Santa Edith Stein fue una judía conversa a cristiana capturada por los nazis: Edith Stein murió en la cámara de gas en el campo de exterminio de Auschwitz
Santa Edith Stein, Religiosa Mística y Mártir del régimen nazi.
Santa Edith Stein, conocida también como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, fue una filósofa judía alemana que se convirtió al catolicismo y se hizo monja carmelita descalza. Fue apresada por los Nazis para luego ser asesinada en la cámara de gas en el campo de exterminio de Auschwitz. Fue canonizada como mártir y santa de la Iglesia Católica.
Fiesta: 9 de agosto.
Martirologio Romano: Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), virgen y mártir de la Orden de los Carmelitas Descalzos, quien nació y se educó en la religión judía, después de haber enseñado por años filosofía, con grandes dificultades, recibió el bautismo de una nueva vida en Cristo, prosiguiendo desde ese momento bajo el velo de las vírgenes consagradas, hasta que, bajo un régimen ateo contrario a la dignidad humana y cristiana fue arrojada a la cárcel lejos de su tierra natal, y en el campo de exterminio de Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, fue asesinada en una cámara de gas.
Biografía de Santa Edith Stein.
Santa Edith Stein no nació católica, ella era judía, en Breslau (entonces ciudad alemana, y hoy polaca con el nombre de Wroclaw), en 1891. Era la menor de una familia numerosa, y perdió repentinamente a su padre apenas dos años después. Su madre se hizo cargo con fortaleza del negocio familiar de maderas y de la educación de sus hijos.
Su madre infundió un elevado código ético a sus hijos: Edith aprendió algunas virtudes que nunca perdería: sinceridad, espíritu de trabajo, de sacrificio, lealtad... Pero, aunque se educó en un ambiente claramente judío, la fe era más bien superficial.
A los diez años, Santa Edith Stein, supo de la muerte de un tío muy querido, y acabó enterándose de la causa: suicidio, tras la quiebra de su negocio.
Santa Edith Stein acudió al funeral. El rabino inició la oración fúnebre. Yo ya había escuchado otras oraciones fúnebres. Eran un resumen de la vida del muerto, en que se realza todo lo bueno que había hecho durante la vida, removiendo el dolor de los familiares y sin que por ello se recibiese ningún consuelo. Por fin, con solemne y engolada voz, dijo el rabino: "Si el cuerpo se convierte en polvo, el espíritu vuelve a Dios, que es quien se lo dio".
Pero, detrás de todo esto, no había una fe en la pervivencia personal y en un volver a encontrarse tras la muerte. Y esto, a Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) se le hizo un poco vacío.
Santa Edith Stein y la religión católica.
Más adelante, en otra experiencia, Santa Edith Stein comentaría: "Tuve una impresión totalmente distinta cuando al cabo de muchos años participé en un culto funerario católico, por primera vez. Se trataba del entierro de un sabio famoso. Pero nada se dijo en la oración fúnebre de sus méritos, ni del apellido que había llevado en el mundo. Solamente se encomendaba a la Misericordia de Dios su pobre alma mediante el nombre de pila. Ciertamente, qué consoladoras y serenantes eran las palabras de la liturgia que acompañaban a los muertos a la eternidad".
Santa Edith Stein supo de bastantes más suicidios: sucedían cuando se derrumbaban las esperanzas terrenas de quienes hasta entonces parecían llenos de amor a la vida.
Santa Edith Stein: Inteligente, destacó en los estudios.
Las virtudes aprendidas en casa, junto a una profunda y despierta inteligencia, hicieron progresar a Santa Edith Stein en el mundo académico, a pesar de los prejuicios contra las mujeres y los judíos de aquella Alemania rígida.
Destacó en el colegio, y fue a Göttingen a estudiar filosofía. Allí conoció a Husserl, y, junto con muchos otros, quedó deslumbrada por la nueva fenomenología. "Las Investigaciones lógicas (de Husserl) habían impresionado, sobre todo, porque eran un abandono radical del idealismo crítico kantiano y del idealismo de cuño neokantiano. Se consideraba la obra como una nueva escolástica. Todos los jóvenes fenomenólogos eran unos decididos realistas".
