Papa Francisco: La confesión no es ir a la tintorería. Cuando te confiesas y pides perdón encuentras a Dios que perdona y hace fiesta
Papa Francisco: Dios hace fiesta cuando te confiesas y pides perdón.
Cuando te confiesas y pides perdón, Dios hace fiesta, palabras del Papa Francisco que nos invitan a reflexionar sobre la confesión. "Ante todo, ¡Dios perdona siempre! No se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él no se cansa de perdonar", esto también es parte de lo expresado por el Papa Francisco en una de sus homilías que celebra cada mañana en la Santa Misa en la capilla de Santa Marta.
La confesión es rica en misericordia y es una necesidad del alma, del interior del corazón, recibir el perdón y ajustarse de nuevo a la gracia de Dios para seguir el camino de vida que Dios ha querido trazarnos para nuestro bienestar.
El Papa Francisco ha querido expresar la forma en que Dios nos perdona cuando vamos arrepentidos por nuestros pecados. Así lo expresó en una homilía realizada el día 23 de enero de 2015. Te invitamos a leer sus palabras a continuación.
Todos somos perdonados.
El Papa Francisco preguntó a los fieles: "¿Cuántos de nosotros no sentimos que nuestro mundo se derrumba por pensar que las faltas que hemos cometido y esos falsos escrúpulos que sentimos nos impiden acercarnos al Dios de la misericordia, al Dios del amor?"
"Todos somos pecadores, pero también es cierto que también todos somos perdonados por Dios si nos acercamos a Él con un corazón arrepentido y sobre todo, sabiendo que somos hijos de un Padre que acoge, recibe y anima a salir adelante", dijo el Santo Padre Francisco.
Papa Francisco: Dios hace fiesta cuando te confiesas y pides perdón.
Es el trabajo de Dios, y es un trabajo hermoso: reconciliar. Porque nuestro Dios perdona cualquier pecado, lo perdona siempre, hace fiesta cuando uno le pide perdón y olvida todo.
El Dios que reconcilia, eligió enviar a Jesús para restablecer un nuevo pacto con la humanidad y el fundamento de este pacto es básicamente uno: el perdón. Un perdón que tiene muchas características.
Ante todo, Dios perdona siempre. No se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él no se cansa de perdonar. Cuando Pedro pregunta a Jesús: "¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces?". "No siete veces: setenta veces siete". Es decir siempre. Así perdona Dios: siempre.
¡Y si tú has vivido una vida de tantos pecados, de tantas cosas feas, pero al final, un poco arrepentido, pides perdón, entonces Dios te perdona inmediatamente! Él perdona siempre.
Basta confesarse, arrepentirse y pedir perdón.
Sin embargo, la duda que podría surgir en el corazón humano está en el cuánto Dios está dispuesto a perdonar. Y bien, basta arrepentirse y pedir perdón: No se debe pagar nada, porque ya Cristo ha pagado por nosotros.
El modelo es el hijo pródigo de la Parábola, qué arrepentido prepara un razonamiento para exponerle a su padre, el cual ni siquiera lo deja hablar, sino que lo abraza y lo tiene junto a sí:
No hay pecado que Dios no perdone. Él perdona todo. "Pero, padre, yo no voy a confesarme, porque hice tantas cosas feas, tan feas, tantas de esas que no tendré perdón..." No. No es verdad. Él Perdona todo. Si tú vas arrepentido, perdona todo.
Cuando, eh, tantas veces, no te deja hablar. Tú comienzas a pedir perdón y Él te hace sentir esa alegría del perdón antes de que tú hayas terminado de decir todo.
La Confesión es un encuentro con Dios.
Cuando Dios perdona, Él hace fiesta. Y, en fin, Dios olvida. Porque lo que le importa a Dios es encontrarse con nosotros. "¿Estoy dispuesto a perdonar todo?", "¿a olvidarme de los pecados de aquella persona?". La confesión, más que un juicio, es un encuentro.
Tantas veces las confesiones parecen una práctica, una formalidad: "Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla... Vas". Todo mecánico. No. ¿Y el encuentro dónde está? El encuentro con el Señor que reconcilia, te abraza y hace fiesta. Este es nuestro Dios, tan bueno.
También debemos enseñar: para que aprendan nuestros niños, nuestros muchachos, a confesarse bien, porque ir a confesarse no es ir a la tintorería para que te quiten una mancha. No. Es ir a encontrar al Padre, que reconcilia, que perdona y que hace fiesta.
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