San Juan XXIII fue uno de los Papas más famosos de nuestros tiempos: Caracterizado por su humildad y gran caridad hacia los pobres. Llamado el Papa bueno
San Juan XXIII, El Papa bueno: el Papa de la paz.
San Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) el Papa de la paz, fue uno de los Papas más populares de todos los tiempos. Reinó como papa desde el 28 de octubre de 1958 hasta su muerte en 1963 y fue canonizado el 27 de abril de 2014. Llegó a brillar por su humildad y caridad hacia los pobres, ganándose el título de "El Papa bueno". San Juan XXIII estableció una nueva era en la historia de la Iglesia Católica por su especial convocatoria del Concilio Vaticano II.
Fiesta: 11 de octubre.
Martirologio romano: En Roma, San Juan XXIII, Papa, hombre lleno de extraordinaria humanidad, quien con su vida, su obra y su celo pastoral supremo, se esforzó en otorgar a todos, la abundancia de la caridad cristiana y promover la unión fraterna entre pueblos. Con especial atención a la eficacia de la misión de la Iglesia de Cristo en el mundo, convocó el Concilio Vaticano II.
"Solo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo, sino en este también" (San Juan XXIII)
Biografía de San Juan XXIII.
Ángelo Giuseppe Roncalli, más conocido como San Juan XXIII, nació en Italia en 1881. Ingresó desde muy joven al seminario y fue ordenado sacerdote en 1904.
Su intervención para socorrer a miles de judíos de la persecución nazi mientras servía como delegado Apostólico del Vaticano en Turquía durante la Segunda Guerra Mundial fue proverbial
Durante la I Guerra Mundial fue sargento médico y más tarde capellán. En el año 1921, San Juan XXIII colaboró en la reorganización de la Sociedad para la Propagación de la Fe, y en 1925 viaja a Bulgaria como representante del papa. Trabajó (1933-1944) como delegado apostólico en Turquía y en Grecia.
En la II Guerra Mundial, San Juan XXIII ayudó en el rescate de miles de judíos de Hungría y en 1944 le eligieron como diplomático de nuncio papal en Francia. Gracias a su cortesía, su sencillez, su buen humor y su amabilidad pudo resolver los problemas y conquistar el corazón de los franceses y de todo el Cuerpo Diplomático.
El 12 de enero de 1953 el papa Pío XII lo crea Cardenal presbítero con el título de Santa Prisca, siendo designado tres días después como patriarca de Venecia.
San Juan XXIII, Ejemplo de humildad.
Siendo Patriarca de Venecia, San Juan XXIII supo que uno de sus sacerdotes llevaba una vida turbia y que frecuentaba un lugar poco digno para un eclesiástico.
Con toda la fuerza de su autoridad, podía si quería suspenderle en sus funciones; aplastarle con su poder; ejercer toda la fuerza de su autoridad y anularlo, pero ¿qué hizo? Lo esperó un día en el lugar que solía frecuentar. El sacerdote, al verlo, palidece. El Patriarca lo toma del brazo y con naturalidad le pide que le acompañe al palacio. Y una vez en su despacho, San Juan XXIII se arrodilla ante el sacerdote caído y le pide: "Por favor, confiéseme". Y lo hace con toda humildad y naturalidad. El sacerdote lo absuelve y el patriarca abrazándolo le dice: "Hijo mío, me gustaría que reflexionases acerca del don maravilloso que Dios te ha dado de perdonar los pecados a los hombres, incluso a tu mismo arzobispo. Que esto te anime a evitar lo más posible el pecado en tu misma vida y como gratitud a Cristo".
Vida de San Juan XXIII.
El 28 de octubre de 1958, contando con casi 77 años, Roncalli fue elegido papa ante la sorpresa de todo el mundo. Escogió el nombre de Juan (nombre de su padre y del patrón de su pueblo natal, aunque escogió este nombre por el evangelista de nombre Juan). Los cardenales parecieron escoger un papa de transición a causa de su avanzada edad y de su modestia personal.
Ni los cardenales ni el resto de la Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y la generosidad del Papa San Juan XXIII cautivaran los afectos del mundo de una forma en que su predecesor no pudo.
En su primera medida de gobierno vaticano, que le enfrentó con el resto de la curia, San Juan XXIII redujo los altos estipendios (y la vida de lujo que, en ocasiones, llevaban los obispos y cardenales). Asimismo, dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano. Por primera vez en la historia nombra cardenales indios y africanos.
Tres meses después de su elección, el 25 de enero de 1959, en la Basílica de San Pablo Extramuros y ante la sorpresa de todo el mundo, anunció el XXI Concilio Ecuménico, que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. Este Concilio fue inspirado en la figura del papa Pío IX, precursor del Concilio Vaticano I y quien, según el papa Juan XXIII, nadie en la historia de la Iglesia había sido tan amado y tan odiado a la vez.
Durante su Pontificado, San Juan XXIII nombró 37 nuevos cardenales, entre los cuales por primera vez un tanzano, un japonés, un filipino, un venezolano, un uruguayo y un mexicano.
