Esta oración escrita en el siglo XVII por la mística María de Jesús Agreda luego de una visión de la Virgen María quien le dijo que así rezaba Santa Ana
Oración de Santa Ana para pedir un buen esposo.
Santa Ana fue la madre de la Virgen María y la abuela de Jesucristo. Ella nació de la Casa de David, la línea que fue profetizada para dar a luz a Cristo. En el Evangelio de Santiago, que forma parte de los Apócrifos, se encuentra la historia de Santa Ana. Ella y su esposo Joaquín no habían podido concebir un hijo, a pesar de que intentaron hacerlo y realmente querían un bebé. Sin embargo, ya en su ancianidad, un ángel vino a ellos y les dijo que tendrían una hija. Como estaba tan feliz, Santa Ana prometió que dedicaría la vida de este bebé al servicio de Dios y así lo hizo. Su pequeña hija nació, María, la que traería la salvación a caminar entre nosotros.
Santa Ana hizo de María una hija extraordinaria. Por tradición judía, ella le enseñaría las Escrituras a María desde muy niña y nunca se olvidó del voto santo que hizo a Dios. Cuando María cumplió los tres años, sus padres la llevaron al Templo y la entregaron al servicio de Dios. Jamás la volverían a ver.
Santa Ana contó con el apoyo de un esposo justo y santo, en quien encontró apoyo y consuelo a lo largo de toda su vida.
Oración de Santa Ana para pedir un buen esposo.
Altísimo Dios del Cielo, de quien depende todo el ser y el reparo del linaje humano: postrada en tu real presencia, suplico se digne tu Infinita Bondad de mirar las ansias de mi alma y oír mis peticiones. Ante tus ojos son manifiestos mis deseos de que, en el estado de matrimonio, me des la compañía de un esposo que me ayude a guardar la divina ley y testamento santo, para crecer ambos en perfección y en la observancia de tus preceptos.
Santo Dios, Padre Infinitamente Providente, no escondas tu piedad de mí, ni permitas, pues eres Padre, que mi súplica sea desechada. Y pues me mandas, Señor mío, que con confianza te pida como a poderoso y rico en misericordia, concédeme lo que por ti deseo y pido, pues en pedirte hago tu Santa Voluntad y obediencia.
Pedir aquí la gracia que se solicita.
Y si mis culpas detienen tus misericordias, aparta de mí todo aquello que te desagrada e impide que yo reciba de ti estas bendiciones. Poderoso eres, Señor, Dios de Israel, y todo lo que fuere tu Voluntad puedes obrar sin resistencia. Que mis súplicas lleguen a tus oídos; que soy pobre y pequeña, tú eres Infinito e inclinado a usar la misericordia con los abatidos.
¿A dónde iré fuera de ti, que eres Señor de los señores y Todopoderoso? Tú me enseñaste a desear y a esperar tu liberación. Mi corazón y mente los entrego a tu Voluntad. Aparta mis ojos de la vanidad.
Oh Padre mío, si fuera tu beneplácito conceder mi petición, todo lo pondré a tu entero servicio para ayudar a propagar el Reino de Dios en la tierra. Señor, haz de mí lo que sea de tu agrado y alegra mi espíritu con el cumplimiento de esta esperanza. Mira desde tu solio al humilde polvo y levántalo, para que te magnifique y adore y en todo se cumpla tu Voluntad y no la mía. Amén.
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