pegan magistralmente.
Santa Verónica: modelo de misericordia.
Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo.
Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso, suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.
Aunque poco sabemos de la vida de Santa Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Vía Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.
Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.
Santa Verónica es la patrona de las lavanderas, costureras, tejedores de lino, fotógrafos y comerciantes, contra las hemorroides, y para pedir una buena muerte.
El Velo de la Verónica (Santa Faz).
El velo de la Verónica está en Santuario del Santo Rostro, en Manoppello, Italia, desde el comienzo del siglo XVI. Posiblemente, fue robado de la Basílica de San Pedro mientras estaba en construcción.
[Santa Faz - Velo de la Verónica, ubicado en Manoppelo, Italia]
Benedicto XVI fue el primer Papa en visitar el santuario en Manoppello, en septiembre de 2006. Los siguientes datos han sido recogidos por el Profesor Miguel Ángel García Olmo, el 2 de junio de 1999: "Tras trece años de investigaciones sobre el "velo de la Verónica" (el que, según la tradición, utilizara para enjugar el rostro de Cristo camino del Calvario), el prestigioso historiador alemán P. Heinrich Pfeiffer S.J. certifican su autenticidad".
Revelaciones científicas sobre el Velo de la Verónica.
Según Pfeiffer, el rostro de Cristo que aparece en el velo de la Verónica (hoy conservado en Manoppello, Italia), se sobrepone perfectamente a la imagen de la Sábana Santa de Turín:
Los trazos son los mismos: rostro oval ligeramente redondo y asimétrico, cabello largo, un mechón de cabellos sobre la frente, la boca ligeramente abierta, la mirada dirigida a lo alto; rasgos que influyeron en toda la iconografía de Cristo en los siglos posteriores.
Entre los exámenes a los que ha sido sometido el Velo de la Verónica destacan las fotografías digitales realizadas por Donato Vittore, experto de la Universidad de Bari, así como las observaciones bajo luz ultravioleta que confirman la inexistencia de pintura sobre el paño.
En efecto, la densidad del color del rostro de Cristo es muy fuerte sobre el tejido blanco casi transparente, pero estas tomas digitales dejan bien a las claras que no hay pintura. No puede, por lo tanto, ser la obra de un artista.
Además, en el rostro se observan dos manchitas y da la impresión de que un líquido, que bien podría ser sangre, se impregnó en las fibras del tejido. La conclusión de Pfeiffer fue: Las imágenes sobre la "Verónica" no fueron producidas por ninguna técnica conocida.
Igual que con el Sudario de Turín, la imagen sirvió de modelo a las representaciones posteriores del rostro de Cristo, incluso las de las catacumbas romanas del siglo IV
Oración al Santo Rostro.
Oh Jesús, que en tu amarga pasión decidiste convertirte en el "reproche de los hombres y el varón de Dolores", yo adoro ahora tu divino rostro. Una vez brilló con la belleza y la dulzura de la Divinidad; pero ahora, por mi causa, se ha convertido en "el rostro de un leproso". Sin embargo, en ese Rostro desfigurado, reconozco Tu infinito amor, y me consume el deseo de amarte por toda la humanidad. Las lágrimas que fluyeron tan abundantemente de Tus Ojos son para mí como perlas preciosas que me deleito en recoger, para que, con su valor, pueda rescatar las almas de los pobres pecadores. Oh Jesús, cuyo Rostro es la única belleza que arranca mi corazón, no puedo ver aquí abajo la dulzura de tu mirada, ni sentir la inefable ternura de tu beso, me inclino ante tu Voluntad, pero te ruego que imprimas en mí tu divina semejanza, y te imploro que inflames mi corazón con tu amor, para que me consuma rápidamente, y que pronto pueda alcanzar la visión de Tu glorioso rostro en el cielo. Amén.
Oración a Santa Verónica.
Oh Jesús mío, Santa Verónica, te sirvió en el camino del Calvario limpiando tu amado rostro con una toalla en la que apareció tu sagrada imagen. Ella protegió este tesoro, y cada vez que las personas acudían a verlo y lo tocaban con fe, se sanaban milagrosamente. Te ruego que me concedas crecer en la habilidad para ver Tu imagen sagrada en los demás, que reconozca sus heridas, que me detenga y me una a ellos en sus difíciles viajes, y que sienta la misma compasión por ellos como lo hizo Santa Verónica por ti. Muéstrame cómo limpiar sus rostros, servir a sus necesidades, y curar sus heridas, recordándome que, haciéndolo por ellos, del mismo modo lo estoy haciendo por ti. Santa Verónica, ruega por mí. Amén.
Santa Verónica, ruega por nosotros. Que sepamos consolar el rostro de Cristo en el Vía Crucis de hoy y a través de los rostros de todos los necesitados y afligidos del mundo.
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