Santa Isabel de Hungría fue la princesa de los pobres. Es patrona de los enfermos y de la Tercera Orden Franciscana. Santa Isabel fue Madre, viuda y religiosa
Santa Isabel de Hungría, Princesa: Patrona de los Enfermos.
Santa Isabel de Hungría o Santa Isabel de Turingia, fue una princesa del Reino de Hungría y una santa católica muy venerada, siendo ella uno de los primeros miembros de la Tercera Orden de San Francisco, por el cual es honrada como su patrona. Santa Isabel de Hungría vivía entregada a la meditación de las cosas celestiales y, después de la muerte de su esposo, abrazó la pobreza y erigió un hospital en el que ella misma servía a los enfermos. Se le conoce también como la princesa de los pobres. Murió en Marburgo el año 1231.
Fiesta: 17 de noviembre.
Santa Isabel de Hungría es recordada por sus obras de caridad, especialmente por el establecimiento de hospitales. Hoy, docenas de hospitales y centros médicos reciben su nombre, varios de ellos fundados por las Hermanas de San Francisco. Santa Isabel de Hungría vivió en un momento en que los desastres combinados del clima, la guerra, la peste y la pobreza causaron un gran sufrimiento, y se dedicó a ayudar a quienes no tenían a quién recurrir.
Biografía de Santa Isabel de Hungría.
Santa Isabel de Hungría fue la hija de Andrés, rey de Hungría, nació en el año 1207. Siendo aún una niña de 15 años, fue dada en matrimonio por su padre, el Rey de Hungría, al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos.
Santa Isabel y su esposo se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: "Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿cuánto más debiera amarte a ti?".
Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que les criticaban: "Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros".
Santa Isabel de Hungría y los sufrimientos.
Cuando Santa Isabel apenas de veinte años, y con su hijo menor recién nacido, su esposo murió en una cruzada, en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios.
Luego de esto, Santa Isabel rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y a dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.
En cuánto al trono, el sucesor de su marido, la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Santa Isabel de Hungría, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora ella ni sus hijos, no tenían quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría.
Finalmente, algunos familiares recibieron a Santa Isabel en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda. Y así, con ellos, Santa Isabel construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.
Vida religiosa de Santa Isabel de Hungría.
Un Viernes Santo, después de la ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, Santa Isabel de Hungría se arrodilló ante uno, y delante de varios religiosos, hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desamparados.
Santa Isabel de Hungría cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado.
Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para los pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Santa Isabel vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener lo necesario para comprarles medicinas a los enfermos.
Santa Isabel y sus actos de caridad.
Santa Isabel de Hungría Tenía un director espiritual que, para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba: "Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?"
Un día, cuando todavía era princesa, Santa Isabel de Hungría fue vestida al templo con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó: "¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?". Santa Isabel de Hungría nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.
Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en donde colocarlo por el momento, Santa Isabel lo acostó en la cama de su marido, que estaba ausente. Al llegar este, inesperadamente, le contaron el caso, se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso, sino un hermoso crucifijo ensangrentado. Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo.
Santa Isabel de Hungría: mamita buena.
Un sacerdote de aquella época escribió sobre Santa Isabel de Hungría: "Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada".
Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes. El mismo emperador Federico II afirmó: "La venerable Santa Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura".
Muerte de Santa Isabel de Hungría.
Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, Santa Isabel de Hungría pasó de esta vida a la eternidad.
A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.
Santa Isabel de Hungría y las curaciones milagrosas.
El mismo día de la muerte de Santa Isabel de Hungría, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio a parecer a Santa Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo: "¿Señora, Usted, que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?". Y ella sonriente le dijo: "Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado".
El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea. Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense, el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia.
Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente sanado de su dolor y de su enfermedad. Estos milagros y muchos más, movieron al sumo pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte.
Santa Isabel de Hungría ha sido fue escogida como la santa patrona de la Tercera Orden Franciscana y de los enfermos y son muchas las congregaciones religiosas dedicadas a la caridad que llevan su nombre, y más de setenta los templos que la tienen por Patrona.
Oración a Santa Isabel de Hungría.
Oh, Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de tu amada sierva Santa Isabel de Hungría, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Concédenos que, siguiendo su ejemplo, podamos servir con amor y alegría a quienes tienen alguna necesidad o problema. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. Santa Isabel, ruega por nosotros para que tengamos un corazón desprendido de mundo y lleno del amor de Dios. Amén.
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