Santa Mónica fue madre de San Agustín de Hipona quien, con fe y oración, logró la conversión de su esposo y su hijo descarriado: Modelo de esposa y madre
Santa Mónica, Patrona de las mujeres casadas: Modelo de esposa.
Santa Mónica fue la madre San Agustín de Hipona. Ella es recordada y honrada por sus destacadas virtudes cristianas, particularmente por soportar con humildad todo el sufrimiento causado por el adulterio de su marido y por su vida de oración dedicada a la conversión de su hijo, quien escribió sobre sus actos piadosos y muchos aspectos de su vida con ella en su famoso libro: Confesiones. La tradición cristiana recuerda a Santa Mónica llorando cada noche pidiendo por la conversión de su hijo San Agustín. Es modelo de mujer exitosa y de madre ejemplar. Santa Mónica es la patrona de las mujeres casadas.
Fiesta: 27 de agosto.
Martirologio romano: Memoria de Santa Mónica, que, siendo todavía una mujer muy joven, fue dada en matrimonio a Patricio, con el que tuvo hijos, entre ellos a San Agustín, por cuya conversión, derramó muchas lágrimas y muchas oraciones dirigidas a Dios, y, anhelando profundamente ir al cielo, abandonó esta vida en Ostia, en Lazio, mientras que estaba en camino de regreso a África.
Biografía de Santa Mónica.
Santa Mónica nació en el año 333 en Tagaste, África del Norte, a unas cuarenta millas de la ciudad portuaria de Hipona. Sus padres la criaron como cristiana y la casaron con un hombre pagano mayor llamado Patricio. Tuvieron dos hijos varones, Agustín y Navigio, y una hija, Perpetua.
Patricio era un hombre de carácter violento y en su hogar difícilmente podría haber reinado la felicidad. Mónica soportó sus arrebatos de ira con la mayor paciencia del mundo, a pesar de que él era un duro crítico de los cristianos y de sus prácticas.
Santa Mónica y sus oraciones.
Santa Mónica rezó por 30 años por la conversión de su esposo. Su testimonio de vida y su perseverancia en la oración finalmente dieron sus frutos, ya que su esposo se convirtió a la fe, un año antes de morir, un evento que ocurrió cuando Agustín tenía diecisiete años. Cuando Patricio murió, Mónica decidió no casarse de nuevo.
A los 29 años, San Agustín de Hipona decide irse a Roma y se embarca de inmediato en esta travesía, pero su madre Santa Mónica, no se rindió tan fácilmente en lograr convertir a su amado hijo, así que toma otro barco y se va en su búsqueda.
San Agustín fue uno de los hombres más inteligentes que ha existido. Aunque él había criado cristiano, sus pecados de impureza y su orgullo oscurecieron tanto su mente, que no lograba ver o entender la Verdad Divina, por más que lo intentaba. Él vivía con su concubina y estaba inclinado hacia el maniqueísmo.
Santa Mónica envió a Agustín con un obispo para convencerlo de sus errores. El obispo, sin embargo, no fue capaz de convencerlo, y aconsejó a Mónica que simplemente continuara orando por su hijo. Él le dijo: "Es imposible que el hijo se pierda con tantas lágrimas". Santa Mónica entonces oró más decididamente por la conversión de su hijo Agustín.
En Milán, Santa Mónica conoció al obispo San Ambrosio y por medio de él, ella finalmente consiguió, después de diecisiete años de resistencia, la alegría de ver los frutos en San Agustín.
Luego de esto, Madre e hijo pasaron seis meses en una convivencia de verdadera paz en Cassiacum, y al cabo de un tiempo, Agustín fue bautizado en la Iglesia de San Juan Bautista, en Milán, en la víspera de Pascua del año 387.
Cuando Santa Mónica tenía cincuenta y seis años, murió en Ostia, cerca de Roma, el mismo año en que vivió la conversión de su hijo.
Santa Mónica tuvo la gracia de saber que Agustín había regresado a Dios y que su hija Perpetua se había convertido en una monja.
En su lecho de muerte, Santa Mónica le dijo a su hijo Agustín: "No sé lo que me queda por hacer o por qué todavía sigo aquí, todas mis esperanzas en este mundo han sido cumplidas. Lo único que deseaba era que yo pudiera verte como un católico y un hijo de los Cielos. Dios me concedió incluso más que esto, haciéndote despreciar la felicidad terrenal y consagrándote a su servicio".
Santa Mónica es especialmente venerada por las madres debido a sus oraciones incansables por la conversión de su hijo descarriado San Agustín.
Las reliquias de Santa Mónica están consagrados en la Iglesia de San Agustín en Roma
Así entonces, Santa Mónica es considerada la abogada de las madres cuyos hijos se han extraviado, y es la patrona de todas las mujeres casadas, amas de casa, alcohólicos, matrimonios difíciles, víctimas de adulterio, del abuso verbal y de las viudas.
Oración a Santa Mónica.
Sierva de Dios, Santa Mónica, Madre ejemplar del gran San Agustín, que con gran perseverancia perseguiste a tu hijo descarriado, no con amenazas salvajes, sino con clamores de oración al cielo. Tú, que eres modelo de madre y mujer exitosa, te pedimos que intercedas por todas las madres en nuestros días, para que puedan aprender a dirigir a sus hijos hacia Dios. Enséñales a todas las mamás cómo deben permanecer cerca de sus hijos para guiarlos por el buen camino. Todo esto lo pedimos, a través de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Novena a Santa Mónica por la conversión de un hijo.
Repetir la siguiente oración durante 9 días consecutivos por la gracia de la conversión de un hijo que se ha desviado del camino.
Querida Santa Mónica de Hipona, modelo de madre exitosa y esposa, muchas penas traspasaron tu corazón durante tu vida. Sin embargo, nunca te desesperaste o perdiste la fe. Con confianza, persistencia y profunda fe, rezaste diariamente por la conversión de tu amado esposo, Patricio, y de tu amado hijo, San Agustín. Concédeme esa misma fortaleza, paciencia y confianza en el Señor. Intercede por mí, querida Santa Mónica, para que Dios escuche favorablemente la súplica que hago por mi(s) hijo(s).
Mencione aquí su petición aquí.
Santa Mónica, ruega por todas las madres afligidas del mundo, que se encuentran viviendo en angustia por alguno de sus hijos. Amén.
Rezar un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria.
Santa Mónica, concédeme la gracia de aceptar su voluntad en todas las cosas, a través de Jesucristo, nuestro Señor, en unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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