Papa Francisco: No lean los horóscopos ni consulten adivinos para prever el futuro. Permitan que Dios los guíe en un viaje lleno de sorpresas
"No lean horóscopos ni consulten su futuro con adivinos, más bien, permitan que Dios los guíe en un viaje lleno de sorpresas", este fue el mensaje principal del Santo Padre durante la última Misa en la Casa de Santa Marta antes de las vacaciones de verano y de su regreso de una visita apostólica programada a Colombia para septiembre.
Invitando a los cristianos a no estar demasiado asentados, estacionarios o fijos, el Papa Francisco reflexionó sobre la lectura litúrgica del día en la cual Dios le pide a Abraham que abandone su país, su patria, la casa de su padre y salga con sus parientes, y él, que tenía setenta y cinco años, lo hizo, tal y como el Señor le dirigió.
Despojarse y renunciar.
Hay un estilo de vida cristiano, un estilo de vida basado en tres dimensiones: renunciación, promesa y bendición.
Ser cristiano siempre implicará la dimensión de despojarse de algo, es una dimensión que refleja la renuncia de Jesús a la Cruz. Siempre hay la necesidad de salir adelante, dar un primer paso y dejar tu tierra, tu familia, la casa de tu padre.
La Biblia y los Evangelios están llenos de historias y episodios en los que los profetas y los discípulos están llamados a salir al mundo.
Los cristianos deben tener la capacidad de ser despojados y renunciar, de lo contrario, no son auténticos cristianos.
Abraham obedeció al Señor con fe, y partió hacia una tierra desconocida para recibir una "herencia".
No consultar horóscopos ni adivinos.
Un cristiano no lee el horóscopo para prever el futuro, un cristiano no consulta a un adivino para que mire dentro de una bola de cristal o lea sus palmas. Un cristiano se deja guiar por Dios, quien nos lleva en el camino hacia el cumplimiento de su promesa.
Somos hombres y mujeres que caminamos hacia una promesa, así como Abraham caminó hacia una nueva tierra.
Y sin embargo, Abraham no construyó una casa, él levantó una tienda, indicando que estaba de viaje y confió en Dios. Construyó un altar para adorarlo y luego siguió viajando: estaba siempre en movimiento.
El viaje del cristiano comienza cada mañana, confiando en el Señor y abierto a sus muchas sorpresas.
A veces estas sorpresas son buenas, otras veces son malas, hablando de enfermedades o incluso la muerte, pero debemos estar siempre abiertos porque sabemos que Él nos llevará a un lugar seguro. Nos llevará a una tierra que ha sido preparada especialmente para nosotros.
Confiar en las promesas de Dios.
Otro rasgo del cristiano es que siempre debe compartir la bendición. Los cristianos hablan bien del Señor y de los demás, y piden la bendición de Dios para seguir adelante en su camino.
Esto es el patrón de nuestra vida cristiana porque todos, incluso los laicos, deben bendecir a otros, hablar bien de Dios y de los demás.
A menudo hablamos mal de nuestro prójimo, nuestras lenguas se mueven demasiado en vez de seguir la orden que Dios le dio a nuestro padre Abraham como lección de vida: una lección de andar, de dejarnos despojar por el Señor, de confiar en sus promesas y de ser irreprensibles.
¡En el fondo, la vida cristiana es tan simple!