San Luciano de Antioquía fue un sacerdote que miró mártir. Era un hombre muy sabio y entregado a la predicación. Revisó las traducciones de la Biblia
San Luciano: Revisor de las traducciones de la Santa Biblia.
San Luciano de Antioquía fue el que dio inicio a la Escuela teológica antioquena. Era un sacerdote excelente en Antioquía. Llevó una vida coherente con su fe y era un hombre muy sabio y entregado a la predicación. San Luciano estuvo encargado de la revisión de las traducciones de las Sagradas Escrituras.
Fiesta: 7 de enero.
Martirologio Romano: En la ciudad de Nicomedia, en Bitinia. Sacerdote de la Iglesia de Antioquía y mártir, el cual, ilustre por su doctrina y elocuencia, al ser llevado ante el tribunal, en medio de continuos interrogatorios acompañados de tormentos, se mantuvo fiel a la doctrina de la Iglesia y nunca negó ser un servidor entregado del Señor.
Biografía de San Luciano de Antioquía.
Se conoce por tradición que, San Luciano de Antioquía, era muy versado en las disciplinas sagradas, sobre todo en las Sagradas Escrituras. (Vita Lucían, ed. Bidez, 187)
San Luciano de Antioquía no se conformó con predicar con el ejemplo y la Palabra de Dios, sino que, además, emprendió una difícil tarea y revisó la traducción griega del Antiguo Testamento de los Setenta según el original idioma del hebreo.
Luciano: revisor de las traducciones.
Gracias a sus conocimientos de esta lengua del Hebreo antiguo, San Luciano de Antioquía pudo hacer las debidas correcciones. Su edición de la Biblia fue tan apreciada por muchos que más tarde resultaría de gran utilidad al mismo San Jerónimo.
En lo que se refiere a la teología trinitaria, manifestó tendencias subordinacionistas (postura cristológico-trinitaria que tiende a hacer de Cristo una realidad inferior y subordinada a Dios Padre y del Espíritu una realidad subordinada también a Cristo), muy en relación con la doctrina arriana.
De hecho, casi todos los discípulos de San Luciano de Antioquía, seguirían luego, a uno que también fue discípulo de él, el mismo Arrio; por lo que luego, San Alejandro de Alejandría y San Epifanio lo considerarían el padre del arrianismo.
Pero, en cambio, San Atanasio, que tanto combatió a los arrianos, no le atribuye error alguno a San Luciano de Antioquía; y San Juan Crisóstomo (también alumno de Antioquía más tarde) pronunció en el año 387 un famoso panegírico en el día de su fiesta (7 enero, Cf. PG 50,519-526).
Envuelto en la condenación y deposición del obispo de Antioquía Pablo de Samosata (v.), San Luciano de Antioquía estuvo excluido de la comunidad de la Iglesia durante el episcopado de los tres sucesores de Pablo, y admitido de nuevo cerca del año 285.
Martirio de San Luciano.
En los primeros años del siglo IV, San Luciano de Antioquía fue preso en Nicomedia, después de haber defendido intrépidamente la fe ante los perseguidores (Rufino, Hist. eccl. 9,6,3).
Conducido a presencia del emperador Maximino Daia, en el 312, expuso en una elocuente apología la doctrina cristiana; por lo cual fue reducido a prisión, donde sufrió el martirio del hambre.
Por tradición, se conoce que San Luciano de Antioquía fue atado con grilletes, consagró el pan y el vino que pusieron sobre su pecho, para tomar así la Eucaristía él mismo y ser distribuida a sus hermanos en la fe. Murió en Nicomedia, el 7 de enero del año 312, día en que la Iglesia lo recuerda en el Martirologio Romano.
San Luciano de Antioquía murió en comunión de la Iglesia, como lo demuestra el fragmento de una de sus cartas a la Iglesia de Antioquía que se conserva en la Crónica Alejandrina. San Luciano, ruega por nosotros, por toda la Iglesia y por todos los que llevan la tarea de las revisiones de las Sagradas Escrituras. Amén.
Oración a San Luciano de Antioquía.
Oh San Luciano de Antioquía, fiel discípulo y defensor de la verdad divina, humildemente te invoco para que intercedas ante Dios en favor de mi camino espiritual. Concédenos, por tu valioso ejemplo, el don del discernimiento e interpretación de la Sagrada Escritura, para que podamos comprender con claridad los mensajes divinos y guiar nuestras vidas según la voluntad del Señor. Que tu sabiduría inspire nuestros corazones y fortalezca nuestra fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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