San Jerónimo Emiliani, Fundador de los Padres Somascos: Biografía

San Jerónimo Emiliani fue uno de los religiosos más queridos de toda Italia por su particular trato humanitario para con los huérfanos y niños abandonados. Se convirtió luego de haber llevado una vida mundana, fue ordenado sacerdote y dedicó su vida a los pobres, los enfermos y los huérfanos. Fundó una Congregación conocida como la orden de los Padres Somascos. San Jerónimo Emiliani es el santo patrono de los huérfanos y los niños abandonados. Fue canonizado en el año 1767.

Fiesta: 8 de febrero.

Martirologio Romano: San Jerónimo Emiliani, que en su juventud se dejó llevar por la cólera y la lujuria, pero, tras ser encarcelado por sus enemigos, se convirtió a Dios y se entregó al cuidado de los más necesitados, especialmente de los huérfanos y enfermos. Junto con los compañeros que logró reunir, dio inicio a la Congregación llamada de los Clérigos Regulares de Somasca, y después, mientras atendía a los enfermos en esa misma población de Somasca, cerca de Bérgamo, en Lombardía, contrajo la peste y falleció piadosamente.

Biografía de San Jerónimo Emiliani.

San Jerónimo Emiliani nació en 1486, en Venecia, proveniente de una familia de la nobleza muy distinguida. Al llegar a su juventud, San Jerónimo Emiliani elige la carrera de militar, quien llega a ser capitán y defensor de su patria. Lucha contra la Liga de Cambray; Austria, Francia, Alemania, etc.

Llegando a ser prisionero por las fuerzas enemigas, San Jerónimo Emiliani es liberado milagrosamente por la Santísima Virgen el 27 de septiembre de 1511.

En seguida, San Jerónimo Emiliani deja las armas en las que había puesto sus ideales y esperanzas, cambia su vida y se entrega a Cristo Crucificado, sirviendo a los más pobres, enfermos, ancianos, particularmente los niños huérfanos que había dejado la guerra.

En Venecia, Verona, Vicencia, así como Milán y Pavía, abre sus primeros orfelinatos para acoger y educar cristianamente a las multitudes de niños y jóvenes. Les enseña artes y oficios, para que se ganen la vida honradamente.

Vocación de San Jerónimo Emiliani.

Así entonces, San Jerónimo Emiliani es el primero que elabora el catecismo de pregunta y respuesta. A las jóvenes que se dedicaban a una vida fácil, las lleva a una conversión en el amor de Dios, para una vida más digna.

En su vocación entregada al servicio, San Jerónimo Emiliani atiende y cura a los enfermos. Entierra a los muertos, trabaja con los campesinos. En el momento de descanso aprovecha para enseñarles las verdades de la fe. Obra increíbles milagros a favor de todos

Él, heroicamente, entrega su vida a Cristo. Hizo suyas aquellas palabras del Evangelio: "Dejad que los niños vengan a mí".

A San Jerónimo Emiliani constantemente se le oía decir: "Quiero vivir y morir con ellos", refiriéndose a los pequeños. Dedicaba largas horas a la oración nocturna frente a una cruz que él mismo había hecho y en la cual repetía siempre una frase: "Dulcísimo Jesús, no seas mi juez, sino mi Salvador". San Jerónimo Emiliani decía esto siempre porque recordaba su vida de pecado durante la juventud.

Con el pasar del tiempo, San Jerónimo Emiliani construyó con sus manos una escalera de piedra para llegar al lugar donde se encontraba con Jesús Crucificado. Hoy se le conoce con el nombre de "Eremo" o lugar de oración de San Jerónimo.

Somasca fue testigo de grandes milagros como: cuando hace brotar agua de la roca árida, la multiplicación de los panes, con la Señal de la Cruz, ahuyenta a los lobos, etc. A sus amigos y seguidores les decía: "Que había que confiar solo en Dios, porque Él no defrauda".

San Jerónimo Emiliani y su espiritualidad.

San Jerónimo Emiliani basa su espiritualidad en el trabajo, la oración y el amor. En esa época invade la epidemia o la peste en Europa. Vagaba en solitario por las calles de Venecia solamente para enterrar a los muertos que habían muerto en ese día. Eventualmente, contrajo la fiebre, pero sobrevivió de milagro. Redobló sus esfuerzos para ayudar a los que estaban sufriendo. Fundó seis orfanatos, un hospital y un refugio para prostitutas.

Muchos le brindaron apoyo, así que se dispuso a hacer el bien. Estableció una orden religiosa de sacerdotes dedicados al cuidado de los huérfanos, llamados los Clérigos Regulares de Somasca, también conocidos como la Orden de los Padres Somascos. Esta orden continúa su trabajo hoy en día en una docena de países.

Muerte de San Jerónimo Emiliani.

En un momento de su vida gastada por amor al Evangelio, San Jerónimo Emiliani presiente la muerte y como último gesto de amor y humildad. Se va a uno de los orfanatos y lava los pies a los niños.

Los pequeños lloran inconsolables y él dulcemente les dice: "Les seré más útil desde el cielo".

El 8 de febrero de 1537, a la edad de 51 años, muere, dejando un camino para aquellos que generosamente quieran seguir a Cristo. Tres años después de su muerte, en 1540, su congregación fue declarada Orden religiosa por el papa Pablo III y confirmada bajo la regla de San Agustín de Hipona.

San Jerónimo Emiliani fue beatificado el 29 de septiembre de 1747 por Benedicto XIV. Fue canonizado luego el 16 de julio de 1767 por Clemente XIII. Actualmente, esta compañía se conoce como: Religiosos Somascos y Misioneras Somascas, (rama femenina), quienes fueron fundadas por un Sacerdote Somasco.

San Jerónimo Emiliani es el patrono de los huérfanos y niños abandonados. Sus reliquias descansan en la capilla del relicario de la Basílica.

Oración a San Jerónimo Emiliani.

San Jerónimo Emiliani, digno fiel y servidor de Dios. Tú serviste a Dios en los más pobres y desamparados. Permite que mi corazón también se done en servicio generoso hacia los demás. Tú que desafiaste la plaga para cuidar a los niños que quedaron huérfanos por ella, ruega por nosotros. Ayúdanos a ser conscientes de las capacidades que tenemos de compartir tu amor con los demás. Que podamos servir y amar como lo hizo San Emiliani. San Jerónimo Emiliani, intercede por nosotros y alcánzanos el valor de confiar siempre en Dios. Ayúdanos aún a través de la peste, enfermedad o complicaciones de nuestra vida. Amén. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.