Papa Francisco: el amor y el perdón nos liberan del rencor. Es tan feo vivir en el rencor. Jamás debemos cansarnos de pedir el perdón.
Papa Francisco: La oración, el amor y el perdón nos liberan del rencor.
El amor y el perdón nos liberan del rencor, pero también la oración nos libera del rencor, porque no hay oración que no sea escuchada por Dios cuando abrimos el corazón con humildad y con arrepentiemiento profundo.
El amor y el perdón van de la mano. No hay amor sin ofrecer perdón. Jesucristo mismo nos ofreció el perdón demostrando todo su amor ¿Por qué no haremos nosotros lo mismo por aquellos que decimos amar? Pongamos en oración siempre a nuestro interior para que nos veamos alejados de esa tentación de quedarnos en el rencor y dejar que eche raíces en nuestro corazón.
Así nos habla de esto el Papa Francisco en esta oportunidad, en donde, enfocado en la oración, nos dice que debemos rezar, amar y perdonar.
El que sabe amar, sabe dar.
En el Día en que se celebró la fiesta de San Esteban, el primer mártir de la Iglesia Católica, el Papa Francisco recordó a este santo con cariño y se acordó de todos aquellos que sufren persecución en el nombre de la fe, a los cuales calificó como "nuestros mártires de hoy."
El Papa Francisco señaló que San Esteban es un testigo fiel, porque él hace lo que hace Jesús. Él sabe cómo amar, para dar, pero sobre todo sabe como perdonar. A continuación las palabras del Papa Francisco
La luz del amor brilla más.
La Fiesta de San Esteban, el recuerdo del primer mártir de la Iglesia, sigue inmediatamente a la Solemnidad de la Navidad.
En el día de Navidad hemos contemplado el amor misericordioso de Dios, que se ha hecho carne por nosotros; hoy vemos la respuesta coherente del discípulo de Jesús, que da su vida.
Ayer nació en la tierra el Salvador; hoy nace para el cielo su testigo fiel. Ayer, como hoy, aparecen las tinieblas del rechazo de la vida, pero brilla más fuerte aún la luz del amor, que vence el odio e inaugura un mundo nuevo.
El perdón es la expresión más alta del don.
Hay un aspecto particular en el relato de hoy de los Hechos de los Apóstoles, que acerca a San Esteban al Señor. Es su perdón antes de morir lapidado. Jesús, clavado en la cruz, había dicho:
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34);
De modo semejante, Esteban poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz:
"Señor, no les tengas en cuenta este pecado" (Hechos 7,60).
Por tanto, Esteban es mártir, que significa testigo, porque hace como Jesús; en efecto, es un verdadero testigo que se comporta come Él: que reza, que ama, que dona, pero, sobre todo, que perdona, porque el perdón, como dice la misma palabra, es la expresión más alta del don.
¿Para qué sirve el perdon?
Pero, podríamos preguntarnos, ¿para qué sirve perdonar? ¿Es sólo una buena acción o da resultados? Encontramos una respuesta precisamente en el martirio de Esteban.
Entre aquellos por los cuales él imploró el perdón había un joven llamado Saulo; éste perseguía a la Iglesia y trataba de destruirla. Poco después Saulo llegó a ser Pablo, el gran Santo, el Apóstol de las gentes. Había recibido el perdón de Esteban. Podemos decir que Pablo nace de la gracia de Dios y del perdón de Esteban.
También nosotros nacemos del perdón de Dios. No sólo en el Bautismo, sino cada vez que somos perdonados nuestro corazón renace, es regenerado.
Cada paso hacia adelante en la vida de la fe lleva impreso al inicio el signo de la misericordia divina. Porque sólo cuando somos amados podemos amar a nuestra vez.
Para avanzar es necesario perdonar.
Recordémoslo, nos harán bien: si queremos avanzar en la fe, ante todo es necesario recibir el perdón de Dios; encontrar al Padre, que está dispuesto a perdonar todo y siempre, y que precisamente perdonando cura el corazón y reaviva el amor.
Jamás debemos cansarnos de pedir el perdón divino, porque sólo cuando somos perdonados, cuando nos sentimos perdonados, aprendemos a perdonar.
El amor y la oración nos liberan del rencor.
Pero perdonar no es una cosa fácil, es siempre muy difícil. ¿Cómo podemos imitar a Jesús? ¿Por dónde comenzar para disculpar pequeñas o grandes ofensas que sufrimos cada día?
Ante todo por la oración, como hizo Esteban. Se comienza por el propio corazón: podemos afrontar con la oración el resentimiento que experimentamos, encomendando a quien nos ha hecho el mal a la misericordia de Dios:
"Señor, te pido por él, te pido por ella".
Después se descubre que esta lucha interior para perdonar purifica del mal y que la oración y el amor nos liberan de las cadenas interiores del rencor.
Es tan feo vivir en el rencor. Cada día tenemos la ocasión para entrenarnos a perdonar, para vivir esto gesto tan alto que acerca al hombre a Dios.
Como nuestro Padre celestial, nos convertimos, también nosotros en misericordiosos, porque a través del perdón vencemos el mal con el bien, transformamos el odio en amor y así hacemos que el mundo sea más limpio.
Que la Virgen María, a quien encomendamos a aquellos, y lamentablemente son tantos, que como San Esteban padecen persecuciones en nombre de la fe, nuestros mártires de hoy, oriente nuestra oración para recibir y donar el perdón. Recibir y donar el perdón.
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