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Categoría: Evangelio dominical

Conoce cómo preparar el camino del Señor y allanar sus senderos, igual que San Juan Bautista para vivir una verdadera conversión y acoger fielmente a Jesús

Preparar el camino del Señor al estilo de San Juan Bautista.

En el primer capítulo del Evangelio de Marcos, nos encontramos con una advertencia que Jesús dijo a sus discípulos y de la cual todos debemos tomarla con precaución. Jesús dijo: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento". Es por ello que, tomando de ejemplo a San Juan Bautista, vamos a conocer algunas formas de preparar el camino a Jesús en nuestras vidas.

El inicio de la Buena Nueva.

El primer evangelio que se escribió fue el de Marcos. Y estas son sus primeras palabras, escritas ciertamente en una forma solemne y festiva. Empieza así: "Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios".

Es la primera vez que aparece en el Nuevo Testamento la palabra evangelio (palabra griega, que significa buena noticia), refiriéndose a algo escrito sobre Jesucristo.

El evangelio de San Marcos va dirigido a comunidades de no-judíos. Pero comienza diciendo que Jesús tuvo un Precursor, anunciado varias veces en la Biblia. Esto le da más importancia a Jesús. Y cita tres pasajes de la Biblia: "Yo envío mi mensajero" (Éxodo 23,20 y Malaquías 3,1) y "La voz que clama en el desierto" (Isaías 40,3). Quien inicia la Buena Noticia, el Evangelio, es San Juan Bautista, que es llamado: "Mensajero de la Alegría, de las buenas noticias". (Isaías 40)

Impregnado de este espíritu, el Apóstol San Pedro también anuncia la llegada de un cielo nuevo y una tierra nueva e invita a acelerar este acontecimiento (Pedro 3,8-14).

Así pues, ese mensajero y esa voz del desierto se refieren a San Juan Bautista, que proclama la llegada de Jesús. Los dos coinciden en varias cosas:

 

  • Ambos (Juan y Jesús) piensan que el desierto es importante en sus ministerios.
  • Ambos llaman al pueblo al arrepentimiento.
  • Ambos serán traicionados, arrestados y asesinados.

 

La reacción de los judíos ante San Juan Bautista es conmovedora. Han pasado más de trescientos años desde que un profeta estuvo activo en Israel. Y cuando oyen hablar de Juan, les recuerda a Elías. La forma de vestir y la dieta de Juan lo relacionan con Elías.

San Juan Bautista iba "vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos". Pero así iba también vestido el Profeta Elías (2 Reyes 1:8). Y se van al desierto a escucharle. Allí San Juan Bautista los llama a un arrepentimiento profundo, de metanoia o cambio de mentalidad para regresar a la voluntad de Dios.

¿Por qué es importante ir al desierto?

El desierto les recuerda a los judíos los 40 años de sus antepasados, los israelitas, que huían de Egipto hacia la Tierra Prometida. Fue tiempo de seguir y estar con Dios, que los salvaba de la esclavitud egipcia. Les recuerda su antigua fidelidad a Dios, que fue su amigo y aliado, pero, sobre todo, el desierto es el mejor lugar para escuchar la llamada a la conversión. Allí hay privaciones.

Allí, en el desierto, el pueblo toma conciencia de la situación en que viven; experimentan la necesidad de cambiar; se arrepienten; reconocen sus pecados sin echarse las culpas unos a otros; sienten necesidad de salvación.

San Juan Bautista es el encargado de convencer a todos de la urgente conversión que necesita vivir todo el pueblo para acoger a su Mesías y Señor. Se trata de preparar el camino del Señor, un camino concreto y bien definido, el camino que va a seguir Jesús. Según el Evangelista San Marcos: "Confesaban sus pecados y San Juan los bautizaba".

Ser mensajeros como Juan el Bautista.

Como San Juan Bautista, nosotros debemos ser mensajeros de la Buena noticia. Una comunidad de rostro amable, alegre, confiado, sereno, pacificador. No un rostro torvo, una mirada sombría, un gesto adusto y condenatorio.

Hay que cuidar la imagen pública de los que tenemos por vocación ser mensajeros de la Alegre Noticia.

Anuncia la buena noticia, aquella comunidad que aplaude el bien y no da importancia al mal, la que en lugar de sospechar y condenar, confía y disculpa, la que no solo detecta enfermedades, sino que ofrece la medicina de la curación fácil, posible y rápida. Y es creíble.

Debemos llevar un mensaje alegre y esperanzador para los pobres de la tierra, los excluidos de los procesos de transformación, los matrimonios en crisis, los jóvenes indiferentes a la fe, las nuevas generaciones, los ancianos, los marginados, los disminuidos.

Hoy día necesitamos la conversión para acoger más fielmente a Jesucristo en el centro de nuestro cristianismo. La conversión que necesita nuestro modo de vivir el cristianismo no se puede improvisar. Requiere un tiempo largo de desierto, de recogimiento y de trabajo interior.

¿Por qué muchos se resisten en ir al desierto?

Precisamente esta puede ser hoy nuestra tentación: no ir al desierto, no recogernos de tanto ruido y preocupaciones temporales y egoístas, eludir la necesidad de la conversión, no escuchar ninguna voz que nos invite a cambiar, distraernos con cualquier cosa, para olvidar nuestros miedos y disimular nuestra falta de coraje para acoger el mensaje de Jesús.

La imagen del pueblo judío confesando sus pecados es admirable.

San Juan el Bautista: el precursor del Señor.

Y San Juan Bautista predicaba, diciendo: "Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos. Yo a la verdad les he bautizado con agua; más él les bautizará con Espíritu Santo".

Jesús viene a traer al Espíritu Santo, el perdón, la sanidad espiritual, la restauración de relaciones correctas, la incorporación al pueblo de Dios.

San Juan Bautista preparó el camino. No lo bloqueó. No puso más problemas. Presentó soluciones. Preparó a la gente para entrar en el ámbito de la Buena Noticia. Y lo hizo desde una humildad que impresiona: "¡No soy digno de desatarle la correa de la sandalia!".

San Juan Bautista estaba abrumado ante la grandeza de Aquel a quien anunciaba.

¿Cómo preparar el camino hoy?

  1. Purificar la mirada del corazón para "ver de otra manera".
  2. Poner en hora el reloj de la Paciencia y confiar en el sabio ritmo de Dios.
  3. Hacer fácil el camino a los demás: con nuestra súplica a Dios, con nuestra comprensión, con nuestra benevolencia a prueba de mal, con nuestra crítica constructiva, con nuestra disponibilidad a ayudar, con nuestra alegría.

 

Preparar el camino al Señor, significa dejarnos llevar por su amor, por su providencia. Es saber que Él se encuentra a nuestro lado y su providencia no nos faltará. Aunque vengan las pruebas y las dificultades parecen interminables, ya tenemos nuestra recompensando en el Cielo. Somos hijos de un Dios que todo lo conoce de nosotros, y su luz nos irá llevando, nos irá transformando. San Juan Bautista, ruega por nosotros.

Sobre San Juan Bautista.

San Juan el Bautista: El testigo de la luz y la voz del desierto

San Juan Bautista es testigo de la Luz. Refleja la luz de Cristo en los corazones de los hombres y es capaz de contagiar esa luz. Voz que grita en el desierto

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Redacción y edición: Padre José Martínez de Toda, S.J., PildorasdeFe.net

pildorasdefe padre jose todaPadre José Martínez de Toda, S.J., Coordinador del Sector Comunicación de la CPAL (Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina) Venezuela

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