San Sabas se hizo monje a los 18 años, y en repetidas ocasiones, El Abad San Sabas pasaba 40 días continuos ayunando en el desierto donde ayunó Jesús
San Sabas: EL Monje que cada año hacía ayuno de 40 días.
San Sabas, también conocido como San Sabas el Santificado, o San Sabas Abad, fue un monje Capadocio-Sirio, sacerdote y santo que vivió principalmente en Palestina Prima y fue el fundador de varios monasterios, especialmente el conocido como Mar Saba, así como también construyó dos hospitales. Fue un monje que se dedicó a las penitencias extremas. Cada año ayunaba por 40 días continuos en el mismo desierto que ayunó Jesús y que fue tentando por el demonio.
Fiesta: 5 de diciembre.
Martirologio romano: San Sabas Godo, se hizo monje a los 18 años y a los 50 años fue ordenado Sacerdote (año 519) y nombrado jefe de todos los monjes de Tierra Santa, destacando por su radical oposición al monofisismo y al origenismo.
Biografía de San Sabas.
San Sabas nació en Turquía en el año 439. Su padre era comandante del ejército, quien partió a lejanas tierras y lo dejó confiado a un tío. Pero este lo trataba muy mal y el niño de ocho años se fue donde otro tío. Más el segundo peleó con el primero exigiendo que le debían pasar a él la herencia del niño si querían que lo educara. Entonces, el joven Sabas, amigo de la paz, se fue a un monasterio.
Luego de un tiempo allí, San Sabas se fue a Jerusalén para ser discípulo de los monjes anacoretas. A varios kilómetros de Jerusalén se hizo una celda, cerca de otros monjes, y se dedicó a una vida de oración y penitencia.
El más estricto y santo de los monjes de los alrededores, San Eutimio, lo invitó a irse a pasar los 40 días de la Cuaresma en el desierto, donde ayunó Jesús, y a dedicarse allí a ayunar ellos también.
San Sabas empezó con gran fervor, pero a los pocos días cayó desvanecido de tanta sed, a causa del intenso calor. San Eutimio oró con fe, y apareció por allí cerca un nacedero de agua, y así logró no morir de deshidratación.
Después de muerto San Eutimio, el monje San Sabas repitió muchas veces en su vida, la práctica de pasar los 40 días anteriores a la Semana Santa, ayunando en el desierto donde ayunó Jesús. Es una terrible penitencia que solo resisten quienes tienen una gran resistencia física.
San Sabas pasó cuatro años seguidos en el desierto sin hablar con nadie. Pero luego empezaron a llegar monjes a pedirle que los dirigiera hacia la santidad y se dedicó a ayudarles a conseguir la perfección. Llegó a guiar a 150 monjes en la proximidad del Mar Muerto. Como por allí faltaba el agua, un día el santo, al observar los movimientos de un asno, mandó excavar en ese sitio y apareció una fuente de agua que dio de beber a muchas gentes por siglos.
Cuando tenía 50 años, San Sabas fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Jerusalén y nombrado jefe de todos los monjes de Tierra Santa.
San Sabas construyó dos hospitales.
San Sabas, a pesar de su predilección por el total aislamiento del mundo, no rehuyó sus compromisos sacerdotales. Fundó otros monasterios, entre ellos uno en Emaús. Tomó parte activa en la lucha contra la herejía de los monofisitas, llegando al punto de movilizar a todos sus monjes en una expedición para oponerse a la toma de posesión de un obispo hereje, enviado a Jerusalén por el emperador Anastasio.
Ante el emperador de Constantinopla, San Sabas puso en escena una representación de mímicas para demostrar con la evidencia de las imágenes coreográficas la triste condición del pueblo palestino, agobiado por pesados impuestos y uno en particular, que perjudicaba a los comerciantes, pero sobre todo al pueblo.
Muerte de San Sabas.
El humilde monje y Abad San Sabas, llegó a dirigir personalmente a muchísimos monjes y entre sus dirigidos hay cinco santos canonizados (San Juan Damasceno, San Teodoro y otros más). A los noventa y cuatro años de edad, siendo famoso en todo Oriente, y habiendo gastado gran parte de su vida en oración, meditación y dirección espiritual, murió el 5 de diciembre del año 532.
Cuando San Sabas murió, toda la región quiso honrarlo con espléndidos funerales. En Roma, en el siglo VII, por obra de los monjes griegos, surgieron sobre el monte Aventino un monasterio y una basílica dedicados a su memoria, del que toma el nombre el barrio.
Las reliquias de San Sabas fueron tomadas por los cruzados en el siglo XII como resultado de la Guerra de San Sabas y permanecieron en Italia en la Iglesia de San Antonio en Venecia, hasta que el Papa Pablo VI las devolvió al monasterio en 1965 como un gesto de buena voluntad hacia los ortodoxos. Que el siervo de Dios y monje San Sabas ruegue por nosotros para que encontremos la fuerza para llevar nuestras cruces diarias pacientemente y ofrecer nuestros sufrimientos con el Salvador crucificado a Dios Padre Todopoderoso. Amén.
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