San Andrés Bobola fue un Jesuita que trabajó por la unidad de los cristianos, hasta que, capturado por los enemigos, lo torturaron y lo decapitaron
San Andrés Bobola, fue un sacerdote y mártir. Murió por su defender su firme creencia en la fe en el año 1657, y además fue, en cierto modo, doblemente perseguido. En vida, fue torturado hasta el martirio y luego, mucho tiempo después de su muerte, su cuerpo fue profanado y maltratado nuevamente por los enemigos de la fe. Es el Santo Patrono de Polonia y Lituania, fue beatificado EL 30 de octubre 1853 por el Papa Pío IX; Llegó entonces la gloria de los altares como santo EL 17 de abril 1938, canonizado por el Papa Pío XI
Fiesta: 16 de mayo
Martirologio romano: En Janow, en Pinsk, junto al río Pripyat en Polonia, San Andrés Bobola, sacerdote jesuita y mártir, que trabajó arduamente por la unidad de todos los cristianos, hasta que, arrestado por los soldados, y con muchísimo agrado, dio al mundo el más alto testimonio de la fe con el derramamiento de su sangre.
Biografía de San Andrés
Andrés, nació en Sandomir, Polonia, en 1591. Proviene de una familia polaca distinguida. En 1611 ingresó en la Compañía de Jesús en Vilna, en la actual Lituania.
Fue ordenado sacerdote en 1622, y nombrado pastor en Niewiez. Allí se ganó la admiración de muchos, no sólo por sus esfuerzos pastorales, sino también por su cuidado heroico, que en 1624, asistió a todas las víctimas de una terrible peste que azotó la región.
El Padre Bobola pasó toda su intensa carrera sacerdotal trabajando en Vilna y en otros lugares como misionero.
Un gran predicador
Con su preparación teológica sólida y el encanto de su palabra, consiguió grandes éxitos trayendo de vuelta a muchos laicos católicos que se volvieron practicantes asiduos de la fe cristiana y en convenció a pueblos enteros para regresar a la unidad con el Papa y la Iglesia Católica.
Durante mucho tiempo, mientras se daba una lucha política y religiosa entre Polonia y Rusia, los jesuitas se convirtieron en hombres marcados, Bobola en particular, fue puesto en la mira de los cismáticos que lo apodaron con el nombre de "el cazador de almas"
Cuando el Padre Bobola ingresaba a un pueblo que tenía una gran población no católica, los cismáticos le enviaban a sus hijos o amigos a insultarlos y a tratar de callarlo mientras él predicaba, pero el Padre Andrés no se dejó desanimar por ellos, practicó la paciencia y la piedad con todos ellos.
La lucha política en contra de la unión de Rutenia polaca se unió el cisma protestante, y generó tiempos muy duros para los católicos; asesinatos y persecuciones por doquier, provocaron episodios sangrientos especialmente por una banda de cosacos que se hacían llamar "cruzados del cisma" y que estaban comandados por el sanguinario y cruel Bogdan Chmielnicki, muchos religiosos y sacerdotes perdieron la vida en aquel entonces.
La llegada del martirio
Todos los jesuitas polacos se vieron obligados a irse de sus iglesias y colegios. El Padre Andrés Bobola fue sorprendido por una banda de cosacos en Janow, inmediatamente después de la celebración de la Santa Misa, fue capturado, le dieron una paliza y fue sometido a una serie de horrendos suplicios, aumentando gradualmente la intensidad detrás de cualquier negativa de unirse al cisma.
En Janow, Bobola fue interrogado y le ordenaba que renegara de su fe católica. Cuando él dio una respuesta firme de nunca abandonar sus creencias, el oficial casi le cortó la mano con una espada.
La barbarie con la que se trató en aquel entonces fue casi increíble: fue quemado y despellejado en varias partes de su cuerpo por sus verdugos, le cortaron la nariz y los labios y su lengua fue arrancada.
Las oraciones que pronunció a Jesús y María en sus últimos momentos parecían hacer caerle muy amargo a sus verdugos quienes aún más furiosos lo terminaron por decapitar. Luego de todo esto, echaron su cuerpo mutilado en un montón de estiércol.
Bobola fue enterrado en la cripta de la iglesia de los jesuitas en Pinsk. Cuarenta años habían transcurridos después de esto, cuando en 1697, su tumba fue redescubierta en la iglesia que se encontraba en ruinas y se hallaron con la sorpresa de que su cuerpo estaba perfectamente incorrupto, a pesar de que nunca había sido embalsamado.
Todavía se encontraban claramente visible en su carne, todas sus heridas y mutilaciones. Era como si Dios, por esta señal milagrosa, había querido preservar las evidencias de su cruel martirio.
La tumba del Padre Andrés, se convirtió en un centro de peregrinación, no sólo para los católicos, sino también para los cismáticos, quienes reportaban que estaban sucediendo grandes cantidades de milagros en la región.
El motivo de su canonización fue introducida inmediatamente, aunque las circunstancias impidieron que su canonización no se realizara sino hasta 1938.
La segunda persecución
Más de una década antes de la canonización, las reliquias atesoradas del Beato Andrés fueron sometidas a nuevas humillaciones. Los bolcheviques llegaron al poder en Rusia en 1917.
En 1922, las tropas soviéticas se hicieron cargo del Santuario (que estaba entonces en Polotsk) y, a sabiendas de la reputación del cuerpo de Bobola por ser incorrupto, rompieron y abrieron la tumba. Sin dejarse impresionar por su perfección de estado, al parecer, quitaron la ropa de su cuerpo y lo tiraron en el piso.
Luego fue llevado a Moscú y puesto en exhibición en un museo médico ateo como una ilustración de la credulidad religiosa. Así fue que el santo fue sometido a su segunda persecución y humillación
El Papa Pío XI, al enterarse de la profanación, pidió al gobierno ruso a consignar las reliquias de él. Una vez que se descubrió el paradero del cuerpo, el padre Edmund A. Walsh, jesuita estadounidense, como emisario del Papa, logró llevarlo a Roma en 1923.
Después de la canonización, las reliquias fueron llevadas de regreso triunfante a Polonia. Actualmente, sus reliquias reposan en la iglesia de San Andrés Bobola en Varsovia.
El cuerpo todavía está bien conservado y tiene aún, hoy en día, todas las marcas de sus horribles torturas.
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