Papa Francisco: Es precisamente dentro de nuestros corazones que llevamos el Espíritu Santo. el dulce huésped del corazón
"Abre tu corazón al Espíritu Santo, el dulce huésped. Es sólo el Espíritu Santo quien puede enseñarnos a decir: "Jesús es el Señor". Ese fue el punto central de las reflexiones del Papa Francisco durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta este lunes. El Santo Padre enfatizó que debemos abrir nuestros corazones para escuchar al Espíritu Santo, y así ser capaces de dar testimonio de Cristo.
El Papa Francisco basó su homilía en el largo discurso de Jesús a sus discípulos en la Última Cena. El Santo Padre habló especialmente sobre el Espíritu Santo, el Paráclito, que nos acompaña y nos da la seguridad de ser salvados por Jesús.
Papa Francisco: El Espíritu Santo: el defensor.
Tranquilízate, no te dejaré huérfano. Te enviaré un defensor, el Espíritu Santo, para defenderte ante el Padre.
El Espíritu Santo, el don de Jesús, es el compañero de viaje de la Iglesia.
Es sólo el Espíritu Santoquien nos enseña a decir: "Jesús es el Señor". Sin el Espíritu Santo, ninguno de nosotros puede decirlo, percibirlo, vivirlo.
Jesús, en otros lugares se refería al Espíritu Santo diciendo:
"Él te guiará hacia toda la verdad, Él te acompañará hacia la verdad completa. Él te recordará todo lo que te he dicho. Él te enseñará todas las cosas".
Es decir, el Espíritu Santo es el compañero de viaje de cada cristiano, y también el compañero de viaje de la Iglesia. Y este es el regalo que Jesús nos da".
Abrir el corazón al Espíritu Santo.
Debemos abrir nuestros corazones al Espíritu Santo, de lo contrario, no puede entrar en nuestros corazones.
El Espíritu Santo es un don, el gran regalo de Jesús, que evita que nos desviemos.
¿Pero dónde vive el Espíritu?, preguntó el Papa. Dio una mirada a la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, donde vemos la figura de Lidia, comerciante de tela púrpura, alguien que sabía cómo hacer las cosas.
El Señor abrió su corazón, para que ella pudiera seguir el ejemplo de la Palabra de Dios:
El Señor abrió su corazón para que el Espíritu Santo pudiera entrar, y ella se convirtió en discípula.
El Espíritu Santo no entra en un corazón cerrado.
Es precisamente dentro de nuestros corazones que llevamos el Espíritu Santo. La Iglesia llama al Espíritu el dulce huésped del corazón: Él está allí. Pero Él no puede entrar en un corazón cerrado. Ah, pero, ¿dónde se pueden comprar las llaves para abrir un corazón? ¡No se pueden comprar! Eso también es un regalo. Es un don de Dios:
"Señor, abre mi corazón para que el Espíritu pueda entrar en él, y yo pueda entender que Jesús es el Señor"
Esto es una oración que debemos hacer todos los días:
"Señor, abre mi corazón para que yo pueda entender lo que nos has enseñado. Para que pueda recordar tus palabras. Para que yo pueda seguir tus palabras. Para que yo pueda llegar a la plenitud de la verdad".
Preguntémonos si nuestros corazones están verdaderamente abiertos al Espíritu Santo.
Nuestros corazones deben estar abiertos para que el Espíritu Santo pueda entrar, y para que podamos escuchar el Espíritu.
Las lecturas de la Misa sugieren dos preguntas que podemos hacernos:
- ¿Le pido al Señor la gracia para que mi corazón se abra?
- ¿Busco escuchar al Espíritu Santo, sus inspiraciones, las cosas que Él le pueda decir a mi corazón para que yo pueda avanzar en la vida cristiana, y que también yo pueda dar testimonio de que Jesús es el Señor?
Piensa en estas dos cosas hoy: ¿Está abierto tu corazón? ¿Haces un esfuerzo para escuchar al Espíritu Santo, y lo que Él te dice?
Y así, se avanza en la vida cristiana, así también nosotros damos testimonio de Jesucristo