Papa Francisco: La envidia mata y no tolera que otro tenga algo que yo no tengo. Hace sufrir, porque el corazón del envidioso o del celoso sufre
"En el corazón, los celos o la envidia crecen como mala hierba: crece y no deja crecer la hierba buena". Así lo indicó el Papa Francisco durante su homilía de la Santa Misa celebrada en la Capilla de Santa Marta.
El Papa Francisco invitó a rogar al Señor para que nos libre de los pecados de los celos y envidias que matan, también con las palabras, e impiden la felicidad.
"Saúl miró con malos ojos a David, pensando que podía traicionarlo y decide matarlo", así lo expresó el Papa basando su reflexión en la lectura del primer Libro de Samuel (18,6-9;19,1-7).
Saúl sigue el consejo de su hijo, cambia de idea y después vuelve a tener pensamientos negativos. Los celos son una enfermedad que vuelve y lleva a la envidia.
El corazón envidioso lleva a la muerte
¡Qué cosa fea es la envidia! Es una actitud y un pecado feo. En el corazón, los celos o la envidia crecen como mala hierba: crece y no deja crecer la hierba buena.
Todo lo que le parece que le hace sombra, le hace mal. ¡Nunca está en paz! ¡Es un corazón atormentado, un corazón feo! Además, el corazón envidioso como escuchamos aquí lleva a matar, a la muerte. Y la Escritura lo dice claro: por la envidia del diablo, entró la muerte en el mundo.
Papa Francisco: La lengua y los chismes matan
La envidia mata y no tolera que otro tenga algo que yo no tengo. Hace sufrir siempre, porque el corazón del envidioso o del celoso sufre. ¡Es un corazón que sufre! Es un sufrimiento que desea la muerte de los demás.
Y cómo cuántas veces en nuestras comunidades, no hay que ir muy lejos para ver esto, por celos, se mata con la lengua. Uno tiene envidia de ese, del otro, y comienzan los chismes: y los chismes matan.
Y yo, pensando y reflexionando sobre este pasaje de la Escritura, me invito a mí mismo y a todos a buscar si en mi corazón hay algo de celos, algo de envidia, que siempre lleva a la muerte y no me hace feliz.
Porque esta enfermedad nos lleva a ver lo bueno que hay en el otro como si estuviera en tu contra. ¡Y éste es un pecado feo! Es el comienzo de tantas, tantas criminalidades.
No abrir el corazón a los celos.
Pidamos al Señor que nos dé la gracia de no abrir el corazón a los celos, de no abrir el corazón a las envidias, porque estas cosas llevan siempre a la muerte.
También Jesús fue entregado por envidia, como percibió Pilatos. La envidia, según la interpretación de Pilatos, que era muy inteligente, ¡pero cobarde!, es la que llevó a la muerte a Jesús. El instrumento, el último instrumento. Se lo habían entregado por envidia.
Pidamos también al Señor la gracia de no entregar nunca, por envidia, a un hermano a la muerte, a una hermana de la parroquia, de la comunidad, tampoco a un vecino del barrio: cada uno tiene sus pecados, cada uno tiene sus virtudes. Son propias de cada uno. Ver el bien y no matar con los chismes, por envidia o por celos