San Pío X fue el Pontífice que restauró en la Iglesia todas las cosas con gran sencillez de corazón, pobreza espiritual y fortaleza, promoviendo la Eucaristía
San Pío X, Pontífice restaurador: El Papa de la Eucaristía.
San Pío X fue elegido Papa desde agosto de 1903 hasta su muerte en 1914. Se destacó porque se opuso vigorosamente a las interpretaciones modernistas de la doctrina católica, promoviendo las prácticas devocionales tradicionales y la teología correcta. Su reforma más importante fue ordenar la codificación del primer Código de Derecho Canónico, que recogió las leyes de la Iglesia en un solo volumen por primera vez. También fue considerado un papa pastoral, en el sentido de fomentar la santidad personal, la piedad y un estilo de vida cotidiano que refleja profundos valores cristianos. Fomentó el culto a la Sagrada Eucaristía y por eso se le conoce como el Papa de la Eucaristía.
Fiesta: 21 de agosto.
Martirologio romano: Memoria de San Pío X, el Papa, que primero fue párroco y luego obispo de Mantua y patriarca de Venecia. Elegido, por último, el Sumo Pontífice de Roma, que se propuso como plan de gobierno en restaurar todas las cosas en Cristo y que llevó a caco con gran sencillez de corazón, pobreza espiritual y fortaleza, promoviendo entre los fieles de la vida cristiana, y con la participación en la Eucaristía, la dignidad de la sagrada liturgia y la integridad de la doctrina.
Biografía de San Pío X.
José Sarto, conocido después como San Pío X, nació en Riese, poblado cerca de Venecia, Italia, en 1835, en el seno de una familia humilde, siendo el segundo de diez hijos.
Todavía siendo niño perdió a su padre, por lo que pensó dejar de estudiar para ayudar a su madre en los gastos de manutención de la familia; sin embargo, esta se lo impidió y pudo continuar sus estudios en el seminario gracias a una beca que le consiguió un sacerdote amigo de la familia.
Una vez ordenado, San Pío X fue vicepárroco, párroco, canónigo, obispo de Mantua y Cardenal de Venecia, puestos donde duró en cada uno de ellos nueve años. Bromeando platicaba que solamente le faltaban nueve años de Papa. Muchas son las anécdotas de este santo que reflejan tanto su santidad como su lucha por superar sus defectos, entre ellas destacan tres:
Siendo Cardenal de Venecia, San Pío X se encontró con un anciano al que la policía le había quitado el burro que tenía para trabajar; al enterarse, el Cardenal se ofreció a pagar la multa que le cobraban y a acompañarlo a recoger el burro porque exigían al anciano que lo respaldara una persona de confianza. Ante la negativa del anciano para que lo acompañara, el Cardenal afirmó que si una obra buena no costaba no merecía gran recompensa.
Cuando era un sacerdote joven, San Pío X, estando con su hermana, se quejó de dolor de muelas, lo que provocó que ella lo criticara y lo tachara de quejoso y flojo respondiéndole con una bofetada. Sintiéndose avergonzado se disculpó por ser tan violento, defecto que fue corrigiendo.
Asimismo, una vez de visita en el Colegio de San Juan Bosco, fue invitado a almorzar en la pobreza de ese colegio, donde al salir buscó un mejor lugar para comer, aunque después se volvió más y más sacrificado.
En 1903, al morir León XIII, San Pío X fue convocado a Roma para elegir al nuevo Pontífice. En Roma no era candidato para algunos por no hablar francés y él mismo se consideraba indigno de tal nombramiento. Durante la elección, los Cardenales se inclinaron en principio y por mayoría por el Cardenal Rampolla; sin embargo, el Cardenal de Checoslovaquia anunció que el Emperador de Austria no aceptaba al Cardenal Rampolla como Papa y tenía el derecho de veto en la elección papal, por lo que el Cardenal Rampolla retiró su nombre del nombramiento.
Reanudada la votación, los Cardenales se inclinaron por el Cardenal Sarto, quien suplicó que no lo eligieran hasta que una noche una comisión de Cardenales lo visitó para hacerle ver que no aceptar el nombramiento era no aceptar la voluntad de Dios. Aceptó, pues, convencido de que si Dios da un cargo, da las gracias necesarias para llevarlo a cabo.
Escogió el nombre de Pío inspirado en que los Papas que eligieron ese nombre habían sufrido por defender la religión.
3 características de San Pío X.
- La pobreza: fue un Papa pobre que nunca fue servido más que por dos de sus hermanas, para las que tuvo que solicitar una pensión para que no se quedaran en la miseria a la hora de la muerte de Pío X.
- La humildad: Pío X siempre se sintió indigno del cargo de Papa e incluso no permitía lujos excesivos en sus recámaras y sus hermanas que lo atendían no gozaban de privilegio alguno en el Vaticano.
- La bondad: Nunca fue difícil tratar con Pío X, pues siempre estaba de buen genio y dispuesto a mostrarse como padre bondadoso con quien necesitara de él.
Una vez que fue elegido Papa, San Pío X decretó que ningún gobernante podía vetar a Cardenal alguno para Sumo Pontífice.
San Pío X contra las herejías.
Dentro de las obras de San Pío X, destaca el combate contra dos herejías en boga en esa época: Modernismo, la cual la combatió en un documento llamado Pascendi estableciendo que los dogmas son inmutables y la Iglesia sí tiene autoridad para dar normas de moral.
La otra herejía que combatió fue la del Jansenismo, que propagaba que la Primera Comunión se debía retrasar lo más posible; en contraposición, San Pío X decretó la autorización para que los niños pudieran recibir la comunión desde el momento en que entendía quien está en la Santa Hostia Consagrada. Este decreto le valió ser llamado el Papa de la Eucaristía.
San Pío X fundó el Instituto Bíblico para perfeccionar las traducciones de la Biblia y nombró una comisión encargada de ordenar y actualizar el Derecho Canónico. Promovió el estudio del Catecismo. Murió el 21 de agosto de 1914, después de once años de pontificado.
Oración a San Pío X.
Oh Dios, que para salvaguardar la fe católica y restaurar todas las cosas en Cristo, hiciste llenar al Sumo Pontífice, San Pío X, con la sabiduría divina del Espíritu Santo y una fortaleza apostólica: concédenos por tu misericordia, que nos esforcemos en cumplir con tus ordenanzas y sigamos el ejemplo de fidelidad, la entrega apasionada y humilde de tu siervo Pío X, para que así, podamos cosechar las recompensas eternas. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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