En la Fiesta de la Visitación de la Virgen María, celebramos el encuentro de San Juan Bautista y el Señor, desde los vientres maternos de dos mujeres santas
La Visitación de la Santísima Virgen María: Fiesta.
La Visitación de la Virgen María es una Fiesta Universal de la Iglesia Católica que celebra la visita de María, la Madre de Dios, con el Niño Jesús en su vientre, a su prima Isabel. Esta visita de María a Isabel nos invita a un momento profundamente personal de las Sagradas Escrituras (Lc 1,39-56). El Precursor de la Palabra y el Señor se encuentran ocultos en las entrañas maternales de dos mujeres piadosas y temerosas de Dios. Sin embargo, incluso antes de que las dos mujeres dieran un abrazo al verse, Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, después del Saludo de María a Isabel, al haber reconocido la presencia del Señor y el Mesías en el vientre de María.
Fiesta: 31 de mayo.
La visita de María a Isabel tuvo lugar cuando Isabel estuvo embarazada de seis meses con el precursor de Cristo, San Juan Bautista.
Historia de la Visitación de la Virgen María.
En la Anunciación del Señor, San Gabriel Arcángel, en respuesta a la pregunta de María: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?" (Lucas 1,34), le había dicho: "tu prima Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios" (Lucas 1,36-27)
San Lucas nos cuenta que María emprendió a toda prisa el largo y peligroso viaje desde Nazaret a un pueblo de la región montañosa de Judea al saber por las palabras del Ángel que su prima Isabel estaba embarazada. Ella tenía claro lo que quería y no permitió que nadie ni nada la detuviese.
Análisis sobre la Visitación.
Hay dos aspectos esenciales que vemos en la escena de la Visitación de la Virgen María que debemos considerar.
1. Agenda personal de María e Isabel.
Cualquier asunto pendiente en la agenda personal de María e Isabel es dejado a un lado. Ambas mujeres tenían muy buenas razones para estar muy preocupadas con sus embarazos y todo lo que conlleva traer una nueva vida al mundo.
Ambas tenían derecho a enfocarse en sí mismas por un tiempo. María visita a su prima Isabel para ayudarla y también para ser ayudada por ella.
Estas dos grandes mujeres se consolaban entre sí, compartieron sus historias, y se dieron la una a la otra el don del servicio en medio de la nueva vida que debieron haber experimentado: Isabel, después de sus largos años de esterilidad y ahora su repentino embarazo, y María, después de su encuentro con el mensajero celestial, y su situación matrimonial "irregular" de aquel tiempo aunado a su embarazo.
2. El apuro de la Virgen María
En su comentario sobre el Evangelio de Lucas, San Ambrosio de Milán describe este apuro de María con una frase en latín casi intraducible: "nescit tarda molimina Spiritus Sancti gratia" lo que podría significar: "la gracia del Espíritu Santo no conoce de esfuerzos retrasados" o "Los esfuerzos retrasados son extraños a la gracia del Espíritu Santo".
La libre elección de María de avanzar hacia adelante y hacia el exterior es reflejo de una decisión tomada en lo profundo de su corazón, seguido de una acción inmediata.
¿Cuántas cosas hay en nuestra vida hemos soñado realizar, que deberíamos haber hecho, y nunca hicimos? ¿Cartas que deberíamos haber escrito, sueños que deberíamos de haber realizado, gratitud que debimos expresar, el afecto que nunca mostramos? El aplazar las cosas, retrasarlas, pesan mucho sobre nosotros, nos desgasta y nos desanima
Enseñanzas de la Visitación de la Virgen María.
La historia de la Visitación de María a Isabel nos enseña una lección importante: cuando Cristo está creciendo dentro de nosotros, seremos conducidos a personas, hacia lugares y situaciones que nunca hemos soñado. Vamos a tener palabras de consuelo y de esperanza que no serán nuestras. En el mismo acto de consolar a otros, seremos consolados.
Vamos a estar en paz, sentirnos recogidos, porque sabemos que por muy insignificante que parezca nuestra vida y nuestros problemas, a partir de ellos Cristo se está formando en nuestro interior.
Las mujeres del Evangelio de hoy nos muestran que es posible ir más allá de nuestras propias pequeñas agendas personales y participar en el ministerio auténtico del servicio y la entrega, del verdadero ministerio del amor.
La Visita de María trae paz, alegría y salvación.
La presencia de Nuestro Señor Jesucristo en el vientre de María irradia hacia el exterior una fuerza poderosa capaz de irradiar a todo aquel que se encuentra con Él. Esto ocurre realmente en las palabras y los gestos de fe que surgen de Santa Isabel y de su hijo, Juan el Bautista.
