San Saturnino se hizo bautizar por San Juan Bautista y consagrado obispo por el Apóstol San Pedro: Asistió a la multiplicación de los panes y la Santa Cena
San Saturnino: Obispo bautizado por San Juan Bautista.
San Saturnino fue uno de los primeros cristianos bautizados por San Juan Bautista y convertido a la fe por la predicación de Jesús. Según la tradición estuvo presente en la multiplicación de los panes, en la santa cena. También se relata que, cuando Jesús apareció resucitado, fue San Saturnino quien le llevó pescado asado y un panal de miel. Asistió a la última pesca milagrosa y estuvo presente en el Cenáculo el día de Pentecostés.
Fiesta: 29 de noviembre.
San Saturnino de Toulouse nació bajo la fortuna de una familia de la nobleza romana del siglo III. Al crecer fue bautizado por San Juan el Bautista y se hizo misionero en la Galia, los Pirineos y la Península Ibérica. Su fe y devoción a Cristo produjo muchas conversiones en sus seguidores, incluyendo a un granjero ahora conocido como San Honesto, que se unió a él como misionero. San Saturnino fue encarcelado en Carcassone por el prefecto Rufino, pero luego, él y su grupo fueron liberados por un ángel de Dios. Se convirtió en el primer obispo de Toulouse (en la Francia moderna), en donde realizó muchas curaciones milagrosas.
Biografía de San Saturnino de Tolosa.
Históricamente, apenas se sabe nada sobre el primer arzobispo de Tolosa, San Saturnino, pero la historia de su época y de su país y numerosos testimonios relativos a su culto nos ayudan a tener de él un conocimiento más completo.
Según la tradición más fiel que se tiene, San Saturnino nació en Patrás, hijo del rey Egeo de Acaya y de la reina Casandra, hija de Tolomeo. Marchó a Palestina para ver a San Juan Bautista, quien le bautizó y la encaminó hacia Cristo.
Saturnino: obispo consagrado por San Pedro.
San Saturnino siguió al apóstol San Pedro, quien, después de haberle enviado en misión a la Pentápolis y a Persia, le condujo a Roma, donde le consagró obispo.
Después le envió a Tolosa, acompañado de San Papoul. En Nimes convirtió a San Honesto y se lo asoció. Los dos fueron aprisionados en Carcasona y salvados milagrosamente.
En Tolosa, San Saturnino curó de lepra a una dama noble; después envió a Honesto a España; este, cumplida su misión, volvió a buscarle. Saturnino bautizó en Pamplona a cuarenta mil personas
El martirio de San Saturnino.
Los relatos siguientes presentan al siervo San Saturnino atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado.
A este martirio se asocian el de las dos santas mujeres que tuvieron la valentía de levantar el cuerpo de San Saturnino mutilado horriblemente para enterrarle cerca del lugar donde el toro furioso se había detenido, cercano a la ruta de Aquitania.
La liturgia las celebra en la diócesis de Tolosa el día 17 de octubre bajo el nombre de "Santas Doncellas". La Pasión, escrita en el siglo v, precisa que ellas fueron apresadas por los paganos, azotadas con varas y arrojadas despiadadamente de la ciudad.
El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró en papa Urbano II el año 1096.
San Saturnino, antes de ser un mártir, fue fundador de la iglesia local. Su tumba es un signo de apostolicidad, de enraizamiento en la misión primera de los apóstoles; el espíritu de Cristo los empujaba a la conquista del mundo.
El cuerpo del santo fue trasladado en una fecha temprana y todavía se conserva en la Iglesia de San Sernin (o Saturnino), una de las más antiguas y bellas del sur de Francia. Su culto se extendió ampliamente en el extranjero. El relato de sus escritos, conocido como sus "Actas", fue adornado con varios detalles, y las leyendas relacionaron su nombre con el comienzo de las iglesias de Eauze, Auch, Pamplona y Amiens.
San Saturnino fue uno de los mártires más ilustres que Francia ha dado a la Iglesia. Entre otras distinciones, fue el primer obispo de Toulouse. Debido a su ferviente predicación, produjo muchas conversiones, tantas, de hecho, que pronto tuvo una iglesia. San Saturnino no es más que uno de los muchos mártires que fueron horriblemente torturados antes de sucumbir a sus muertes y que, como el grano de trigo, murió para seguir haciendo crecer el Reino de Dios.
Estos mártires, como San Saturnino, siempre fueron muy valientes en el momento de proclamar la fe. Cuando nos veamos tentados a comprometer nuestra fe para mantener la paz o por miedo a la persecución o la pérdida de popularidad, recordemos la valentía de estos mártires.
Oración a San Saturnino.
Oh mi Dios, por la predicación del santo obispo San Saturnino, vuestro mártir, nos habéis llamado a la admirable luz del Evangelio desde las tinieblas de la incredulidad. Haced, por su intercesión, que crezcamos en la gracia y en el conocimiento de Cristo, vuestro Hijo. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Querido Señor, ayúdanos a encender en nuestros corazones la llama del amor que San Saturnino tenía por Ti. Perdónanos, Señor, cuando dejamos de hablar en contra del mal y danos la gracia de ser audaces en nuestro testimonio de fe. Fortalécenos, Señor, para que no nos retiremos de la persecución, sino que siempre proclamemos alegremente nuestro amor por Ti. Amén.
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