Edith Stein, en filosofía, buscaba la verdad. Pero, a la vez, un intenso trabajo la absorbía, y no dejaba tiempo para la consideración de otras cosas; de hecho, no tenía fe.
Edith Stein: entre el dolor y la muerte.
Dios preparaba la mente de Santa Edith Stein, pero también otros aspectos que permitirían descubrirle; entre otros, el contacto con el dolor. En 1914 apareció de improviso la guerra. Muchos de los amigos de Santa Edith Stein fueron al frente. Ella no podía quedarse sin hacer nada, y se apuntó como enfermera voluntaria.
La enviaron a un hospital austríaco. Atendió soldados con tifus, con heridas, y otras dolencias. El contacto con la muerte le impresionó. Tras ver morir a uno de los primeros, ella comentaría: "Cuando ordené las pocas cosas que tenía el muerto, reparé en una notita que había en su agenda. Era una oración para pedir que se le conservase la vida. Esta oración se la había dado su esposa. Esto me partió el alma. Comprendí, justo en ese momento, lo que humanamente significaba aquella muerte. Pero yo no podía quedarme allí".
Tras los trámites pertinentes, se volvió a refugiar en la incesante actividad. Santa Edith Stein recibió la Medalla al Valor por su trabajo en el hospital.
Por ser mujer no consiguió una cátedra.
Tras dejar el hospital, Santa Edith Stein siguió a Husserl a Friburgo, y trabajó como su asistente. Ordenó y recopiló los trabajos del maestro, pero, sin un futuro claro en ese puesto, decidió dejar a Husserl e intentar aspirar a una cátedra universitaria.
No lo pudo conseguir por ser mujer, y se tuvo que conformar con la dirección de un colegio privado.
El llamado a la Iglesia de Dios.
Algunas conversiones de amigos y algunas escenas de fe que pudo ver habían impresionado a Santa Edith Stein. Empezó a leer obras sobre el cristianismo, y el Nuevo Testamento.
Un día, Santa Edith Stein tomó un libro al azar en casa de unos amigos conversos. Resultó ser la autobiografía: La Vida de Santa Teresa de Jesús. Le absorbió por completo. Cuando lo acabó, sobrecogida, exclamó: "¡Esto es la verdad!"
Inmediatamente, compró un catecismo y un misal. Al poco tiempo se presentó en la parroquia más cercana pidiendo que le bautizaran inmediatamente. Santa Edith Stein demostró conocer bien la fe, pero había que hacer algunos trámites, y se bautizó el día 1 de enero de 1922, con el nombre de Teresa Edwig.
El dolor de su madre.
Lo más duro que le esperaba a la recién conversa era decírselo a su familia. Santa Edith Stein era un orgullo para su madre. Por eso mismo se derrumbó y se echó a llorar cuando su hija se reclinó en su regazo y le dijo: "Madre, soy católica".
Santa Edith Stein la consoló como pudo, e incluso le acompañaba a la sinagoga. Su madre no se repuso del golpe -lo consideraba una traición-, aunque no tuvo más remedio que admitir, viendo a su hija, que "todavía no he visto rezar a nadie como a Edith".
Santa Edith Stein, la Carmelita descalza.
Todavía les resultó más costoso aceptar la decisión de Santa Edith Stein de hacerse carmelita descalza. Era una decisión meditada durante años, que se hizo realidad en 1934.
Así entonces, Santa Edith Stein emite sus votos en abril de 1935, en Colonia. Se convirtió en Sor Benedicta de la Cruz. Escribió maravillosas lecturas sobre Jesucristo crucificado que hoy, en muchas parroquias dedicadas a ellas, se toman como lecturas para meditaciones y retiros.