El 3 de enero de 1962 excomulgó a Fidel Castro, iniciativa amparada en condenas expresadas por el papa Pío XII en 1949.
San Juan XXIII y el Concilio Vaticano II.
El 11 de octubre de 1962, San Juan XXIII abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Este Concilio cambiaría el rostro del catolicismo: una nueva forma de celebrar la liturgia (más cercana a los fieles), un nuevo acercamiento al mundo y un nuevo ecumenismo.
Respecto de esto último, San Juan XXIII había creado en 1960 el Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos, una comisión preparatoria al Concilio que más tarde permanecería bajo el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.
Era la primera vez que la Santa Sede creaba una estructura consagrada únicamente a temas ecuménicos.
Desde la apertura del Concilio, el papa San Juan XXIII enfatizó la naturaleza pastoral de sus objetivos: no se trataba de definir nuevas verdades ni condenar errores, sino que era necesario renovar la Iglesia para hacerla capaz de transmitir el Evangelio en los nuevos tiempos (un aggiornamento), buscar los caminos de unidad de las Iglesias cristianas, buscar lo bueno de los nuevos tiempos y establecer diálogo con el mundo moderno centrándose primero "en lo que nos une y no en lo que nos separa".
Al Concilio fueron invitados como observadores miembros de diversos credos, desde creyentes islámicos hasta indios americanos, al igual que miembros de todas las Iglesias cristianas: ortodoxos, anglicanos, cuáqueros, y protestantes en general, incluyendo, evangélicos, metodistas y calvinistas no presentes en Roma desde el tiempo de los cismas.
Encíclicas de San Juan XXIII
San Juan XXIII escribió 7 encíclicas, entre ellas Mater et magistra (1961), donde enfatiza la dignidad individual como base de las instituciones sociales, y Pacem in terris (1963), que exhortó a la cooperación internacional por la paz y la justicia, y al compromiso de la Iglesia a interesarse por los problemas de toda la humanidad.
En 1960 se creó el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con contactos con la Iglesia ortodoxa, con los líderes protestantes, con el Consejo Mundial de las Iglesias, y por su fomento del diálogo con los judíos.
Entre las obras de San Juan XXIII destaca un estudio de cinco volúmenes sobre San Carlos Borromeo. Sus diarios, publicados con el título de Diario de un alma (1965) y Cartas a su familia (1969), exponen la profunda sencillez y humildad de su vida espiritual.
Su muerte.
El 23 de mayo de 1963 se anunció públicamente la enfermedad del Papa: cáncer de estómago que, según su secretario Loris F. Capovilla, le fue diagnosticado en septiembre de 1962. El papa no quiso dejarse operar temiendo que el rumbo del Concilio se desviara de lo estipulado.
Así, el mismo San Juan XXIII estaba firmando su sentencia de muerte. Al fin, después de sufrir esa grave enfermedad, el papa Juan XXIII murió en Roma el 3 de junio de 1963. Finalizó sus días sin ver concluida su obra mayor, a la que él mismo consideró "la puesta al día de la Iglesia".
Fue sucedido por Pablo VI, quien en 1965 iniciaría el proceso de beatificación del propio Juan XXIII después de la clausura del Concilio Vaticano II.
San Juan XXIII fue beatificado por San Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000, junto con el papa Pío IX. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la apertura del Concilio Vaticano II.
Milagro y Canonización de San Juan XXIII.
El milagro para la beatificación de San Juan XXIII se basó en la curación de Sor Caterina Capitani, una religiosa que tenía una dolencia estomacal muy grave. Las hermanas de la paciente, que conocían de la gran admiración de Sor Caterina por Juan XXIII, oraron pidiendo la intercesión del "Papa bueno" y colocaron una imagen de él en el estómago de la paciente.
Minutos después, la religiosa empezó a sentirse bien y pidió comer. Más adelante, Sor Caterina relataría que vio a Juan XXIII sentado al pie de su cama y que le dijo que su plegaria había sido escuchada. La ciencia no pudo dar explicaciones de esta curación.
La Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano aprobó los milagros para la canonización del beato Juan Pablo II y del beato Juan XXIII.
Los beatos San Juan XXIII y San Juan Pablo II fueron inscritos luego en el Libro de los Santos. El Papa Francisco presidió la ceremonia de canonización de dos de sus predecesores.
El Papa Francisco proclamó santos a sus dos grandes predecesores del siglo XX, que desde ese momento se llaman San Juan Pablo II y San Juan XXIII. Eran las 10:15 de la mañana del Domingo de la Divina Misericordia, 27 de abril de 2014.
"Cualquiera puede ser Papa; la prueba de esto es que yo he llegado a ser uno". (San Juan XXIII)
Oración a San Juan XXIII.
Dios Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno. Te pedimos, Padre, por su intercesión, ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser, por tanto, hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia. Ayúdanos, Señor, a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad. Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros. Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del Cielo y en especial a este Papa bueno, te suplico, Padre, esta gracia particular que necesito. Gracias, te doy de antemano, Señor, porque estoy seguro de que me será concedida por el ruego de tan gran intercesor. Amén.
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