Papa Francisco: Si alguien dice: Amo a Dios, rezo, entro en éxtasis, y luego deja de lado a los demás, entonces los odia, no los ama
La mayoría de los cristianos estarían de acuerdo en que está mal odiar a alguien, pero también está mal ser indiferente, lo cual es una forma camuflada de odio, así lo expresó el Papa Francisco en la homilía de misa que celebra en las mañanas en la capilla de su residencia, la Casa de Santa Marta.
Realizando unos comentarios de reflexión especialmente en la primera carta de Juan (1 Juan 4,19-21), el Papa Francisco exhortó a que hagamos lo mismo que nos dice el Apóstol.
¿Amas a Dios pero odias a tu hermano?
La Biblia no tiene pelos en la lengua, aseveró el Papa Fracisco, para luego afirmar: "la Biblia le dice a la gente: "Si dices que amas a Dios y odias a tu hermano o hermana, estás en el otro lado; eres un mentiroso".
El amor verdadero debe llevarte a hacer el bien, a ensuciarte las manos con obras de amor.
Si alguien dice: "Amo a Dios, rezo, entro en éxtasis", y luego deja de lado a los demás, entonces los odia, no los ama o simplemente le es indiferente... San Juan NO dice: "Te equivocas", sino que dice: "eres un mentiroso".
La Biblia es clara porque ser un mentiroso es la forma de ser del demonio. Él es el Gran Mentiroso, nos dice el Nuevo Testamento; él es el padre de las mentiras. Esa es la definición de Satanás que la Biblia nos da.
La indiferencia es una forma camuflada de odiar a los demás.
El amor se expresa haciendo el bien. Un cristiano no obtiene puntos por el mero hecho de mantenerse al margen. El amor es "concreto" y se enfrenta a los desafíos, las luchas y el desorden de la vida cotidiana.
La indiferencia, es una forma de no amar a Dios y no amar al prójimo que está un poco escondida.
Este gran santo, San Alberto Hurtado, dijo una vez:
"Es bueno no hacer el mal, pero es malo no hacer el bien".
En un camino verdaderamente cristiano, no se encuentran aquellos que son indiferentes, aquellos que se lavan las manos de los problemas, aquellos que no quieren involucrarse para ayudar, para hacer el bien.
No hay falsos místicos, aquellos con el corazón destilado como el agua que dicen amar a Dios pero se olvidan de amar al prójimo.