Papa Francisco: Si yo tengo, debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad. No podemos ser acumuladores de riquezas
"El único que puede darnos la armonía es el Espíritu Santo, porque también él es la armonía entre el Padre y el Hijo, es el don que hace la armonía", es lo que ha afirmado el Papa Francisco durante su homilía en la Misa celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta, en la que nos habló acerca la primera comunidad de cristianos renacidos bajo la influencia del Espíritu Santo.
El Papa Francisco también hizo un llamado a todos los cristianos a tener cuidado con la acumulación de riquezas, pues esta siempre debe ser puesta en servicio en favor de toda la comunidad, sobre todo, al servicio de los más necesitados. A continuación la reflexión del Papa Francisco.
¿Qué frutos aporta el Espíritu Santo a una comunidad?: Armonía y bien común, signos de una comunidad renacida bajo el Espíritu Santo
Los dos signos de una comunidad que vive en el Espíritu
1. Primer signo: La Armonía.
La comunidad renacida o de aquellos que renacen en el Espíritu tiene esta gracia de la unidad, de la armonía. El único que puede darnos la armonía es el Espíritu Santo, porque también Él es la armonía entre el Padre y el Hijo, es el don que hace la armonía.
2. Segundo signo: El bien común
En efecto, ninguno entre los Apóstoles estaba necesitado, ninguno consideraba de su propiedad aquello que les pertenecía, más bien todo lo que tenían estaba al servicio de la comunidad. Sí, algunos eran ricos, pero al servicio.
Estos son los dos signos de una comunidad que vive en el Espíritu.
Este, es un pasaje curioso, porque inmediatamente después comienzan los problemas en el seno de la comunidad, como por ejemplo, el ingreso de Ananías y Safira que tratan de estafar a la comunidad.
Estos son los patrones de los benefactores que se acercan a la Iglesia, entran para ayudarla y para usar a la Iglesia para sus propias especulaciones, ¿no? Después están las persecuciones que fueron anunciadas por Jesús. La última de las bienaventuranzas de Mateo:
"Bienaventurados cuando los insulten, y los persigan a causa mía... Alégrense".
Y se leen tantas persecuciones de esta comunidad así. Jesús promete esto, promete tantas cosas bellas, la paz, la abundancia: "Tendrán cien veces más con las persecuciones".
Que no nos sorprendan las persecuciones.
En la primera comunidad renacida del Espíritu Santo sucede esto: la pobreza, el bien común, pero también los problemas, adentro y afuera. Problemas adentro, como aquella pareja de especuladores, y afuera, con las persecuciones.
Pero Pedro dice a la comunidad que no se sorprenda por estas persecuciones, porque el fuego purifica el oro. Y la comunidad renacida del Espíritu Santo es purificada precisamente en medio de las dificultades y de las persecuciones.
Hay un tercer signo de una comunidad renacida: "la paciencia en el soportar": soportar los problemas, soportar las dificultades, soportar las murmuraciones, las calumnias, soportar las enfermedades, soportar el dolor de la pérdida de un propio ser querido.
No podemos ser acumuladores de riquezas.
La comunidad cristiana hace ver que ha renacido en el Espíritu Santo cuando es una comunidad que busca la armonía, no la división interna; cuando busca la pobreza, no la acumulación de riquezas para sí, porque las riquezas son para el servicio. Y no se enoja inmediatamente ante las dificultades o se siente ofendida, sino que es paciente como Jesús.
En esta segunda semana de Pascua, durante la que celebramos los misterios pascuales, nos hará bien pensar en nuestras comunidades, diocesanas, parroquiales, familiares o tantas otras, y pedir la gracia de la armonía que es más que la unidad, la unidad armoniosa, la armonía, que es el don del Espíritu, y pedir la gracia de la pobreza, no de la miseria, de la pobreza: ¿Qué significa? Que si yo tengo lo que tengo, debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad, y pedir la gracia de la paciencia, de la paciencia.
Que el Señor nos haga comprender a todos que no sólo cada uno de nosotros ha recibido esta gracia en el Bautismo de renacer en el Espíritu, sino también nuestras comunidades