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Categoría: Celebración del día

San Jacinto de Polonia fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en Polonia, se dedicó 20 años a la predicación y asistir a todos los enfermos

San Jacinto de Polonia: Confesor, predicador y misionero.

San Jacinto de Cracovia (Jacinto de Polonia), o San Jacinto de Cracovia, fue un sacerdote misionero de la Orden de Predicadores de los Dominicos y un Doctor en Sagradas Escrituras. Trabajó para reformar los monasterios femeninos en su Polonia natal. También se le conoce como el "Apóstol del Norte", "el Apóstol de Polonia" y "el misionero de Europa. Predicó el Evangelio en Polonia, Pomerania, Dinamarca, Prusia, Lituania, Suecia, Noruega, Rusia, China y Tíbet. Murió en Cracovia, Polonia el 15 de agosto. Es el santo patrono de Polonia.

Fiesta: 17 de agosto.

Martirologio romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia.

Biografía de San Jacinto de Polonia.

San Jacinto nació a finales del siglo XII en Kamién, diócesis de Breslavia, de la noble familia de los Odrowaz, de antigua tradición en el servicio de la Iglesia. En el siglo XIV se le dio el nombre San Jacinto de Polonia de Jacinto. Siendo canónigo de la iglesia de Cracovia, fue a Italia, probablemente por motivos de estudio.

En roma, San Jacinto conoció a Santo Domingo y en 1220 recibió de sus manos el hábito dominicano. En el verano de 1221 el Santo Patriarca lo designó, junto con Fray Enrique de Moravia, para propagar la Orden en Polonia y hacia allá se dirigió llevando en su alma el ardor de domingo, muerto recientemente.

En 1223, y por mediación del obispo Ivo, que los recibió con gran amor, fundaron el convento de la Orden en Cracovia.

Así, en el año 1225, Gerardo de Breslavia, primer provincial de Polonia, dispersó a los hermanos de Cracovia en cinco direcciones distintas y a Jacko le correspondió la fundación del convento de Dantzig (Gdansk).

San Jacinto de Polonia asistió como definidor al capítulo general de París en 1228, bajo el mandato del Beato Jordán de Sajonia.

Luego, en el año 1229, San Jacinto fundó otro convento en Kiel, donde vivió hasta 1233, predicando a los paganos y especialmente a los cismáticos. Allí se distinguió por su candor de vida y tierno amor a Nuestra Señora. Abandonó la ciudad poco antes de que los fieles fueran expulsados por el príncipe Vladimiro Ruricovic.

 

San Jacinto de Polonia, misionero predicador

Milagros de San Jacinto.

Es en estos viajes cuando se recuerda el milagro de atravesar con unos compañeros el río Vístula, a pie sobre la capa extendida sobre las aguas, llevando la Eucaristía y una imagen de la Virgen. El relato se cuenta de este modo:

El milagro se encuentra asociado al asedio tártaro a la ciudad de Kiev. San Jacinto de Polonia obtuvo una devoción infantil y tierna a la Madre de Dios de Santo Domingo. A ella le atribuyó su éxito, y a su ayuda buscó su salvación.

Cuando San Jacinto estuvo en Kiev, los feroces tártaros saquearon la ciudad. Jacinto celebraba la misa y no supo del ataque y el peligro hasta que la misa terminó. Sin esperar a que se deshiciera, tomó el copón en sus manos y huyó de la iglesia. Está registrado que al pasar junto a una estatua de María oyó una voz que decía: "Jacinto, hijo mío, ¿por qué me dejas atrás? Llévame contigo y no me dejes con mis enemigos". Aunque la estatua estaba hecha de un pesado alabastro, Jacinto la tomó en sus brazos y se la llevó junto con el copón con la Sagrada Eucaristía.

Es por este momento milagroso que San Jacinto es representado más a menudo. La historia continúa diciendo que Jacinto y la comunidad que lo acompañaba llegaron al río Dnieper. Allí los instó a seguirlo a través del río. Él les guio y todos caminaron en seco por las aguas del profundo río, que luego los protegió de la furia de los tártaros.

