Segundo día de la Novena al Divino Niño Jesús. El celo del Niño Jesús por la Gloria de Dios. Divino Niño, todo te lo confiamos en tus preciosas manos
Novena al Divino Niño Jesús: Día 2: Celo por la Gloria de Dios.
Reza la Novena al Divino Niño Jesús para el día 2 y ten un encuentro con la dulzura y el amor del Niño Jesús. Alabanzas y Glorias le debemos a este Niño precioso que vino a nuestro encuentro para apaciguar nuestras tormentas y nuestra sed de Verdad. En el segundo día de la novena al Divino Niño se explicará un poco sobre el celo del Niño por la Gloria de Dios Padre.
Divino Niño Jesús.
Dile desde tu corazón: Oh dulce Jesús, Palabra eterna hecha carne, te damos gracias por haberte encarnado, por adoptar nuestra naturaleza humana, para ennoblecerla y restaurarla.
En la creación del universo, manifestaste tu inmenso poder, pero ahora es toda la ternura de tu misericordia que muestras en la redención de la humanidad caída.
Tú, Señor, Todopoderoso, te conviertes en nuestro hermano para guiarnos de regreso a nuestro Padre. Solo Tu Amor infinito podría haberte inspirado a inventar esas locuras amorosas. Niño Jesús, ¿cómo podemos hacernos dignos de semejante maravilla de amor y abnegación?
Yo, un pecador vil, intento elevarme por encima de todos, ¡mientras que Tú te aniquilas hasta el punto de ocupar el último lugar! ¡Basta, oh mi Dios!
Novena al Divino Niño Jesús.
Querido Niño Jesús, quiero seguirte en el camino de Tus humillaciones por mi amorosa aceptación de todas las ocasiones en que este último lugar me será ofrecido por Tu divina Providencia. Amén.
Muchos devotos de todo el mundo han pedido gracias a Dios por los méritos de la infancia de Jesús a través de esta Novena al Divino Niño, y han obtenido gracias admirables.
1. Oraciones iniciales.
A continuación vamos a ponernos en la presencia de Dios con estas oraciones iniciales para rezar en el segundo día de la Novena al Divino Niño Jesús y meditar sobre la Gloria que le debemos a nuestro Padre en el Cielo.
Señal de la Cruz.
Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición.
Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
2. Oración inicial.
¡Oh Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinita misericordia y bondad, quiero hacer esta novena para presentarte con sencillez mis necesidades espirituales y materiales. Cuando vivías entre los hombres, conversabas con tu Padre Celestial, en actitud confiada de adoración, alabanza, gratitud y petición. Así quiero que sea mi oración, especialmente en estos días de la novena. Tú eres nuestro intercesor ante el Padre; tú pediste por las necesidades de los hombres. Hoy te presento mis propias necesidades. Me acojo también a la intercesión de María, Madre tuya y también mi madre, para que, como Ella, me des fortaleza para aceptar y hacer siempre tu voluntad. Amén.
3. Reflexión para el segundo día de la novena.
El celo del Niño por la Gloria de Dios.
"... Y el Niño Jesús les dijo: ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lucas 2,49)
Ninguna criatura ha deseado jamás con más ardor alguna cosa, como deseó el Niño Jesús glorificar a su Padre Celestial. Jesús vivió y se esforzó, desde su más tierna edad, en hacerlo conocer, adorar, servir y amar; esta gloria era el único objeto de sus anhelos.
Por ello, a la edad de doce años, se quedó en el templo de Jerusalén, dialogando con los maestros de la Ley, sin que lo supieran sus padres.
¡Oh, mi querido Niño Jesús! Enciende en mi alma ese fuego divino; destruye de mi corazón el amor propio y de todo lo que no sea Dios o a Dios no se refiera, y que solo conserve afectos para lo que puede serle agradable y procurarle gloria y amor. Amén.
4. Oración del día 2 de la novena.
Oh, esplendor del Padre celestial, en cuyo rostro brilla la luz de la divinidad por toda la eternidad. Te adoro profundamente y te confieso como el verdadero Hijo del Dios vivo. Te ofrezco, oh Señor, el humilde homenaje de todo mi ser, Concédeme que nunca me separe de Ti, mi más alta meta que estar para siempre gozando a tu lado, de todos los banquetes celestiales y darte toda la gloria que mereces. Por los méritos de la Divina Infancia del Niño Jesús, lo pido. Amén.
Haz Señor, que sepamos reconocer la divinidad de tu Hijo en la humildad de su Encarnación, y confesar su omnipotencia en la debilidad de su infancia, para que, siguiéndolo con sencillez de corazón, acojamos como niños tu Reino, y consigamos el premio prometido a los humildes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que por ser Dios, vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén
5. Oración final.
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma verdad, vengo a presentarte mis necesidades. Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo:
Pedir la Gracia que se desea Obtener.
Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén.
"Divino Niño Jesús, bendícenos" (7 veces)
Rezar el Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
6. Gozos al Divino Niño Jesús.
Oh, sapiencia suma del Dios soberano que, a la altura de un niño, te hayas rebajado. Oh Divino Infante, ven para enseñarnos la prudencia que nos hace verdaderamente sabios.
Repetir la siguiente jaculatoria luego de cada frase:
"Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! Ven no tardes tanto". (R)
Niño del pesebre, nuestro Dios y Hermano, tú sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias siempre recordemos que nos has salvado. (R).
Oh lumbre de oriente sol de eternos rayos que entre las tinieblas tu esplendor veamos, Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. (R).
Rey de las naciones, Emmanuel, preclaro de Israel, anhelo pastor del rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso. (R).
Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo. Ven hermoso niño, ven Dios hecho hombre, luce hermosa estrella, brota flor del campo. (R).
Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados, el gran compromiso del amor cristiano. (R).
Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz de desterrado. Vida de mi vida, mi sueño adorado, mi constante amigo mi divino hermano. (R).
Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos. Prosternado en tierra, te tiendo los brazos y aún más que mis frases te dice mi llanto. (R).
Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tu amor y tu paz. Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una más. (R).
Ven Salvador nuestro por quien suspiramos, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Amén. (R).
Novena al Divino Niño Jesús.
A continuación te presentamos la novena al Divino Niño Jesús completa para meditar en cada día.
La novena al Divino Niño Jesús debe llenarnos de confianza al reconocernos como hijos amados de un Padre que lo ha hecho todo por nosotros. Dios se hizo Niño para habitar entre nosotros y hacernos sentir su cercanía, su ternura y todo su amor. A lo largo del segundo día de la Novena al Divino Niño Jesús, rogamos a Dios Padre para que, a través de su dulce amor, podamos inclinar nuestros corazones para que le demos la mejor de nuestras alabanzas por siempre.