Santa Isabel de Portugal es santa patrona de los países en guerra. Esposa y Madre ejemplar. Se desveló en conseguir que reyes enfrentados hiciesen las paces
Santa Isabel de Portugal, Reina: Patrona de países en guerra.
Santa Isabel de Portugal, conocida como Isabel de Aragón, fue una princesa española que fue dada en matrimonio con el rey Denis de Portugal a la edad de doce años. Ella era muy hermosa y muy amable y también fue muy devota, asistía a la misa todos los días. Fue también una esposa santa, pero aunque su marido la quería al principio, pronto comenzó a causar su gran sufrimiento. Aunque era un buen gobernante, no imitaba el amor de su esposa por la oración y otras virtudes. Al morir su esposo, se hizo terciaria de la Orden Franciscana y comienza una vida completamente consagrada a Dios
Fiesta: 4 de julio.
Martirologio romano: Santa Isabel, reina de Portugal, admirable por su desvelo en conseguir que hiciesen las paces reyes enfrentados y por su caridad en favor de los pobres. Muerto su esposo, el rey Dionisio, abrazó la vida religiosa en el monasterio de monjas de la Tercera Orden de Santa Clara de Estremoz, en Portugal, que ella misma había fundado, y en este mismo monasterio murió, cuando se ocupaba en conseguir la reconciliación de un hijo y un nieto suyos enfrentados.
Biografía de Santa Isabel de Portugal.
Santa Isabel de Portugal, así llamada por haber sido reina de este país - nació en Zaragoza, en el hermoso palacio de la Aljafería. Era hija de Pedro III el Grande, nieta de Jaime el Conquistador y sobrina nieta de Santa Isabel de Hungría.
Desde niña fue muy inclinada a la piedad y más atenta a las virtudes de su tía abuela que a las hazañas de su padre y abuelo.
Pronto empiezan a llegar embajadas pidiendo la mano de Santa Isabel. Príncipes lejanos han sido deslumbrados por su belleza y también por el poder de la casa de Aragón. Su padre se decide por el joven rey de Portugal, don Dionís.
A Santa Isabel de Portugal parece que no le entusiasma el matrimonio. Además, es casi una niña que tiene apenas doce años, pero algo sabe ya de intrigas cortesanas. Isabel se deja llevar. Sale de Zaragoza y llega a Braganza.
Virtudes de Santa Isabel de Portugal.
Santa Isabel de Portugal llenó la corte portuguesa con el suave perfume de sus virtudes. Todos resaltan la dulzura de su trato, la gracia de su sonrisa, su admirable vida de piedad y su generosidad con los necesitados.
En medio de su palacio, Santa Isabel vivía con el fervor de una monja. Oía Misa y rezaba el breviario. Ayunaba y pasaba muchas noches en oración. Disfrutaba sobremanera ayudando a los pobres. Por ellos se deshacía de sus mismas joyas. ¡Madre, madre!, clamaban los mendigos, apenas la veían.
Su amor a los pobres no disminuía el amor a su marido. Le ayudaba en sus empresas, le acompañaba por los pueblos y con su dulzura lograba que dominase sus arrebatos y que triunfasen en él los nobles sentimientos.
Santa Isabel y los conflictos familiares.
Don Dionís amaba a su mujer, pero era débil y enamoradizo. Era trovador y galanteador. A veces los cortesanos le acusaban ante la reina de sus infidelidades. Isabel callaba. Se refugiaba en la capilla y rezaba. Se entretenía con el huso y la rueca preparando ropas para los pobres.
Su heroica resignación le llevaba hasta preocuparse de los bastardos de su marido. Esto exasperaba a los hijos legítimos. El mayor no lo podía tolerar. Discutía con su madre que le pedía paciencia y esperar.
Hasta que un día el hijo se declaró en rebelión contra su padre. Estalló la guerra civil. Santa Isabel de Portugal lloraba. Amaba a su hijo, pero se mantenía como fiel esposa. Era un alma llena de paz y la comunicaba a los demás. Había reconciliado a muchos enemigos, y ahora tenía que presenciar aquella guerra entre los dos hombres que más amaba en el mundo.
Cuando el padre y el hijo iban a entrar en batalla, Santa Isabel de Portugal tuvo una feliz inspiración. Se presentó en el campo de batalla montada en un caballo blanco y enarbolando un estandarte con el signo de la cruz. Este gesto les desconcertó. Padre e hijo se abrazaron y firmaron la paz.
Dos años más tarde se reanudaron las hostilidades. Santa Isabel de Portugal fue recluida en la fortaleza de Alamquer. Allí rezaba y sufría. Otra vez se presenta en la batalla y logra la reconciliación definitiva entre padre e hijo.
Los últimos años de su vida los pasó el rey recluido en palacio, acosado de grave depresión. Isabel le cuidó como la más fiel y amante de las esposas, sin apartarse un momento de su lado, consolándole y animándole.
El rey murió en 1325. Delante del cadáver, Santa Isabel de Portugal se viste el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y empieza una vida completamente consagrada a Dios, a los pobres y a los enfermos. Se hace peregrina, llega a Compostela, y ante el Apóstol deja todas sus insignias reales. Visita hospitales y mientras besa a los apestados va sembrando milagros. Madura ya para el cielo, exhala el último suspiro invocando a la Virgen María.
En 1626, el Sumo Pontífice declaró Santa a Isabel de Portugal. Ella es ahora la abogada de los territorios y países donde hay guerras civiles, guerrillas y falta de paz.
Oración a Santa Isabel de Portugal.
Querida Santa Isabel, a quien he elegido como mi patrona especial, ruega por mí para que yo también pueda algún día glorificar la Santísima Trinidad en el Cielo. Alcánzame una fe viva para que pueda considerar a todas las personas, cosas y eventos, bajo la luz misericordiosa de Dios Todopoderoso. Ruega para que sea generoso en los sacrificios de las cosas temporales para promover mis intereses eternos, como tan sabiamente hiciste. Enciéndeme con el fuego del amor a Jesús para que tenga sed de sus sacramentos y un ardiente celo por la expansión de su reino. Por tu poderosa intercesión, ayúdame a cumplir con mis deberes, para con Dios, para conmigo mismo, mis familiares y con todo el mundo. Concédeme la virtud de la pureza y la gran confianza en la Santísima Virgen María. Protégeme este día, y todos los días de mi vida. Protégeme de los pecados mortales. Alcánzame la gracia de una muerte santa. Todo esto te lo pido, oh poderosa Santa Isabel de Portugal, en el Nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oh Padre de la paz y el amor, Tú, que le concediste a Santa Isabel de Portugal el don de reconciliar a los enemigos, con la ayuda de su intercesión, danos el coraje de trabajar por la paz entre los hombres, para que seamos llamados hijos de Dios. Que podamos llevar la paz a nuestros hogares y la reconciliación entre las familias que se encuentran divididas por la enemistad y las heridas no sanadas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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