San Fray María Rafael Arnáiz Barón fue un religioso de la Orden de los Cistercienses, quien vivió una terrible enfermedad que llevó con paciencia y amor
San Fray María Rafael Arnáiz, Místico: Abogado de los jóvenes.
San Fray María Rafael Arnáiz Barón fue un Joven de admirable y de brillante inteligencia, buen amigo, alegre, lleno de vida y brilló en los estudios, tenía una carrera muy prometedora, y era un hombre que amaba profundamente a la Virgen María haciendo de la penitencia y la mortificación su estilo de vida. Fray María Rafael Arnáiz es considerado el abogado de los jóvenes.
Fiesta: 26 de abril.
Martirologio romano: En el monasterio de San Isidoro de Dueñas, en España, San Fray María Rafael Arnáiz Barón, quien fue religioso de la Orden de los Cistercienses, que, siendo aún un novicio, fue golpeado por una terrible enfermedad, con mucha paciencia y fortaleza soportó la mala salud confiando siempre en Dios.
Biografía de Fray María Rafael.
San Fray María Rafael Arnáiz Barón nació en Burgos, España, el 9 de abril de 1911, desde muy joven se sintió fuertemente atraído por la vida contemplativa, especialmente por el estilo de vida del Monasterio de San Isidro de Dueñas, o Monasterio Trapense, de la Orden de la Trapa
Desde muy temprano mostró signos de una religiosidad bastante profunda, de una fe viva, un fuerte llamado interno por Dios; es un chico que practica la comunión diaria, y pasa por prolongadas horas haciendo adoración eucarística.
San Fray María Rafael hizo de la penitencia y la mortificación unos hábitos muy fuertes en su vida. También aprendió a practicar la caridad, comenzando por los más cercanos a él, es decir, el personal de servicio que estaba en su casa, y luego se extiende a muchos necesitados que su mamá también va rescatando, y muchos otros que el mismo joven encontraría en su camino
Fue un niño de gran fortaleza porque tuvo que hacerle frente al principio de una grave enfermedad que lo acompañaría el resto de su vida y que a la edad de los 11 años lo obligó a abandonar sus estudios.
Consagró su vida a la Madre de Dios.
Según se narra en su biografía, fue precisamente a través de esta enfermedad que siendo aún niño, San Fray María Rafael consagró su corazón a la Madre de Dios: "Cuando se recuperó, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la santísima Virgen, a finales del verano de 1921 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la virgen del Pilar".
Años más tarde, siendo un estudiante de arquitectura en la Escuela superior de Oviedo, ciudad donde antes se había trasladado con su familia, San Fray María Rafael supo unir sus estudios con una constante y apasionada vida de piedad, participando activamente en la adoración nocturna en el oratorio Caballero de Gracia, la cual le confirmó un deseo que siempre había tenido en su interior y que, en otras palabras, fue el llamado particular que Dios le hizo: consagrarse especialmente a la vida contemplativa.
San Fray María Rafael y el sufrimiento.
A finales de 1933, San Fray María Rafael decidió dejar sus estudios para, en enero de 1934, ingresar al Monasterio de San Isidro. Pero, cuando apenas llevaba algunos meses en el noviciado, recibió una de las pruebas más difíciles de su vida; el diagnóstico de una fuerte enfermedad -diabetes sacarina-, que lo obligó, tal como le ocurrió como niño, a abandonar el monasterio, al cual regresó y abandonó en repetidas ocasiones por causa de del mal que padecía.
Fray María Rafael pidió ser acogido como un simple "achatado", que viven dentro y fuera de la enfermería como especia de invitado, con la única ambición de querer vivir su enfermedad al estilo trapense con una sonrisa en labios.
Fue esta heroica fidelidad a su vocación que lo llevó a sufrir con amor su enfermedad y a luchar por permanecer en el Monasterio y que, además, lo llevó a santificarse.
"Le he pedido a la Virgen María interceda delante de Jesús, para que acepte mi oblación. ¡Qué alegría tan grande si Dios la aceptara!... No me importa sufrir y padecer, si Jesús acepta mi oblación, ya le he dado mi corazón, le he dado mi voluntad... Ahora le doy mi vida. Ya nada me queda más que morir cuando Él quiera. Cúmplase su voluntad y no la mía" (Dios y mi alma, 27 febrero 1938 - San Fray María Rafael Arnáiz).
Ardiendo de fiebre, devorado por una persistente sensación de hambre y de sed, San Fray María Rafael muere el 26 de abril de 1938, con tan solo 27 años de edad, después de 19 meses y 12 días de estancia en el monasterio trapense
El 19 de agosto de 1989, y mientras se celebraba la Jornada Mundial de la Juventud en Santiago de Compostela, San Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo, y luego, el 27 de septiembre de 1992, lo beatificó.
El Papa emérito Benedicto XVI canonizó a San Fray María Rafael Arnáiz 17 años más tardes, el 11 de octubre de 2009, y ese día lo presenta al mundo como el gran intercesor de los jóvenes. Numerosos escritos espirituales que dejó San Fray María Rafael, lo han convertido en uno de los más grandes místicos del siglo XX.
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