San Carlos Lwanga inspiró a sus compañeros a permanecer castos y fieles: Protegió a sus compañeros de los actos homosexuales del rey y murió mártir
San Carlos Lwanga y Compañeros mártires de Uganda.
San Carlos Lwanga (también llamado Luanga, o Carl Lwanga, Kaloli Lwanga) fue uno de los 22 mártires de Uganda que se convirtieron a la fe católica. Perteneció a la tribu Baganda, donde nació y sirvió como jefe de los pajes reales y más tarde como mayordomo en la corte del rey Mwanga II de Buganda. A pesar de que fue bautizado la noche antes de ser condenado a muerte, se convirtió en un líder moral. Fue el jefe de los mensajeros reales del rey y fue considerado el atleta más fuerte y guapo de la corte. Instruyó a sus amigos en la fe católica y personalmente bautizó a los pequeños mensajeros. San Carlos Lwanga inspiró y animó a sus compañeros a permanecer castos y fieles. Protegió a sus compañeros, de 14 a 30 años de edad, de los actos inmorales y demandas homosexuales del rey pagano Mwanga. Por la no obediencia de someterse a los actos inmorales y sus esfuerzos por salvaguardar la fe de sus amigos, Carlos murió quemado en Namugongo el 3 de junio de 1886 por orden de Mwanga.
Fiesta: 3 de junio.
Martirologio Romano: Memoria de los santos Carlos Lwanga y doce compañeros (Estos son sus nombres: Mbaya Tuzinde, Bruno Seronuma, Jacobo Buzabaliao, Kizito, Ambrosio Kibuka, Mgagga, Gyavira, Achilles Kiwanuka, Adolfo Ludigo Mkasa, Mukasa Kiriwanvu, Anatolius Kiriggwajjo y Lucas Banabakintu.), todos ellos de edades comprendidas entre los catorce y los treinta años, que perteneciendo a la corte de jóvenes nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, y siendo neófitos o seguidores de la fe católica, por no ceder a los deseos impuros del monarca murieron en la colina Namugongo, degollados o quemados vivos (1886)
Biografía de San Carlos Lwanga.
El cristianismo era todavía bastante nuevo en Uganda, África, cuando se inició una misión católica en 1879. Los sacerdotes eran miembros de los Misioneros de África.
Debido a su hábito religioso blanco, llegaron a ser conocidos popularmente como los "Padres Blancos". Rey Mwanga no conocía para nada el cristianismo, pero se enojó mucho cuando un católico, José Mkasa, le corrigió por la forma en que estaba viviendo.
El rey había estado involucrado en actos inmorales y de índole homosexual. Estaba especialmente interesado en sus mensajeros reales.
Persecución contra los cristianos.
La ira del rey Mwanga se convirtió en resentimiento y odio hacia José Mkasa y el cristianismo. Algunos de los oficiales ambiciosos del rey alimentaron sus temores con muchas mentiras.
La persecución contra todos los cristianos había comenzado. Encarcelan a José Mkasa y luego lo decapitan el 18 de noviembre de 1885.
Un centenar de personas habían muerto, pero con la muerte de José Mkasa, Carlos Lwanga se convirtió en el principal profesor de la fe cristiana de los mensajeros reales del rey. Inmediato a esto, llegaron a los oídos del rey, por parte de sus asesores, que Carlos Lwanga, jefe de los mensajeros reales, había estado enseñando el cristianismo a sus compañeros, por lo que el rey se retorció de rabia.
El rey era un supersticioso. Su principal ayudante, Katikiro, lo convenció lentamente de que los cristianos eran una completa amenaza para su gobierno, le decía que los cristianos no se inclinaban ante él, ni hacían sacrificios a los dioses, y nunca irían a la guerra, así que envenenó al rey diciéndole: "¿Qué pasaría si todo su reino se convirtiera al catolicismo?" Tambores de guerra golpearon toda la noche llamando a los verdugos.
En una habitación oculta, San Carlos Lwanga bautizó en secreto a cuatro mensajeros. Uno era San Kizito, un pequeño muy alegre y generoso de trece años de edad. Él era el más joven del grupo. San Carlos Lwanga, a menudo, había protegido a Kizito de la lujuria homosexual del rey.
San Carlos Lwanga y su confesión de fe.
Al amanecer, el rey Mwanga reunió a todos sus mensajeros y les dijo con un grito amenazante:
"Queda completamente prohibido profesar la fe católica en mi reino. Los que quieran seguir siendo cristianos irán a la cárcel y serán condenados a muerte".
Así que, dándoles una orden, les dijo:
"Los que quieran seguir siendo cristianos que den un paso hacia adelante".
San Carlos Lwanga, jefe de los mensajeros reales, no dudó ni un solo segundo en declararse cristiano, por lo que fue el primero que dio el paso hacia adelante. Lo siguió Kizito, el más pequeño de los mensajeros, y luego el resto de los jóvenes, para un total de 22.
A todos los apresaron inmediatamente, golpeándolos salvajemente y fueron llevados a prisión.
El martirio y la Iglesia naciente de Uganda.
