San Martín, Papa y mártir: En él se cumplió lo que dijo San Pablo: Después de un corto sufrir en esta tierra, nos espera un inmenso gozar en el Cielo
San Martín, el último Papa mártir de la Iglesia: Biografía.
San Martín, Papa de la Iglesia católica, (Martín I, en latín: Martinus I, también conocido como Martín el Confesor) fue el último Papa martirizado y uno de los que además sufrió el destierro. En la historia de la Iglesia Católica son más de 40 los pontífices que han sufrido el martirio. Fue embajador del papa Teodoro I en Constantinopla y para luego ser elegido para sucederle como Papa y llegar a ser el obispo de Roma desde el 21 de julio de 649 hasta su muerte. Debido a que se opuso rotundamente al monotelismo, el Papa Martín I fue arrestado por el emperador Constancio II, llevado a Constantinopla para ser finalmente desterrado. Luego de haber sufrido muchos padecimientos y de falta de lo necesario, más que por la enfermedad o la vejez, el Papa San Martín partió a la patria celestial en el año 656. Es considerado santo y mártir por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa oriental.
Fiesta: 13 de abril.
Martirologio romano: San Martín I, papa y mártir, que condenó la herejía de los monotelistas en el Concilio de Letrán y, por orden del emperador Constante II, fue arrancado de su sede por el exarca Calíope, que entró por la fuerza en la basílica de Letrán, enviando al Pontífice a Constantinopla y encerrándolo en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia, siendo por fin desterrado al Quersoneso, donde, después de unos dos años, concluyeron sus tribulaciones, alcanzando la corona eterna (656)
Biografía de San Martín, Papa.
El Papa San Martín nació en Todi, Italia, y se distinguió entre los sacerdotes de Roma por su santidad y su sabiduría.
Fue elegido Papa el año 649 y poco después convocó a un Concilio o reunión de todos los obispos, para condenar la herejía de los que decían que Jesucristo no había tenido voluntad humana, sino solamente voluntad divina (monotelistas se llaman estos herejes).
Como el emperador de Constantinopla Constante II era hereje monotelista, mandó a un jefe militar con un batallón a darle muerte al pontífice. Pero el que lo iba a asesinar, quedó ciego en el momento en el que lo iba a matar, y el jefe se devolvió sin hacerle daño.
Luego envió constante a otro jefe militar, el cual aprovechando que el Papa estaba enfermo, lo sacó secretamente de Roma y lo llevó prisionero a Constantinopla. El viaje duró catorce meses y fue especialmente cruel y despiadado.
Al Papa San Martín no le daban los alimentos necesarios y según dice él mismo en sus cartas, pasaron 47 días sin que le permitieran ni siquiera agua para bañarse la cara. Un verdadero martirio que él soportó con especial paciencia. En aquellos días dejó escritas estas palabras: "Me martiriza el frío. Sufro hambre y estoy enfermo. Pero espero que por estos sufrimientos les concederá Dios a mis perseguidores, que después de mi muerte se arrepientan y se conviertan".
Padecimientos de Santa Martín, Papa.
En Constantinopla expusieron al Papa San Martín al público como un malhechor, para que las gentes se burlaran de él. Pero lo que consiguieron fue hacer que muchísimos admiraran la virtud de aquel santo varón que todo lo sufría con admirable valor.
Un tribunal de herejes lo condenó sin permitirle que dijera ni siquiera una palabra en su defensa. Lo tuvieron tres meses padeciendo en la cárcel destinada a los condenados a muerte, y luego lo sacaron de la cárcel por una petición que hizo el Patriarca arzobispo de Constantinopla poco antes de morirse, pero lo enviaron al destierro.
El Papa San Martín fue escribiendo en sus cartas lo que le iba sucediendo en aquellos prolongados martirios. En uno de esos escritos cuenta cómo lo llevaron sin las más mínimas muestras de consideración o respeto a Crimea (en el sur de Rusia, junto al Mar Negro) donde estuvo por meses y meses abandonado de todos, sufriendo hambre y desprecios, pero enriqueciéndose para el cielo en el ofrecimiento diario de sus padecimientos a Dios.
Sus sufrimientos eran tan grandes que cuando alguien lo amenazó con que le iban a dar muerte, exclamó: "Sea cual fuere la muerte que me den, seguramente no va a ser más cruel que esta vida que me están haciendo pasar".
Lo amenazaron con dejar su cuerpo expuesto a que lo devoraran los cuervos y respondió: "En cuánto a mi cuerpo, Dios se encargará de cuidarlo. Dios está conmigo. ¿Por qué me voy a preocupar?".
Y dando un suspiro de esperanza, añadió: "Espero que el Señor Dios tendrá misericordia de mí y no prologará ya por mucho tiempo el tiempo de mi vida en este mundo".
De veras que sus sufrimientos debieron ser muy grandes para desear más bien morir que seguir viviendo. En su última carta, dice así el Papa San Martín: "Estoy sorprendido del abandono total en que me tienen en este destierro los que fueron mis amigos. Y más me entristece la indiferencia total con la que mis compañeros de labores me han abandonado. ¿Qué no tienen dinero? ¿Pero no habría ni siquiera unas libras de alimento para enviarlo? ¿O es que el temor a los enemigos de la Iglesia les hace olvidar la obligación que cada uno tiene de dar de comer al hambriento? Pero a pesar de todo, yo sigo rezando a Dios para que conserve firmes en la fe a todos los que pertenecen a la Iglesia".
El Papa San Martín murió más de padecimientos y de falta de lo necesario que de enfermedad o vejez, en el año 656.
En Constantinopla, donde había sido tan humillado, fue declarado santo y empezaron a honrarlo como a un mártir de la religión. Y en la Iglesia de Roma se le ha venido honrando entre el número de los santos mártires.
Martín I: después de ser humillado por unos años, ha seguido siendo glorificado por muchos siglos. En él se ha cumplido lo que anunció San Pablo: "Después de un corto sufrir en esta tierra, nos espera un inmenso gozar en la gloria celestial".
"Dichosos sean ustedes cuando los persigan por causa de mi Nombre. Alégrense porque grande será el premio que les espera". (Jesucristo).
Oración al Papa San Martín.
Oh Dios, que fundaste tu Iglesia sobre los más firmes cimientos de una roca apostólica Para liberarla de los terribles poderes del infierno, te rogamos que, por la intercesión tu mártir y soberano Papa San Martín, podamos ser fieles a tu verdad y permanecer en tu amor, para disfrutar siempre de una defensa segura a tu lado. Todo esto lo pedimos, a través de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por siempre y para siempre. Amén. San Martín, humilde Papa mártir, ruega por nosotros.
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