San Policarpo de Esmirna fue obispo y discípulo de San Juan Evangelista, el último de los testigos de los tiempos apostólicos, Mártir y Padre de la Iglesia
San Policarpo de Esmirna: Discípulo de San Juan Evangelista.
San Policarpo fue un obispo de Esmirna y uno de los primeros Padres apostólicos de la Iglesia primitiva naciente. Fue un discípulo de San Juan Evangelista, aquel apóstol que recostó su cabeza sobre el regazo del Señor. San Policarpo de Esmirna murió mártir, atado y quemado en la hoguera, y luego fue apuñalado cuando sus verdugos se dieron cuenta de que el fuego no consumía su cuerpo. San Policarpo es considerado uno de los tres principales Padres Apostólicos, junto con San Clemente de Roma e Ignacio de Antioquía. Es considerado Padre de la Iglesia en la Iglesia católica, ortodoxa, oriental, Anglicana y Luterana. Fue San Jerónimo quien aseguró que Policarpo fue discípulo de San Juan el Apóstol y que fue este mismo evangelista que lo había ordenado como obispo de Esmirna.
Fiesta: 23 de febrero.
Martirologio Romano: Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (c. 155)
Biografía de San Policarpo de Esmirna.
San Policarpo, obispo de Esmirna, nació aproximadamente en el año 69 o 70 y recibió el bautismo en la infancia.
San Ireneo afirma que San Policarpo recibió las enseñanzas de los apóstoles, más específicamente del Apóstol San Juan, y junto a todos los demás, lo consagraron obispo de Esmirna, hacia el año 110. San Ignacio reconoció a Policarpo como varón apostólico y le recomendó su rebaño.
San Policarpo fue de un temperamento suave y moderado, amigo de la paz y de la mansedumbre, y así debieron ser sus homilías al pueblo. Hay un solo pasaje en su carta en el que muestra dureza: "El que niegue a Jesús, no lo admita en el testimonio de su cruz, y el que tergiverse sus palabras para satisfacer sus concupiscencias, procede del diablo y es el primogénito de Satanás".
Exhortaciones de San Policarpo.
San Policarpo remitió a la Iglesia de Filipos las cartas de San Ignacio y adjuntó la presente suya, de las cuales decía: "Podréis sacar gran provecho, pues están llenas de fe, de paciencia y de toda edificación en nuestro Señor".
El gran San Policarpo citaba frecuentemente de las Escrituras. En su carta a los filipenses hizo referencia a Mateo, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 1 Pedro y quizás a otras porciones de las Escrituras.
San Policarpo meditó muchísimas veces el Evangelio, las cartas de San Pablo Apóstol, de San Juan, de San Pedro, y hasta leyó las de San Clemente de Roma, y con citas de todas ellas entretejió sus recomendaciones a los fieles de Filipos.
En la carta de San Policarpo a los filipenses hallamos la reafirmación de ciertas verdades bíblicas. Él distingue entre Dios y Cristo, el Padre y el Hijo, y dice que es "por la voluntad de Dios mediante Jesucristo" como alcanzamos la salvación.
Policarpo amonesta además contra el amor al dinero y recuerda a sus lectores que los fornicadores y los hombres que se acuestan con hombres no heredarán el Reino de Dios. (Compárese con 1 Timoteo 6,10; 1 Corintios 6,9-10)
San Policarpo, también exhortó a las esposas a amar a sus esposos, y a los ancianos a ser compasivos y misericordiosos. Insta a todos a ser celosos al ir tras lo bueno.
Finalmente, San Policarpo eleva una súplica al Cielo por todos: "Que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y Jesucristo mismo, quien es el Hijo de Dios, y nuestro Sumo Sacerdote eterno, los edifiquen en la fe y en la verdad, en toda mansedumbre, amabilidad, gran paciencia, autodominio y pureza".
Martirio de San Policarpo.
En el año 154, San Policarpo viajó a Roma para discutir con el Papa Aniceto sobre la fijación de la fecha de la Pascua cristiana; y en la persecución del emperador Decio, fue arrestado y llevado ante el gobernador, y al serle ofrecida la libertad si maldecía a Cristo, contestó: "Ochenta y seis años he servido a Cristo, y Él nada me ha hecho sino el bien, ¿cómo, pues, podría yo maldecirle a Él, mi Señor y Salvador?".
San Policarpo fue quemado vivo, y como las llamas lo lamían sin querer quemarlo, fue preciso apuñalarlo en la hoguera para terminar de darle muerte, el 23 de febrero del año 155.
Mientras San Policarpo sufría de este horrible martirio, levantó su mirada al Cielo y pronunció una hermosa oración que rezó antes de morir.
"Señor, Dios todopoderoso, Padre de tu amado y bendito Hijo Jesucristo, por quien hemos llegado al conocimiento de ti, Dios de los ángeles, de las potencias, de toda la creación, de toda la raza, de los santos que viven a tu vista, te bendigo por juzgarme digno de este día, de esta hora, para que en compañía de los mártires pueda compartir el cáliz de Cristo, tu ungido, y así resucitar a la vida eterna en alma y cuerpo, inmortal por el poder del Espíritu Santo. Que hoy sea recibido entre los mártires en tu presencia como un sacrificio rico y agradable. Dios de la verdad, extraño a la falsedad, tú has preparado esto y me lo has revelado y ahora has cumplido tu promesa. Te alabo por todo, te bendigo, te glorifico por medio del sacerdote eterno del cielo, Jesucristo, tu Hijo amado. Por medio de él, glorifícate, junto con él y el Espíritu Santo, ahora y siempre. Amén".
Así entonces, San Policarpo sufrió el martirio con otros 12 de su rebaño hacia el año 156.
"En Esmirna, la muerte de San Policarpo. Bajo Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, fue llevado ante el tribunal del procónsul; y cuando todo el pueblo en el anfiteatro gritó contra él, fue entregado para ser quemado hasta morir. Pero como el fuego no le causó ningún daño, lo mataron a espada. Así obtuvo la corona del martirio. Con él, otros doce cristianos, procedentes de Filadelfia, encontraron la muerte por martirio en la misma ciudad." (Extraído de El año de gracia de la Iglesia, Pío Parsch)
Legado.
San Policarpo de Esmirna fue reconocido como un líder cristiano por todos los cristianos de Asia Menor, debido a su fuerte fortaleza de fe y lealtad a Jesucristo. Su propia fuerza surgía de su confianza en Dios, incluso cuando los acontecimientos contradecían esta confianza. Viviendo entre paganos y bajo un gobierno opuesto a la nueva religión, dirigió y alimentó a su rebaño. Como Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas y las preservó de más persecuciones en Esmirna. Resumió su confianza en Dios justo antes de morir: "Padre... Te bendigo, por haberme hecho digno del día y de la hora...". (Hechos del Martirio, capítulo 14).
Oración a San Policarpo.
Dios de toda la creación, que te complaciste en dar al obispo san Policarpo un lugar en la compañía de los mártires, concédele, por su intercesión, que, participando con él en el cáliz de Cristo, resucitemos por el Espíritu Santo a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén
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