San Andrés Dung-Lac, fue incansable en su predicación. Ayunaba y llevó una vida sencilla: Junto con sus compañeros mártires convirtió a muchos a la fe
San Andrés Dung-Lac, Sacerdote y compañeros mártires de Vietnam.
San Andrés Dung-Lac fue un sacerdote católico vietnamita ejecutado por decapitación, debido a su fe católica, en el reinado de Minh Mung. Durante la persecución de los cristianos, San Andrés Dung cambió su nombre a Lac para evitar la captura, y de este modo es conmemorado como Andrés Dung-Lac, y al mismo tiempo con todos los mártires vietnamitas de los siglos XVII, XVIII y XIX (1625-1886).
Fiesta: 24 de noviembre.
Martirologio Romano: Memoria de los santos Andrés Dung Lac, sacerdote, y compañeros, mártires. En una única celebración, fueron honrados ciento diecisiete mártires de diferentes regiones de Vietnam, entre ellos ocho obispos, muchos sacerdotes y un gran número de fieles laicos de ambos sexos y de toda edad y condición, en la que todos, prefirieron sufrir el exilio, el encarcelamiento, la tortura y la pena máxima en vez de negar llevan la cruz y renunciar a su fe cristiana.
Biografía de San Andrés Dung-Lac.
El nombre de San Andrés Dung-Lac fue originalmente Dung Un Tran, y nació en 1795 en medio de una pobre familia pagana en Bac-Ninh, Vietnam del Norte.
Cuando tenía doce años, la familia tuvo que mudarse a Ha-Nôi (Hanoi), donde sus padres pudieron encontrar trabajo. Allí conoció a un catequista que se preocupó mucho por él y le enseñó la fe cristiana.
Después de tres años de instrucción, San Andrés Dung-Lac fue bautizado en Vinh-Tri con el nombre cristiano Andrés (Andrés Dung). Después de aprender chino y latín se convirtió en un catequista, y posteriormente enseñó el catecismo en su país. Fue elegido para estudiar teología, y el 15 de marzo 1823 fue ordenado sacerdote.
Como párroco de Ke-Dam, San Andrés Dung-Lac fue un incansable y luchador en su predicación. Ayunaba muy a menudo, llevó una vida austera, buena y sencilla, que era un buen ejemplo para el pueblo y bautizó a muchos nuevos cristianos.
La persecución y el encierro.
En 1835, San Andrés Dung-Lac fue encarcelado bajo las persecuciones del emperador Minh Mang (a quien se le conocía como Nero, el emperador de Vietnam), pero su libertad fue comprada por donaciones de los miembros de la congregación a la cual él servía.
Para evitar persecuciones cambió su nombre por el de Lac (Andrew Lac) y se trasladó a otra diócesis para continuar su trabajo. Pero el 10 de noviembre de 1839, San Andrés Dung-Lac fue detenido nuevamente, esta vez con Peter Thi, otro sacerdote vietnamita, quien se encontraba de visita de manera que él pudiese confesarse.
Una vez más, San Andrés Dung-Lac fue liberado, junto con Peter Thi, a cambio de dinero. Su libertad fue breve. Ellos pronto fueron detenidos nuevamente y llevados a Hanoi, donde ambos fueron severamente torturados y luego decapitado el 21 de diciembre 1839.
Los mártires de Vietnam sufrieron para traer el tesoro más grande que poseían: su fe católica. Ellos fueron capaces de soportar la tortura a la que fueron sometidos porque creían que Jesús estaba con ellos en todo lo que hacían.
San Juan Pablo II canoniza este grupo de mártires.
En un total son 117 mártires en este grupo y aunque murieron en diferentes épocas, todos ellos fueron canonizados por San Juan Pablo II el 19 de junio de 1988.
Del grupo, 96 eran vietnamitas, 11 eran españoles, y 10 eran franceses. Había 8 obispos, 50 sacerdotes y 59 laicos católicos. De los sacerdotes, 11 eran dominicanos, 10 pertenecían a la Sociedad Misionera de París, y el resto eran sacerdotes diocesanos, más un seminarista.
Todos los mártires fueron mencionados individualmente por su nombre en el proceso de canonización: Andrés Dung-Lac, sacerdote diocesano; Thomas Tran-Van-Thien, un seminarista; Emmanuel Le-Van-Pung, padre de familia; los obispos dominicanos Jerónimo Hermosilla y Valentine Berrio-Ochoa; y Juan Teófano Venard.
Oración a San Andrés Dung-Lac.
Oh Dios, fuente y origen de toda paternidad, Tú hiciste que los santos mártires San Andrés Dung-Lac y sus compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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