Cuando la Virgen María, visita a su prima Isabel y le saluda a la distancia, de inmediato, Juan el Bautista, primo de Jesús, salta de alegría dentro del vientre de Isabel. Así entonces, Santa Isabel, llenándose del Espíritu Santo debido a ese saludo lleno de gracia, reacciona pronunciando esas palabras que innumerables voces rezarán por toda la eternidad, en innumerables idiomas, y repetidas, millones de veces, en los siglos posteriores y en los venideros, por todas las generaciones: "Bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre". La Visitación de la Virgen María es una de las fuentes del rezo del Ave María.
En este momento, Santa Isabel se convierte en una verdadera profeta. Nosotros somos testigos ahora de esas palabras. Las palabras de Isabel, provenientes de las inspiraciones del Espíritu Santo, de quien se llenó a través del saludo de María, ahora son palabras verdaderas para toda la eternidad.
La Visitación de María y el Magníficat.
Fue durante la Visitación cuando la Santísima Virgen María recitó su famosa oración del Magníficat, que quedarían grabadas para toda la eternidad. Hoy, el Magníficat se ha convertido en un hermoso canto de adoración a Dios. Son muchos los religiosos y laicos de todo el mundo que han encontrado en estas palabras, consuelo y paz, y han hecho de ellas una verdadera devoción, recitándolo a diario en la oración de la tarde en todo el mundo.
Magníficat, o Cántico de María
Esa hermosa oración la encontramos en el Evangelio de Lucas. La oración del Magníficat (En latín significa:"alaba [mi alma al Señor]") sigue a continuación.
"Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. Porque él miró con bondad la pequeñez de su esclava. En adelante todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes en mí: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Él hizo proezas con su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó del trono a los poderosos y enalteció a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió con las manos vacías. Auxilió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
La caridad auténtica de María.
El viaje de María para visitar a su prima Isabel nos demuestra la llamada a vivir en comunidad. A veces, nuestra presencia física es el mejor regalo que podemos darle a otra persona. Nos recuerda también que María lleva a Cristo en su interior en su peregrinación, lo que le da otro gran significado a su decisión de ofrecer apoyo a su prima.
El Papa San Juan Pablo II lo reconoció en una homilía de 1997, cuando reflexionó sobre la Visitación: "En este acto de solidaridad humana, María demostró que la caridad auténtica, crece dentro de nosotros cuando Cristo está presente".
En nuestra vida pasajera, debemos practicar también ese ministerio: hacer cosas por los demás, amar a las personas difíciles, servir a los pobres, enseñar a otros, permitir servir y ser servidos, enseñar, cuidar, consolar y amar sin horarios ni limitaciones.
Tales momentos nos liberan de nuestros propios egoísmos y nos permiten cantar con alegría el Magníficat como María, a lo largo de nuestra vida, y celebrar así, las grandes cosas que Dios hace por nosotros y nuestro pueblo. Santa María, ruega por nosotros.
La Visita de María a toda la humanidad.
San Lucas Evangelista, en su Evangelio, nos cuenta tantos detalles de la vida de la Virgen María que son suficientes para apreciar cómo debe ser la vida un cristiano y discípulo de Cristo. Seguramente, muchas cosas preciosas se dejaron de escribir también de ella. Recordemos las palabras del Apóstol San Juan escribe al final de su Evangelio, de que Jesús hizo y dijo muchas otras cosas que no están escritas. Tal vez se pueda decir lo mismo de Nuestra Santísima Madre de Dios. Se pronunciaron muchas palabras, se hicieron muchos gestos y se produjeron muchos eventos milagrosos y fascinantes, pero no fueron registradas y seguirán siendo un misterio. Sin embargo, si supiéramos todo lo que hay que saber sobre Dios y las cosas de Dios, lo que nos esperan en el Cielo, ya no sería sorpresa.
María es realmente una bendición entre las mujeres, y su fruto ha cambiado el mundo. La humildad de María se desvía instintivamente. Alaba la fuente de toda bondad, Dios, en lugar de la bondad de su propia generosidad. Todas las cosas, salvo el mal, pueden remontarse a Dios. María está a la cabeza del camino para despejar la enmarañada senda que ha crecido desde el pecado de Eva. Con la humanidad cerca, María nos lleva a descubrir de nuevo la fuente de toda verdad, bondad y belleza.
Oración por la fiesta de la Visitación.
Santa Virgen María y Santa Isabel, su generosidad al cooperar con la voluntad de Dios, inició los maravillosos acontecimientos del Nuevo Testamento. Les rogamos que, por esa visita gloriosa registrada para bendición de toda la humanidad, también nosotros seamos llenos de la fuerza del Espíritu Santo, y proclamemos la Verdad, la Justicia, el amor y la Misericordia de Dios, con valentía y alegría cristiana. Que, a través de este misterio de la Visitación, seamos igualmente generosos en el servicio, al cooperar con los planes de Dios para nuestras vidas, conociendo el principio, pero no el final, encendiendo esas chispas que inician el fuego de la fe, en los corazones necesitados de un encuentro personal con Jesús. Lo pedimos, por el Nombre de Cristo, nuestro Señor. Amén.
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