Los historiadores polacos están de acuerdo en este hecho maravilloso. Una circunstancia, que se registra en relación con este milagro, lo hace aún más notable. Se dice que las huellas del santo permanecieron en el agua, incluso después de haber cruzado el río; y que, cuando la corriente estaba en calma, se podían ver durante siglos después.

Intervención de paz de San Jacinto.

Cuando en 1233 vuelve a Dantzig, San Jacinto de Polonia se encuentra con una delicada situación político-religiosa. El Papa había encomendado a la Orden de Caballeros Teutónicos la tutela de los católicos frente a los paganos, dueños de la región; con la mediación de San Jacinto de Polonia se llega a la libertad de culto y a la paz.

Estableciéndose desde 1238 en Cracovia, San Jacinto se consagró durante veinte años a la predicación, cura de almas y asistencia a los enfermos.

Muerte.

Durante su vida, San Jacinto evangeliza Dinamarca, Suecia, Gotia, Noruega y Escocia; también su palabra resuena en Rusia, a orillas del mar Muerto, en Constantinopla, y en Grecia, donde se dice de él, que "lugar que evangeliza, comunidad dominicana que inicia".

De regreso a Cracovia, encontrándose próximo a la muerte, San Jacinto exhorta a los hermanos a vivir la pobreza evangélica, "porque ella es el documento y el sello que nos da derecho a la vida eterna".

San Jacinto de Polonia murió en el convento de Cracovia el 15 de agosto de 1257 y allí se venera su cuerpo. Fue beatificado por Clemente VII en 1527 y canonizado por Clemente VIII el 17 de abril de 1594.

Legado Espiritual de San Jacinto.

Desde pequeño, San Jacinto de Polonia manifiesta inclinación por la oración y el estudio, aptitudes que son apoyadas por sus padres. Su carácter es dócil y creativo.

Aun siendo muy joven, San Jacinto ingresa en la universidad de Bolonia, donde obtiene el grado de Doctor en Teología y Derecho. Terminados sus estudios se incorpora a una comunidad de presbíteros en Cracovia.

En ella se distingue por su lealtad y sinceridad en el trato y aunque las ocupaciones eran muchas, no son impedimento para entregarse a la oración y otros ejercicios de piedad.

San Jacinto de Polonia sirve a los enfermos en los hospitales y reparte limosnas entre pobres y necesitados, por su ciencia y sabiduría, al interpretar los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios, se persuade de que los bienes eclesiásticos nunca están tan seguros, ni fructifican tanto como cuando están en manos de los pobres.

Apóstol infatigable, los últimos cuarenta años fueron de sacrificios incontables, de trabajos apostólicos, de provincias enteras convertidas, de diócesis erigidas, de templos levantados, hospitales, conventos, asilos... Lo mismo en Europa y en Asia que en la India, entre cristianos o no creyentes.

Así entonces, San Jacinto de Polonia es un hombre pobre, de profunda oración y que aprende no solo en los libros, sino también de su pueblo en su actividad apostólica. Él encontró en Jesús y María apoyo para liberar al Pueblo de Dios mediante su ministerio de predicación itinerante.

Oración a San Jacinto de Polonia.

San Jacinto de Polonia, grande fue tu privilegio, oh hijo de Domingo, estar tan estrechamente asociado a María como para entrar en tu gloria en la misma fiesta de su triunfo. Ocupando un lugar tan hermoso en la procesión que la acompaña al cielo, cuéntanos su grandeza, su belleza, su amor por nosotros, pobres criaturas, a quienes ella desea hacer partícipes, como tú, de su dicha... Oh Dios, que te llenaste de gozo al glorificarte a través de tu hijo San Jacinto, tu confesor, entre los pueblos de diversas naciones por la santidad de su vida y la gloria de sus milagros, concédenos que con su ejemplo podamos enmendar nuestras vidas, y ser defendidos por su ayuda en todas las adversidades. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Santos de la semana

Adaptación, contenido agregado y edición: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información extraída de: Dominicos.org
Biografía de Santos - Celebraciones y Fiestas de la Iglesia

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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