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Categoría: Celebración del día

Santa Rebeca de Himlaya (Santa Rafka) fue una monja maronita mística que le pidió a Dios el sufrimiento y dedicar su vida a la oración: Biografía y vida

Santa Rafka (Rebeca) La Monja que quiso sufrir por Amor a Dios.

Santa Rafka (Rafqa) también conocida como Santa Rebeca (Rafka Pietra Choboq Ar-Rayès, O.L.M.), fue una monja maronita libanesa y mística que pidió a Dios el sufrimiento o enfermedad para poder unirlos a los sufrimientos del Señor, y así, mediante la oración, dedicar su vida por la salvación de las almas. Nació en Hemlaya, Líbano, el 29 de junio de 1832. Era la única hija de sus padres, Saber El-Choboq El-Rayess y Rafka Gemayel. Fue bautizada el 7 de julio de 1832 y recibió el nombre de Boutroussieh.

Fiesta: 23 de marzo.

 

Martirologio romano: En el lugar de ad-Dahr, en el Líbano, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayy_s, virgen de la Orden Libanense de San Antonio de los Maronitas, que ciega a los treinta años, y paralizada después en todos los miembros, permaneció en oración, fija solo en Dios (1914).

Biografía de Santa Rebeca (Santa Rafka)

Los padres de Santa Rafka, eran cristianos devotos y le enseñaron las oraciones diarias. Según cuentan, su infancia fue feliz y sencilla, hasta que a los 7 años murió su madre, Rafka (que le da nombre).

La muerte de su madre inició un periodo de tribulación para Rafka y su padre, que pronto tuvieron dificultades económicas. Rafka fue enviada a trabajar como empleada doméstica durante cuatro años para ayudar a mantener a la familia. Durante ese periodo, trabajó en Damasco, lejos de su padre.

En 1847, Santa Rafka regresó y descubrió que su padre se había vuelto a casar. Su nueva esposa deseaba que Rafka se casara con su hermano. Al mismo tiempo, una tía quería concertar un matrimonio entre Rafka y su prima.

 

Santa Rafka (Santa Rebeca) Monja Mística

Santa Rafka y su llamado.

Cuando Santa Rafka tuvo conocimiento de esta noticia que tenía que ver con su vida, ella puso todo en manos de Dios. Se encontró dividida entre dos posibles pretendientes y bajo la presión de la familia para que tomara dos decisiones diferentes. Recurrió a la oración y pidió a Dios que la guiara. Su respuesta sorprendió a todos. Santa Rafka no se casaría con ninguno de los dos hombres, sino que dedicaría su vida a Jesús y se convertiría en monja.

Así entonces, Santa Rafka viajó al convento de Nuestra Señora de la Liberación en Bikfaya. Se unió a las Mariamettes, fundadas por el padre Jospeh Gemayel.

Santa Rafka, monja de Dios.

Según cuenta la tradición, cuando Santa Rafka entró en el convento y contempló el icono de Nuestra Señora de la Liberación, ella escuchó la voz de Dios que le decía: "Te harás monja". La madre superiora del convento la aceptó de inmediato, sin rechistar. Poco después, su padre y su nueva esposa llegaron para intentar disuadir a Santa Rafka del camino elegido por Dios. Ella se negó a marcharse y siguió entregada a su vocación.

La enviaron a Deir El Qamar para enseñar el catecismo. La ciudad se convirtió en escenario de disturbios civiles y, al parecer, en una ocasión salvó a un niño de ser asesinado escondiéndolo bajo sus ropas. Sirvió en Deir El Qamar durante un año.

En 1861, regresó a su congregación y se convirtió en novicia. El 19 de marzo de 1862, emitió sus votos temporales y fue destinada al servicio de cocina en un seminario.

Santa Rafka pasó su tiempo libre aprendiendo árabe, escritura y aritmética. También ayudó a convencer a otras chicas para que se unieran a la congregación. En 1863, continuó trabajando como maestra, primero en una escuela de su congregación en Biblos, y luego en el pueblo de Maad, donde ella y otra hermana establecieron una nueva escuela para niñas.

Tras este primer periodo, Santa Rafka escuchó repetidamente mensajes del cielo. Cuando su orden se enfrentó a una crisis, Dios le dijo: "Seguirás siendo monja". Y oyó las voces de los santos que le ordenaban entrar en la Orden Maronita Libanesa. Ella obedeció. La hermana Rafka hizo sus votos solemnes en la nueva orden el 25 de agosto de 1872.

Durante su tiempo, era conocida por ser tranquila y contemplativa. Se dedicaba a la oración y hablaba poco. Era habitual que hiciera sacrificios y viviera con gran austeridad.

Santa Rafka, la monja que quiso sufrir.

En octubre de 1885, la Hermana Rafka hizo una petición inusual a Jesús, pidiendo compartir su sufrimiento. Era el primer domingo de octubre, fiesta del Santo Rosario. San Rafka rezaba delante del Santísimo Sacramento dirigiéndose al Señor: "¿Por qué Dios mío te alejaste de mí y me abandonaste? ¿Por qué no me has visitado con una enfermedad? ¿Te habrás olvidado de tu esclava?"

