La meditación es una forma hermosa de profundizar en nuestra relación con Dios en nuestro interior, aunque a menudo, nos descuidamos en la oración y el culto que merece un lugar especial en la vida espiritual de los católicos. El Catecismo de la Iglesia Católica dice que la meditación es sobre todo una búsqueda.
"La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide". (CIC 2705).
Póngase en la presencia de Dios. Para ello, quédese muy quieto y reflexione sobre la omnipresencia de Dios, dándose cuenta de su grandeza y de su propia pequeñez. Una vez en esta disposición tranquila, presenta tus problemas a Dios con humildad y pasión, dándole las situaciones en las que se desea ayuda y guía. Una vez que esto se completa, la meditación real comienza.
"Los métodos de meditación son tan diversos como diversos son los maestros espirituales. Un cristiano debe querer meditar regularmente; si no, se parece a las tres primeras clases de terreno de la parábola del sembrador (cf Mc 4, 4-7. 15-19). Pero un método no es más que un guía; lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús" (Catecismo de la Iglesia Católica #2707)
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