San Josafat de Lituania fue un obispo que trabajó duramente por la unidad de la Iglesia y perseguido hasta el martirio: Conocido como el ladrón de almas
San Josafat, Mártir: conocido como el Ladrón de Almas.
San Josafat de Lituania fue un monje polaco-lituano y arzobispo de la Iglesia Católica de Lituania que trabajó con gran ardor por la unidad de la Iglesia. San Josafat se destacó por su especial atención a los pobres y por sus penitencias. Fue asesinado por sus enemigos por odio a la fe. A San Josafat se le conoce como el ladrón de almas debido al grandioso don de consejo que poseía con el que ganaba almas para Dios.
Fiesta: 12 de noviembre.
Resumen: Nace en Vladimir de Volhinia por el año 1580, de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica e ingresó en la Orden de san Basilio. Ordenado sacerdote en el rito bizantino en 1609. Ordenado obispo de Vitebsk 1617, meses más tarde, arzobispo de Polotzk, Lituania. Trabajó infatigablemente por la unidad de la Iglesia. Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio el año 1623. Protomártir de la reunificación de la cristiandad. Canonizado en 1867.
Biografía de San Josafat de Lituania.
San Josafat nació en 1580, en Vladimir, una ciudad de la antigua Polonia, San Josafat era hijo de Gabriel Kuncewicz. La suya era una familia de cristianos honorables de rito greco-eslavo, en uso entre los rusos.
Su madre se preocupó de criarlo en el temor de Dios, y en su tierno corazón se formaron los primeros anhelos de virtud.
Apenas entrando a la adolescencia, San Josafat de Lituania se separó voluntariamente de los juegos de sus compañeros para así dedicarse a la oración. Avanzó mucho en sus estudios, prefiriendo siempre las ramas sagradas a las profanas.
San Josafat de Lituania entró de ayudante de un vendedor de telas, y en los ratos libres se dedicaba a leer libros religiosos. Esto le disgustaba mucho al principio al dueño del almacén, pero después, viendo que el joven se dedicaba con tanto esmero a los oficios que tenía que hacer, se dio cuenta de que las lecturas piadosas lo llevaban a ser mejor y mejor cumplidor de su deber.
Y tanto se encariñó aquel negociante con San Josafat, que le hizo dos ofertas: permitirle casarse con su hija y dejarlo como heredero de todos sus bienes. El joven le agradeció sus ofrecimientos, pero le dijo que había determinado conseguir más bien otra herencia: el cielo eterno. Y que para ello se iba a dedicar a la vida religiosa.
San Josafat y sus directores espirituales.
Para su fortuna, San Josafat se encontró con dos santos sacerdotes jesuitas que lo fueron guiando en sus estudios, y lo encaminaron hacia el monasterio de la Santísima Trinidad en Vilma, capital de Lituania, y se hizo religioso, dirigido por los monjes basilianos en 1604.
Al monasterio, lo siguió un gran amigo suyo y personaje muy sabio, Benjamín Rutsky, que será en adelante su eficaz colaborador en todo.
En 1595 los principales jefes religiosos ortodoxos de Lituania habían propuesto unirse a la Iglesia Católica de Roma, pero los más fanáticos ortodoxos se habían opuesto violentamente y se habían producido muchos desórdenes callejeros.
Ahora, San Josafat de Lituania llegaba al convento, el que más iba a trabajar y a sacrificarse por obtener que su nación se pasara a la Iglesia Católica. Pero le iba a costar hasta su propia sangre.
Gusto por la mortificación y la penitencia.
San Josafat de Lituania fue ordenado de sacerdote, pero su vida siguió siendo como la del monje más mortificado. Muchas horas cada día y cada noche dedicadas a la oración. Lectura y meditación en las Sagradas Escrituras y en los libros escritos por los santos.
Como penitencias aguantaba los terribles fríos del invierno y los calores bochornosos del verano sin quejarse ni buscar refrescantes. Cuando lo sorprendía una espantosa tormenta de lluvias, truenos y rayos en pleno viaje, lo ofrecía todo por sus pecados.
Cuando los pobres estaban en grave necesidad, San Josafat de Lituania se iba de casa en casa pidiendo limosnas para ellos, y la humillación de estar pidiendo la ofrecía por sus pecados y por los de los demás pecadores. Pero su especial mortificación era soportar las gentes ásperas e incomprensivas, sin demostrar jamás disgusto ni resentimiento.
La sabiduría de San Josafat.
Este humilde siervo San Josafat fue nombrado superior del monasterio, en Vilma, pero varios de los monjes que allí vivían eran ortodoxos y anti-romanos. Con gran paciencia, mucha prudencia y caridad llena de finura y de santa diplomacia, se los fue ganando a todos.
Ellos se dieron cuenta de que San Josafat de Lituania tenía el don de consejo, y le iban a consultar sus problemas e inquietudes, y sus respuestas los dejaban muy consolados y llenos de paz.
Con sus sabias conferencias, San Josafat de Lituania los fue convenciendo poco a poco de que la verdadera Iglesia es la católica y que el sucesor de San Pedro es el sumo pontífice y que a él hay que obedecer. Con razón, los enemigos de la religión lo llamaban "ladrón de almas".
Como jefe de los monasterios, San Josafat tenía el deber de visitar las casas que pertenecían a la religión. Una vez fue a visitar oficialmente una casa donde vivían unos 200 hombres que decían que se dedicaban a la religión, pero que en verdad no llevaban una vida demasiado santa.