Esa misma noche, cuando se disponía a dormir, comenzó a sentir un terrible dolor en la cabeza, que se trasladó a los ojos. Su superiora se preocupó por el dolor de Rafka y ordenó que fuera examinada por los médicos y enviada a Beirut para recibir tratamiento.

Al pasar por la iglesia cercana de Biblos, los feligreses hicieron notar que un médico estadounidense se encontraba en la zona. Localizaron al médico, que recomendó una intervención quirúrgica inmediata para la hermana Rafka.

Durante la operación, ella rechazó la anestesia, y el médico cometió un error que hizo que su ojo saliera de su órbita y cayera al suelo. La hermana Rafka, en lugar de entrar en pánico, bendijo al médico diciendo: "Por la pasión de Cristo, que Dios bendiga sus manos y que Dios se lo pague". La operación no tuvo éxito. Poco después, el dolor entró en su ojo izquierdo.

Durante los siguientes 12 años, experimentó dolor en el ojo restante y dolores de cabeza. En ningún momento dio marcha atrás en su deseo de compartir el sufrimiento de Cristo. Por el contrario, permaneció alegre en la oración y paciente en su sufrimiento. Permaneció en silencio durante largos periodos, hablando con poca frecuencia, pero siempre con alegría.

En 1887, la hermana Rafka fue enviada con otras cinco hermanas a fundar un nuevo monasterio en Jrabta, Batroun, en el Líbano. Hizo lo que le pidieron, trabajando paciente y diligentemente como pudo a pesar de su sufrimiento. En 1899, se quedó ciega y la parálisis se apoderó completamente de ella.

Finalmente, quedó confinada en la cama, casi paralizada y solo capaz de acostarse sobre su lado derecho. Su cuerpo se marchitaba, pero sus manos seguían siendo capaces, y las utilizaba para tejer calcetines. Le salió una herida en el hombro izquierdo, a la que se refería como "la herida en el hombro de Jesús". Esto herida continuó infligiéndole un dolor muy agudo durante siete años.

Era la mañana del jueves, en la fiesta del Santísimo Sacramento, Rafka le dijo a su superiora: "Si pudiera asistir a la misa, en este día de tan noble fiesta", las hermanas trataron de llevarla asiendo las cuatro puntas de la sábana, pero al tratar de levantarla le dolió la cadera izquierda, entonces la dejaron en su cama.

Cuando la misa empezó y las monjas estaban en el oratorio, Santa Rafka entró arrastrándose en la iglesia. Las monjas se sorprendieron y se emocionaron, la superiora se levantó para ayudarla, pero Santa Rafka le hizo una señal con la cabeza de que la dejaran entrar sola. Más tarde la madre superiora le preguntó cómo había hecho para desplazarse hasta el templo, a lo que Rafka respondió: "No sé nada; le pedí a Jesús que me ayudara, y de repente sentí que los pies se resbalaban de la cama, pude bajarme y llegar hasta allí".

Muerte de Santa Rafka (Rebeca)

El 23 de marzo de 1914, Santa Rafka recibió su última comunión e invocó a Jesús y a la Sagrada Familia, y luego fue a su recompensa en el Cielo. Después de ser enterrada en el cementerio del monasterio, una luz apareció sobre su tumba durante tres días consecutivos y fue presenciada por muchos. Desde ese día, a través de su intercesión, Dios obró multitud de milagros a las personas que acudían a su tumba para rezarle. La tumba de Santa Rafka se convirtió en lugar de peregrinación, en un manantial de gracia, bendiciones y curaciones para todos los creyentes.

En 1925 se abrió un proceso de beatificación en el Vaticano y al año siguiente se inició la investigación sobre su vida. Luego, en el año 1927, se exhumó su tumba y se volvió a enterrar en la iglesia del monasterio.

El Papa San Juan Pablo II declaró venerable a Santa Rafka (Rebeca) el 11 de febrero de 1982 y fue beatificada el 17 de noviembre de 1985. Finalmente, fue reconocida como santa el 10 de julio de 2001, canonizada por el mismo Papa San Juan Pablo II.

Oración a Santa Rafka.

Oh, Jesucristo, Dios y Señor nuestro, impresionaste tanto la vida de Santa Rafka que se convirtió en la maestra, la trabajadora, la monja orante y tu compañera en el Misterio de la Redención. Te pedimos, por la intercesión y las oraciones de Santa Rafka, que bendigas a los niños; que ilumines a los jóvenes; que transformes el trabajo y los sufrimientos de la gente en bendiciones; que concedas las gracias de la recuperación, la alegría y la felicidad a los enfermos y que respondas a las oraciones de aquellos, reunidos en tu nombre en las iglesias y monasterios. Oh, Señor, así como agraciaste a Santa Rebeca con las bendiciones de la vida eterna, permítenos vivir como ella en la fe, la esperanza y el amor, para que podamos glorificarte y darte gracias con ella, con la Virgen María y con todos los santos, por siempre. Amén.

Santos de la semana

Adaptación y contenido agregado: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: Catholic.org

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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