San Medardo de Noyón fue un humilde obispo místico que trabajó incansablemente para convertir al pueblo de la superstición pagana a la doctrina de Cristo
San Medardo, Místico y mártir: Patrono de los agricultores.
San Medardo fue uno de los prelados más ilustres de la Iglesia Católica de Francia a finales del siglo quinto y sexto. Nació en Picardía de una familia piadosa y noble en el año 457. Se convirtió en sacerdote cuando tenía 33 años. Llegó a ser discípulo de San Remigio, y luego se convirtió en obispo de Vermand, cerca de Saint-Quentin. Su obispado fue destruido por las invasiones bárbaras y entonces se trasladó a Noyón. Fue un obispo muy nombre y sus actos eran pura bondad. Dio grandes limosnas a los pobres. San Medardo es el santo patrono de los enfermos mentales, los campesinos, agricultores y los reclusos. A San Medardo, se le invoca contra el mal tiempo, la esterilidad, y en ocasiones se le invoca contra el dolor de muelas.
Fiesta: 8 de junio.
Martirologio Romano: En Soissons, de nuevo en la Galia, san Medardo, obispo de Viromande, quien trasladó su sede de esa ciudad a la de Noyón, desde la cual trabajó para convertir al pueblo de la superstición pagana a la doctrina de Cristo (560)
Biografía de San Medardo.
San Medardo es el santo preferido de los campesinos de Francia. Le tienen gran fe para que les obtenga lluvias para los tiempos de la siembra, y para que les cuide sus viñedos o plantaciones de uva, contra los ladrones y el mal tiempo.
Siendo muy joven, San Medardo le regaló su caballo a un pobre viajero que lloraba porque los ladrones le habían robado el caballo en el que viajaba. Su papá, al verlo tan generoso para con los necesitados, opinó que el hijo más iba a servir para sacerdote que para negociante. Y así sucedió.
Vocación y virtudes de San Medardo.
A los 33 años, San Medardo fue ordenado sacerdote, y siguió ejercitando una gran caridad para con los pobres. A los estudiantes muy necesitados los sentaba a su mesa, gratuitamente, para que se alimentaran lo mejor posible.
Con sus oraciones, San Medardo obtuvo lluvias para los campos, y en otras ocasiones libró de granizadas los cultivos. Como era un sacerdote verdaderamente ejemplar, fue elegido obispo y entonces le sucedieron unas anécdotas que se han hecho famosas.
San Medardo y el ladrón de vacas.
Tenía San Medardo una vaquita, y para saber por dónde andaba el animalejo le había colgado al pescuezo una campanilla que iba anunciando por dónde estaba pastando.
Y sucedió que un ladrón le robó la vaca. El ratero le quitó la campanilla del pescuezo y la echó entre las alforjas, pero la campana seguía sonando. Entonces la llenó de pasto y la escondió entre el montón de pasto seco de su pesebrera, pero la campana siguió sonando.
Al fin el ladrón dispuso enterrar la campana en el suelo, pero apenas se acostó para dormir, empezó a oír que seguía sonando.
Desesperado sacó la campana y colgándola otra vez del pescuezo de la vaca, se fue a donde San Medardo y le devolvió el animal robado, diciéndole: "Padre, aquí le traigo su vaca, porque la campanilla no quiso dejar de sonar ni por un momento" y San Medardo le dijo sonriente: "Hijo, lo que sonaba no era la campanilla, era tu conciencia, que no quería que te quedaras en paz con este pecado".
San Medardo y los ladrones de uvas.
Tenía San Medardo un cultivo de matas de uva y una noche en pleno tiempo de cosecha entraron los ladrones a robarle las uvas.
Pero cuando ya tenían los costales llenos, fueron a salir y no encontraron la puerta de salida. Les parecía como si se hubieran vuelto ciegos, porque por ninguna parte encontraron la puerta de salida.
Y así amaneció y llegó San Medardo, y ellos muy asustados le pidieron perdón, y con tal de que no los denunciara, le dejaron también los costales, y así el santo recolectó sus uvas gratis, y de encima le dieron los costales.
San Medardo y el milagro de las abejas.
San Medardo tenía además unas colmenas que le producían muy buena miel, y las abejas eran muy mansas y muy buenas.
Pero un día llegó un ratero a robarse la miel y las abejas lo persiguieron tan terriblemente que al otro no le quedó otro remedio que meterse a la casa del santo a pedirle que rezara por él.
San Medardo echó una bendición a las abejas, y estas se fueron muy obedientes, y él vuelto hacia el ladrón, le dijo: "Esto es señal de los castigos que te pueden llegar si sigues robando. Ahora son unas sencillas abejas, pero después los que te picarán serán tus remordimientos eternamente". Y jamás ese ladrón volvió a robar.
San Medardo: El humilde obispo.
En el año 530, el decimotercer obispo de Vermand murió, y de inmediato fue elegido unánimemente para llenar la vacante. Fue consagrado por San Remigio, obispo de Reims.
San Medardo consideró necesario trasladar la sede de su episcopado, porque la región de Vermand había sido recientemente devastada durante las invasiones de los hunos y vándalos. La profanación era amenazadora; Así movió su centro a Noyón.
En Tournai, donde los bárbaros eran numerosos, fue rechazado y a menudo amenazado de muerte; no obstante, venció la rudeza de los infieles y provocó tantas conversiones que la diócesis se vio modificada completamente en apariencia.
A pesar de la vasta extensión de su diócesis, parecía insuficiente para el celo ardiente de su fe que sentía San Medardo en su corazón. Dondequiera que iba, él veía la oportunidad de avanzar y predicar la Palabra de Dios y abolir los restos de la idolatría. San Medardo superó todos los obstáculos, y por su intenso trabajo y los milagros que obró en nombre de Dios, disipó las nieblas de la idolatría en todas partes.
Muerte.
Después de que San Medardo completó su gran obra en Flandes, regresó a Noyón, donde poco después cayó enfermo. Antes de morir, el rey Clotaire, le impidió aceptar ser enterrado en una magnífica basílica, que tenía la intención de construir para servir de sepulcro. El reino entero lamentó su muerte, los fieles habían perdido a un gran padre y protector.
Oración a San Medardo contra el mal tiempo.
Jesús, mi Señor, San Medardo fue obispo en tiempos muy difíciles, y su larga vida de liderazgo espiritual causó una gran impresión en el pueblo. Por su patrocinio contra el mal tiempo, pido que interceda por mí durante las tormentas de mi vida, así como las tormentas de la naturaleza. Protégeme a mí y a mi hogar. Y Señor, ayuda a las víctimas de huracanes, tornados, terremotos y otras catástrofes naturales. Envía más ayudantes y multiplica los suministros necesarios para su ayuda. Tú calmaste la tempestad en el mar de Galilea; líbranos de las tormentas que ahora nos rodean. San Medardo, ruega por nosotros. Amén.
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