Todos fueron obligados a caminar treinta y siete millas al sitio de la ejecución. Después de unos días de cárcel, fueron arrojados a un gran fuego y quemados vivos. Lo que el rey no se imaginaba era que la sangre de esos jóvenes mártires llegaría a ser la semilla de la Iglesia naciente en Uganda.
Cuando San Carlos Lwanga fue condenado a muerte, parecía muy tranquilo, se podría decir que hasta se encontraba muy alegre. Iba a ser quemado vivo. Mientras se preparaba para su muerte, pidió ser desatado para poder organizar los palos que arderían bajo sus pies. Luego se acostó sobre ellos.
Cuando el verdugo dijo a Carlos Lwanga que se quemaría lentamente hasta su muerte, Carlos respondió diciendo que estaba muy contento de morir por la fe verdadera.
Durante su martirio, San Carlos Lwanga no emitió ningún grito de dolor, solo se retorció un poco y gimió, "¡Kotanda! (¡Dios mío!)" Fue quemado hasta la muerte el 3 de junio de 1886. Diecisiete de los mártires eran mensajeros reales. Uno de los niños mártires fue San Mbaga. Su propio padre fue el verdugo de ese día. Otro de los mártires, San Andrés Kagwa, murió el 27 de enero de 1887.
Canonización de San Carlos Lwanga.
San Carlos Lwanga fue beatificado por el Papa Benedicto XV el 6 de junio de 1920, y canonizado por Pablo VI, junto con sus 22 compañeros mártires, en Kampala el 18 de octubre de 1964. En el día de su canonización, el Papa pronunció las siguientes palabras:
"Estos mártires africanos añaden al martirologio, al libro de los vencedores, una página que relata hechos a la vez siniestros y magníficos; una página verdaderamente digna de unirse a esos relatos gloriosos del África antigua, de los que los hombres modernos, con nuestra poca fe, pensábamos que nunca encontrarían una continuación comparable ¿Quién podía prever que a estos grandes mártires y confesores de África, a estos personajes inolvidables como Cipriano, Felicidad y Perpetua, y al gran San Agustín, se sumarían un día estos nombres tan queridos por nosotros: Carlos Lwanga, Matías Molumba, Kalemba y sus veinte compañeros. Y es justo mencionar también a quienes, perteneciendo a la comunión anglicana, sufrieron la muerte por el Nombre de Cristo. Estos mártires africanos marcan el inicio de una nueva era, ya que no apunta a la persecución y al conflicto, sino a la regeneración religiosa y política. En efecto, África, rociada con la sangre de estos mártires, los primeros de esta nueva era, ¡y quiera Dios que sean los últimos, ya que su holocausto es tan noble y tan precioso! África, libre e independiente, está renaciendo".
Reflexión sobre San Carlos Lwanga.
Del mismo modo que San Carlos Lwanga, todos somos maestros y testigos de la vida cristiana por los ejemplos de nuestras propias vidas. Todos estamos llamados a difundir la palabra de Dios con valentía, ya sea de palabra o de hecho, confiando en que Dios nos da la fuerza para resistir cualquier tipo de sufrimiento. Al permanecer valientes e inquebrantables en nuestra fe durante los tiempos de gran tentación moral y física, vivimos como Cristo vivió y somos dignos imitadores de su Amor.
Oración a San Carlos Lwanga.
San Carlos Lwanga, qué fuerte y valiente fuiste al practicar el cristianismo sabiendo el peligro que te rodeaba. Eras joven, pero poseías la sabiduría de los tiempos. Durante toda tu prueba, mantuviste tu atención en el Señor Resucitado. Te llenaste de audacia, valentía, madurez y fuerza del Espíritu Santo para seguir adelante en la proclamación de fe durante esos tiempos de tormentas y sufrimientos. San Carlos Lwanga, tus acciones nos mostraron que eres un verdadero hijo de Dios. Ayúdanos, especialmente cuando nos enfrentemos a las dificultades, a saber que somos hijos de Dios y coherederos con Cristo y contigo. Amén. San Carlos Lwanga y Compañeros mártires de Uganda, tú que te enfrentaste al mal encarnado en las atrocidades de un vil rey, te sacrificaste por amor a tu fe, y animaste al cristianismo en África, ruega por nosotros para que tengamos una fe fuerte y valiente como todos ustedes. Amén.
Santos de la semana
Santa Catalina Labouré, Religiosa Mística
Santa Catalina Labouré tuvo el honor de que la Virgen se le apareció para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa de Nuestra Señora
Virgen de la Medalla Milagrosa de la Inmaculada Concepción
La Virgen de la Medalla Milagrosa tiene su origen en la manifestación a Santa Catalina Labouré: Nuestra Señora tiene promesas con la medalla milagrosa
Santiago Alberione, Fundador de la sociedad San Pablo
Santiago Alberione es considerado como un apóstol de las comunicaciones, fundó la sociedad San Pablo y las Paulinas, es el santo patrono de la Internet
Biografía de Santos - Celebraciones y Fiestas de la Iglesia