"... Así, la fe en el Crucificado, la fe viva, unida al amor devoto, es para nosotros la puerta de la vida y el comienzo de la gloria que ha de venir. Así, la Cruz es nuestro único orgullo: En cuanto a mí, de lo único que puedo presumir es de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Quien elige a Cristo está muerto para el mundo y el mundo está muerto para él. Lleva las heridas de Cristo en su cuerpo, es débil y despreciado por los hombres, pero su causa es fuerte porque la fuerza de Dios se perfecciona en la debilidad. Sabiendo esto, el discípulo de Cristo no se limita a aceptar la Cruz que le ha sido impuesta, sino que él mismo se crucifica a sí mismo: Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con todas sus pasiones y deseos. Han librado una dura batalla contra su naturaleza, para que la vida del pecado muera en ellos y se dé espacio a la vida del Espíritu. Ese combate exige la mayor fortaleza. Pero la Cruz no es el final: se levanta y nos muestra el camino del cielo. No es solo un signo, sino el arma invicta de Cristo: es la honda del pastor con la que el divino David lucha contra el malvado Goliat. Con ella, Cristo llama con fuerza a la puerta del cielo y la abre. Cuando esto suceda, la luz de Dios brillará y todos los que sigan al Crucificado se llenarán de ella. (Tomado de: "La Sabiduría de la Cruz", de Edith Stein. Las puertas de la vida se abren para los creyentes en el Crucificado)
Santa Edith Stein y la guerra.
Mientras todo esto sucede, el ambiente en Alemania se va haciendo progresivamente hostil contra los hebreos, desde la llegada al poder de Hitler en 1933.
En 1939 sus hermanas del Carmelo de Colonia deciden que es prudente, salga de Alemania, y se traslada al convento de Echt, en Holanda.
Viviendo su entrega y unida a la cruz de Cristo por el sufrimiento, aquí escribe La Ciencia de la Cruz, Estudio sobre san Juan de la Cruz, obra cumbre de su espiritualidad. En un arrebato de amor a Dios, escribiría estas preciosas líneas: "Oh, Dios mío, llena mi alma de santa alegría, coraje y fuerza para servirte. Enciende tu amor en mí y luego camina conmigo a lo largo del siguiente tramo del camino delante de mí. No veo muy lejos, pero cuando llegue donde el horizonte se cierra, una nueva perspectiva se abrirá ante mí y me encontraré con la paz. Amén". (Santa Teresa Benedicta de la Cruz)
Edith Stein y los nazis.
En la primavera de 1940, Holanda es ocupada por los nazis. A principios de 1942 se decide en las afueras de Berlín la "solución final": el exterminio programado de los judíos.
Unos meses después, la Jerarquía católica holandesa escribe una carta al Comisario del Reich, Seyss-Inquart, protestando contra el trato vejatorio a los judíos; se oyen también protestas en los púlpitos, como la del obispo de Utrecht. Los nazis reaccionan con represalias, entre ellas la detención de los católicos de origen hebreo.
En agosto de 1942 se presentan en el convento de Echt, en busca de Santa Edith Stein y su hermana Rosa, refugiada allí. Al cabo de pocos días, salen de Holanda con destino desconocido. Pocos datos se conocen a partir de este momento, pero todos coinciden en testimoniar la serenidad y entrega ejemplar de Santa Edith Stein.
"Lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios" (Santa Edith Stein)
Santa Edith Stein en la cámara de gas.
Más tarde se supo el destino final de Edith Stein: las cámaras de gas de Auschwitz. Allí entregó santamente su alma al Señor el 9 de agosto de 1942. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) fue canonizada el 11 de octubre de 1998 en Roma por el Papa San Juan Pablo II. Es copatrona de Europa. Su fiesta se celebra el 9 de agosto.
Oración a Santa Edith Stein.
Santa Edith Stein, fuente de esperanza y consuelo, te acerco mis cargas y sufrimientos con humildad. Tú que conociste el dolor y la angustia en tu vida, Comprendes el peso que llevo en mi corazón. Te ruego, intercede ante Dios por mí. Consígueme el alivio de mi sufrimiento, para que encuentre fortaleza y paz en medio de la adversidad. Inspírame con tu valentía y fe inquebrantable, Ayúdame a aceptar mi cruz con paciencia y resignación. Que el consuelo divino llene mi alma herida, y que la gracia de Dios cure mis heridas más profundas.
Oh, Santa Edith Stein, amiga de los que sufren, escucha mi plegaria y lleva mis penas al Cielo. Que tu intercesión sea mi refugio en las tormentas, y que la esperanza en Cristo sea mi luz en la oscuridad. Amén
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