Día 2 de la Novena a la Inmaculada Concepción de María. El segundo día de la Novena recordamos que María es preservada sin mancha, es la Estrella de la Mañana
Novena a la Inmaculada Concepción. Día 2: La Estrella de la Mañana.
María es la estrella de la mañana. La Novena a la Inmaculada Concepción de la Virgen María es una invitación a la esperanza, a poner la mente, el corazón y el espíritu centrados en el amor de Dios a través de la historia de María en el plan de Salvación. Para el segundo día de esta Novena a la Inmaculada, presentamos a María como la Estrella de la mañana que está siempre dispuesta a iluminar nuestros caminos y no dejar que nos perdamos en este mundo. Confiemos en ella.
La Inmaculada Concepción.
El Dogma de la Iglesia Católica de la Inmaculada Concepción enseña que la Virgen María, la madre de Cristo, fue concebida sin pecado original, sin mancha alguna, enteramente inmaculada.
La concepción sin pecado de María es la razón por la cual todos los católicos nos referimos a María como la "llena de gracia". María recibió la gracia de Dios desde el primer momento de su existencia, y fue total y completamente redimida por esta gracia.
Debido a que ella fue redimida, María pasó toda su existencia en una perfecta relación con Dios, guardando y meditando todas las cosas en su corazón y que con gran humildad aceptó su designio divino.
La Fiesta de la Inmaculada Concepción es celebrada por la Iglesia Católica el 8 de diciembre de cada año.
Novena a la Inmaculada Concepción.
Este segundo día de la novena a la Inmaculada concepción, nos invita a la oración constante, a profundizar la Palabra de Dios y meditarla en el corazón. A continuación te indicamos el modo de rezar el día 2 de la novena a la Inmaculada.
Oraciones de preparación.
A continuación, tienes las oraciones de preparación para el segundo día de la Novena a la Inmaculada Concepción. Procuremos, en este día 2, un momento de silencio antes de comenzar.
1. Señal de la Cruz.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
2. Acto de contrición.
Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén
3. Oración inicial.
A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado. Acuérdate, Virgen Santa, que has sido hecha Madre de Dios, no solo para tu dignidad y gloría, sino también para nuestra salvación y provecho de todo el género humano.
Acuérdate que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu auxilio, haya sido desamparado. No me dejes, pues, a mí tampoco, porque si me dejas me perderé; que yo tampoco quiero dejarte, antes bien, cada día quiero crecer más en tu verdadera devoción. Alcánzame principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte. Además, dame la gracia particular que te pido en esta novena
Realizar aquí su petición.
4. Meditación del segundo día: Nace la estrella de la mañana.
Oscuro fueron aquellos días que precedieron al nacimiento de El Salvador. El pecado había arrojado sobre la humanidad el manto de la ignorancia y el error, el desespero por Dios, y la desconfianza del hombre.
Incluso las personas elegidas sabían que estaban esperando, en la noche oscura de sus vidas, la venida del nuevo amanecer que iba a ser su salvación. ¿Cuándo iba a salir la estrella de la mañana de Jacob? ¿Cuándo el sol de la justicia aparecería de nuevo en el horizonte del universo?
Las voces de los profetas y el poder de la ley habían crecido con debilidad. Entonces, de repente, allí en los cielos, en el que los ángeles ven, una nueva estrella aparece. Fue la estrella de la mañana, antes de que la luz se escondiera en el Este. Una aurora débil llegó a ser poner el Cielo púrpura. Fue el partimiento de la luz sobre un mundo oscuro e invernal.
María fue concebida, no como los hombres y mujeres que desde Adán habían sido concebidos profundamente en el pecado original, esclavizados en el poder de Satanás; sino inmaculada, sin pecado, libre de la culpa de nuestros primeros padres.
María fue el alba para Cristo, el día. Ella fue la aurora para el sol de la justicia. Ella fue la Inmaculada Concepción para Aquel que había de ser su Hijo, el Hijo de Dios.
Oración del segundo día.
Oh María, siempre bendita Virgen, Madre de Dios, Reina de los ángeles y de los santos, te saludamos con la más profunda veneración y devoción filial al contemplar tu santa e Inmaculada Concepción. Te agradecemos tu protección maternal y las muchas bendiciones que hemos recibido por tu maravillosa misericordia y tu poderosísima intercesión. En todas nuestras necesidades recurrimos a ti con una confianza sin límites. Oh Madre de Misericordia, te suplicamos ahora que escuches nuestra oración y que nos consigas de tu Divino Hijo el favor que tanto te pedimos en esta novena. Oh María de la Inmaculada Concepción, Madre de Cristo, tú tuviste influencia con tu Divino Hijo mientras estuviste en la tierra; tú tienes la misma influencia ahora en el cielo. Ruega por nosotros y obtén para nosotros la concesión de mi petición si es la Divina Voluntad. Amén.
Oh Inmaculada Concepción de María, Tú que eres la Estrella de la mañana, guía mis pasos por el camino del Bien. Ilumina mis sentidos cuando me vea perdido entre decisiones. Sé la luz en mi corazón cuando la oscuridad que me rodea me impida ver más allá de la fe. A ti elevo mi mirada, buscando el norte de mi vida para no caer desorientado ante las pruebas, ni dejarme abatir por las tormentas que quieren llevar mi barca a puertos no seguros. Confío en ti, Virgen amada, Madre de bondad, mi Estrella de la mañana que siempre me da claridad.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Rezar tres Avemarías
Jaculatoria: "Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo"
5. Oración final a la Inmaculada Concepción.
Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, hiciste preparar una morada digna de tu Hijo, te suplicamos que, así como a ella la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte del mismo Hijo, concédenos también que, por medio de su intercesión, podamos llegar purificados de todo pecado a tu presencia. Por el mismo Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Novena a la Inmaculada Concepción.
Vamos a rezar la Novena a la Inmaculada Concepción de María conservando siempre la esperanza en los brillos de su luz con la que ella nos guía y que puede rescatarnos en nuestras debilidades. Ella es la Estrella de la mañana, la que ilumina nuestros senderos hacia el puerto seguro que es Jesús. Ella es la que fue inmaculada para traer la Salvación al mundo. A través del segundo día de la novena a la Inmaculada, pedimos que guíe nuestro corazón, que sea nuestra Estrella y nuestro faro de luz en todas nuestras decisiones. Que la protección y el amor de Dios sean derramadas a través de la Virgen María, que con su cuidado maternal nos orienta para nunca perder el camino.