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Categoría: Celebración del día

San Juan de Capistrano fue predicador y confesor que tuvo una radical llamada a la conversión: San Juan de Capistrano es santo patrono de los Capellanes

San Juan de Capistrano, Predicador: Patrono de los Capellanes.

San Juan de Capistrano fue un fraile franciscano y sacerdote católico de la ciudad italiana de Capistrano, Abruzzo. Famoso como predicador y teólogo, se ganó el sobrenombre de "Soldado Santo" cuando en 1456, a los 70 años, encabezó una cruzada contra el Imperio Otomano invasor en el asedio de Belgrado con el comandante militar húngaro John Hunyadi salvando a Europa de la invasión musulmana. Es el santo patrono de los juristas y capellanes militares.

Fiesta: 23 de octubre.

Martirologio romano: San Juan de Capistrano, sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores, quien defendió la observancia de la regla y ministró a casi toda Europa en apoyo de la fe y de la moral católica. Con el fervor de sus exhortaciones y oraciones, exhortó a los fieles, comprometiéndolos en la defensa de la libertad de los cristianos. Abrazó la paz del Señor en Újlak, en la orilla del Danubio, en el Reino de Hungría.

Biografía de San Juan de Capistrano.

San Juan de Capistrano nació en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385. Hijo de un caballero francés o alemán que murió cuando Juan era joven. Estudió con esmero en la Universidad de Perugia (Cerca de Asís).

San Juan de Capistrano fue abogado y juez. En 1412 fue nombrado gobernador de Perugia por Landislaus rey de Nápoles, quien tenía control de esa ciudad. Luchó contra la corrupción y el soborno.

Descubriendo a Dios en el encierro.

Cuando estalló la guerra entre Perugia y Malatesta en 1416, Juan trató de conseguir la paz, pero en vez lo tomaron prisionero de guerra. En la cárcel decidió entregarse del todo a Dios.

San Juan de Capistrano tuvo un sueño en el que vio a San Francisco que le llamaba a entrar en la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el matrimonio nunca se consumó y fue declarado anulado. Entró en la orden franciscana en Perugia el 4 octubre de 1416. Tenía 30 años, por lo que el maestro de novicios lo puso a prueba dándole los más humildes oficios.

San Juan de Capistrano fue discípulo de san Bernardino de Siena, quien le enseñó teología. Se entregó al ascetismo más riguroso, defendiendo violentamente el ideal de la estricta observancia y la ortodoxia. Se distinguió como predicador aun siendo diácono. A partir de 1420, predicó con gran efecto en numerosas ciudades y llegó a ser muy conocido Y FUE ordenado sacerdote a la edad de 33 años en el año 1425. Por 40 años fue predicador itinerante por Italia y otros países.

Por su radical llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo relacionaba con San Juan Bautista. Traían las cosas de superstición y ocultismo y las quemaban en hogueras públicas.

San Juan de Capistrano tenía gran fama por su don de curación y le traían a los enfermos para que les hiciera la señal de la cruz.

Al igual que San Bernardino, propagó la devoción al nombre de Jesús, junto con otros franciscanos, fueron acusados de herejes. San Juan de Capistrano defendió al grupo con éxito. Muchos jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció comunidades franciscanas. Escribió sobre todo contra las herejías de su época. Muchos de sus sermones se conservan. Dormía y comía poco. Hacía mucha penitencia.

Dos veces la comunidad franciscana eligió a San Juan de Capistrano como vicario general. En visita en Francia conoció a Santa Colette, reformadora de la orden de las clarisas, con la que simpatizaba.

San Juan de Capistrano y el don de la diplomacia.

San Juan de Capistrano era un hombre sabio y prudente, sabiendo medir sus palabras para que estas sirvan la voluntad de Dios. Cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas con muy buenos resultados.

Tres veces le ofrecieron nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir siendo un pobre predicador.

San Juan de Capistrano fue nuncio apostólico en Austria, donde predicó extensivamente y combatió la herejía de los husitas. También predicó con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV.

Los cruzados defienden Europa.

En 1451 el Sultán Mahoma II se lanzó una campaña con el fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir a Hungría. En 1454, Servia cayó en sus manos.

Las noticias procedentes desde Servia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.

En 1454 San Juan de Capistrano participó en la dieta de Frankfurt y se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70 años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla.

En Szeged unió al ejército de campesinos que había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado.

Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos más que campamentos militares, porque en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A San Juan de Capistrano le tenían un gran respeto.

San Juan de Capistrano salva a Europa de los musulmanes.

Los musulmanes atacaban a Belgrado Contaban con 200 cañones, 50,000 de caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos pensaban retirarse.

Pero intervino San Juan de Capistrano convenciendo a Hunyady a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa.

En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: "Jesús, Jesús, Jesús".

San Juan de Capistrano recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Juan nunca utilizó las armas de este mundo, sino la oración, la penitencia y la predicación.

Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Ángelus por la victoria. Los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de 1456.

Muerte de San Juan de Capistrano.

San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida por salvar la cristiandad. Dios le aceptó su oferta y pronto murió junto con Hunyady víctimas del tifo.

Los cadáveres de los muertos en batalla causaron una epidemia de tifo que también contagió al santo, que ya estaba débil y anciano. Murió en Villach, Hungría, unos meses más tarde, el 23 de octubre.

En Estados Unidos su nombre es famoso por la misión franciscana en California que lleva su nombre.

San Juan de Capistrano fue beatificado el 19 diciembre 1650 por el Papa Inocente X y posteriormente canonizado el 16 de octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII.

Este humilde, pero valiente siervo de Dios, San Juan de Capistrano, fue un infatigable de la predicación. Amaba a Dios por sobre todas las cosas y valientemente lo quiso dar a conocer a todas las naciones. Predicó en varios países de Europa del Este contra la herejía Husita, con gran éxito. Levantó un ejército para luchar contra los turcos en Hungría, y los derrotó. Sin duda alguna de que San Juan de Capistrano fue llevado por la fuerza del Espíritu Santo.

Oración a San Juan de Capistrano.

Señor Dios, tú levantaste a San Juan de Capistrano para dar a tu pueblo consuelo en sus pruebas. Que tu Iglesia disfrute de una paz sin fin y estar seguro de su protección. A través de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un Dios, por siempre y para siempre. Amén.

Santos de la semana

Adaptación, contenido agregado y edición: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información extraída de: Corazones.org
Biografía de Santos - Celebraciones y Fiestas de la Iglesia

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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