Papa Francisco: La alegría de la fe, la alegría del Evangelio es la piedra miliar de la fe. Es muy triste ser un cristiano sin alegría
Papa Francisco: Que triste es ser un creyente sin alegría, sin esperanza.
"Es triste ser creyente sin alegría y la alegría no existe cuando no existe la fe, cuando no existe la esperanza, cuando no existe la ley, sino solo las prescripciones, la doctrina fría", ha sido parte del mensaje de reflexión que el Papa Francisco ha pronunciado en su homilía de la Misa celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. De inmediato su reflexión:
Abraham es anciano, al igual que su esposa Sara, pero él cree, abre el corazón a la esperanza y se siente lleno de consolación. Jesús recuerda a los Doctores de la ley que Abraham exultó en la esperanza de ver su día y se sintió lleno de alegría.
El sentido de la alegría viene de la fe.
Y esto es lo que no entendían estos Doctores de la ley. No comprendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no comprendían la alegría de la alianza. ¡No entendían! No sabían regocijarse, porque habían perdido el sentido de la alegría, que solo viene de la fe.
Nuestro padre Abraham fue capaz de alegrarse porque tenía fe: fue hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. Eran Doctores de la ley, ¡pero sin fe! Es más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo.
Solo tenían un sistema de doctrinas precisas y puntualizaban cada día que nadie debía tocarlas. Hombres sin fe, sin ley, apegados a doctrinas que también se convertían en una actitud casuística: se puede pagar el impuesto a César, ¿no se puede? Esta mujer, que se casó siete veces, cuando vaya al Cielo, ¿será esposa de aquellos siete?
Esta casuística, este era su mundo, un mundo abstracto, un mundo sin amor, un mundo sin fe, un mundo sin esperanza, un mundo sin confianza, un mundo sin Dios. ¡Y por esto no podían regocijarse!".
Qué triste es ser creyente sin alegría.
Tal vez los Doctores de la ley eran capaces de divertirse, pero sin alegría, es más, con miedo. Esta es la vida sin fe en Dios, sin confianza en Dios, sin esperanza en Dios. Y su corazón estaba petrificado.
Es triste ser creyente sin alegría y la alegría no existe cuando no existe la fe, cuando no existe la esperanza, cuando no existe la ley, sino solo las prescripciones, la doctrina fría.
La alegría de la fe, la alegría del Evangelio, es la piedra miliar de la fe de una persona. Sin alegría, aquella persona no es un verdadero creyente.
Volvamos a casa, pero antes hagamos la celebración aquí con estas palabras de Jesús:
"Abraham, su padre, exultó en la esperanza de ver mi día. Lo vio y se sintió lleno de alegría".
Pidamos al Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el día de Jesús, cuando nos encontraremos con Él, y la gracia de la alegría.