San Cayetano tenía gran amor a Dios, lo adoraba en la Eucaristía, protector contra males: patrono del pan, del trabajo y los desempleados
San Cayetano, Patrono del pan, del trabajo y de los desempleados.
San Cayetano (San Gaetano de Thiene) fue un sacerdote católico italiano y reformador religioso, que ayudó a fundar a los Padres Teatinos, una comunidad de sacerdotes dedicados a llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Así entonces, San Cayetano es reconocido además como un gran santo en la Iglesia y considerado patrono del Pan y del Trabajo. Muchos son los desempleados que le invocan en búsqueda de un buen trabajo
Fiesta: 7 de agosto
Martirologio romano: San Gaetano de Thiene, el sacerdote, que en Nápoles se dedicó a obras de caridad piadosa, en particular, luchó por aquellos que tenían enfermedades incurables, promovió asociaciones para la formación religiosa de los laicos e instituyó los Clérigos regulares, para la renovación periódica de la Iglesia, enseñando a sus discípulos el deber de observar la antigua forma de vida de los Apóstoles.
Biografía de San Cayetano.
San Cayetano, muy popular entre los comerciantes y ganaderos porque los protege de muchos males, nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, Italia. Su padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo. San Cayetano quedó huérfano, al cuidado de su santa madre, que se esmeró intensamente por formarlo muy buen.
Estudió en la Universidad de Padua, donde obtuvo dos doctorados y allí sobresalía por su presencia venerable y por su bondad exquisita que le ganaba muchas amistades. San Cayetano se fue después a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del Papa Julio II, y notario de la Santa Sede.
A los 33 años, San Cayetano fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.
En Roma se inscribió en una asociación llamada "Del Amor Divino", cuyos socios se esmeraban por llevar una vida lo más fervorosa posible y por dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.
Viendo que el estado de relajación de los católicos era sumamente grande y escandaloso, San Cayetano se propuso fundar una comunidad de sacerdotes que se dedicaran a llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Y fundó los Padres Teatinos (nombre que les viene a Teati, la ciudad de la cual era obispo el superior de la comunidad, Msr. Caraffa, que después llegó a ser el Papa Pablo IV)
San Cayetano le escribía a un amigo: "Me siento sano del cuerpo, pero enfermo del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos los que se mueven a convertirse".
Y este era el más grande anhelo de su vida: que las personas empezaran a llevar una vida más de acuerdo con el santo Evangelio. Y dondequiera que estuvo trabajó por conseguirlo.
Revolución espiritual de San Cayetano.
En ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los evangélicos y se declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían seguir su ejemplo, atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia Católica, pero San Cayetano les decía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo".
San Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres. En una carta escribió la razón que tuvo para ello: "Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como rico?" Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me rindan honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las personas no sienten deseos de imitar al Redentor Crucificado".
En Nápoles, un señor rico quiere regalarle unas fincas para que viva de la renta, junto con sus compañeros, diciéndole que allí la gente no es tan generosa como en otras ciudades. San Cayetano rechaza la oferta y le dice: "Dios es el mismo aquí y en todas partes, y Él nunca nos ha desamparado, si siquiera por un minuto".
Así entonces, San Cayetano fundó asociaciones llamadas "Montes de piedad" (Montepíos) que se dedicaban a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.
San Cayetano sentía un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba especialmente en la Sagrada Hostia, en la Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús. Su imagen preferida era la del Divino Niño Jesús. La gente lo llamaba: "El padrecito que es muy sabio, pero a la vez muy santo". Los ratos libres, dondequiera que estuviera, San Cayetano los dedicaba a atender a los enfermos en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes.
Milagros por intercesión de San Cayetano.
Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario, donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer".
Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.
En su última enfermedad, el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor, permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas".
San Cayetano murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas. En seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1671. San Cayetano es el Patrono del Pan, del Trabajo y de los desempleados.
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