El jefe de esa casa salió furioso a recibirlo con unos perros muy bravos, anunciándole que si se atrevía a entrar allí sería destrozado por esas fieras. Pero San Josafat de Lituania no se acobardó. Les habló de buenas maneras y los logró apaciguar.
Ellos habían determinado echarlo al río, pero después de escucharlo y al darse cuenta de que era un hombre de Dios, santo y amable, aceptaron su visita, se hicieron sus amigos y aceptaron sus recomendaciones. Las personas decían acerca de este suceso: "Ahora sí que se repitió el milagro antiguo: Daniel fue al foso de los leones y estos no le hicieron nada".
Responsabilidades y obras de San Josafat.
En 1617, San Josafat fue nombrado arzobispo de Polotsk, y se encontró con que su arzobispado estaba en el más completo abandono. Se dedicó a hacer muchas obras, entre las cuales:
- Reconstruir templos.
- Obtener que los sacerdotes se comportaran de la mejor manera posible.
- Visitó una por una todas las parroquias.
- Redactó un catecismo y lo hizo circular y aprender por todas partes.
- Dedicaba sus tiempos libres a atender a los pobres e instruir a los ignorantes.
Las gentes consideraban a San Josafat de Lituania como un gran santo. Algunos decían que mientras celebraba misa se veían resplandores a su alrededor. En 1620 ya su arzobispado era otra cosa totalmente diferente.
El asecho de los enemigos.
Pero sucedió que un tal Melecio se hizo proclamar de arzobispo en vez de San Josafat de Lituania(mientras este visitaba Polonia) y algunos revoltosos empezaron a recorrer los pueblos atizando una revuelta contra el santo, diciendo que no querían obedecer al Papa de Roma.
Muchos relajados se sentían molestos porque san Josafat atacaba a los vicios y a las malas costumbres.
En 1623, sabiendo que la ciudad de Vitebsk era la más rebelde y contraria a él, San Josafat de Lituania dispuso ir a visitarla para tratar de hacer las paces con ellos. Sus amigos le rogaban que no fuera, y varios le propusieron que llevara una escolta militar. Él no admitió esto y exclamó: "Si Dios me juzga digno de morir mártir, no temo morir".
El recibimiento fue feroz. Insultos, pedradas, amenazas. Cuando una chusma agresiva lo rodeó insultándolo, San Josafat de Lituania les dijo:
"Sé que ustedes quieren matarme y que me atacan por todas partes. En las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza Central, en todas partes me han insultado. Yo no he venido en son de guerra, sino como pastor de las ovejas, buscando el bien de las almas. Pero me considero verdaderamente feliz de poder dar la vida por el bien de todos ustedes. Sé que estoy a punto de morir, y ofrezco mi sacrificio por la unión de todas las iglesias bajo la dirección del sumo pontífice".
Martirio de San Josafat.
Los enemigos se propusieron poner una trampa a San Josafat de Lituania para poderlo matar. Le enviaron un individuo que todos los días llegaba a su casa, mañana y tarde a insultarlo.
Al fin uno de los secretarios del arzobispo detuvo al insultante para que no faltara más al respeto al prelado, y esta era la señal que los asesinos buscaban. Inmediatamente, dieron voz de alarma en toda la ciudad, reunieron la chusma y se lanzaron a despedazar a todos los ayudantes de San Josafat.
Cuando San Josafat de Lituania vio que iban a linchar a sus colaboradores, salió al patio y gritó a los atacantes:
"Por favor, hijos míos, no golpeen a mis ayudantes, que ellos no tienen la culpa de nada. Aquí estoy yo para sufrir en vez de ellos".
Al oír esto, los jefes de la sedición gritaron: "¡Que muera el amigo del Papa!", y se lanzaron contra él. Le atravesaron de un lanzazo, le pegaron un balazo, y arrastraron su cuerpo por las calles de la ciudad y lo echaron al río Divna.
Era el 12 de noviembre de 1623. Meses después, los verdugos se convirtieron a la fe católica y pidieron perdón de su terrible crimen.
San Josafat de Lituania fue canonizado en 1867 por el Papa Pío IX. Fue el primer santo de la Iglesia de oriente canonizado con proceso formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de occidente. La reforma litúrgica movió la fiesta al 12 de noviembre.
El Papa Pío XI declaró a San Josafat de Lituania como el santo patrono de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos el 12 de noviembre de 1923, III centenario de su martirio. El 25 de noviembre de 1963, durante el Concilio Vaticano II y por petición del Papa Juan XXIII, quien estaba muy interesado en la unidad, el cuerpo de San Josafat finalmente encontró su descanso en el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.
"Estoy aquí entre ustedes como un pastor y deben saber que soy muy feliz de dar mi vida por ustedes. Estoy dispuesto a morir por la santa unión, por la supremacía de San Pedro y su sucesor, el sumo pontífice". San Josafat de Lituania.
Oración a San Josafat.
Te suplicamos, oh Señor, que levantes a tu Iglesia con ese Espíritu con el que se llenó tu siervo San Josafat, tu mártir y obispo, cuando dio su vida por sus ovejas: para que, por su intercesión, también nosotros seamos movidos y fortalecidos por el mismo Espíritu, y no nos alejemos de dar la vida por nuestros hermanos. Todo esto lo pedimos a través de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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