Evangelio de hoy domingo 2 de abril, 2023. Lecturas del domingo y Reflexión Papa Francisco (Mateo 26,14-27,66): Domingo de Ramos: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!.
Santo Evangelio de hoy explicado del Domingo de Ramos, 2 de abril, 2023 y las Lecturas de hoy para reflexionar. Palabra diaria con el Evangelio del día según San Mateo 26,14-27,66: "Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo - Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Meditación del Evangelio (Domingo de Ramos). Reflexión del Papa Francisco para hoy: "Jesús experimentó el abandono total... Lo hizo por mí, por ti, por todos nosotros; lo hizo para decirnos: No tengan miedo, no están solos"
Índice de lecturas de hoy.
Celebración del día:
El Domingo de Ramos, también conocido como el Domingo de Pasión, inaugura la Semana Santa y conmemora la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén
Antífona de hoy.
Seis días antes de la Pascua, cuando El Señor entró en la ciudad de Jerusalén, los niños corrían a su encuentro; en sus manos llevaban palmas y gritaban a gran voz ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito seas, que has venido en tu abundante misericordia! Oh puertas, alzad la cabeza, alzaos, puertas antiguas. Dejad entrar al rey de la gloria. ¿Quién es este rey de gloria? Él, El Señor de los ejércitos, él es el rey de la gloria. ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito seas, que has venido en tu abundante misericordia!. (Cfr. Jn 12,1.12-13; Sal 23,9-10)
Oración colecta.
Dios todopoderoso y eterno que, como ejemplo de humildad para el género humano, hiciste que nuestro Salvador se encarnara y se sometiera a la cruz, concédenos que sigamos su lección de sufrimiento paciente y merezcamos así participar en su Resurrección. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Lecturas de hoy domingo.
Primera Lectura para el Evangelio de hoy Domingo de Ramos. Lectura del Libro de Isaías 50,4-7: "No cubrí mi rostro contra el insulto: Sé que no seré avergonzado".
El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado.
Salmo de hoy domingo.
Salmo Responsorial de las lecturas de la Santa Misa de hoy, tomado del Salmo 22,8-9.17-20.23-24
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (R)
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Todos los que me ven se burlan de mí. Curvan los labios, sacuden la cabeza. Confió en El Señor, que lo salve; que lo libere si este es su amigo".
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (R)
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Muchos perros me han rodeado, una banda de malvados me acosa. Me hacen agujeros en las manos y en los pies puedo contar cada uno de mis huesos.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (R)
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Se reparten mi ropa entre ellos. Echan a suertes mi manto. Señor, no me dejes solo, fuerza mía, apresúrate a ayudarme.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (R)
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Hablaré de tu nombre a mis hermanos y te alabaré donde estén reunidos. Los que teméis al Señor, alabadle; todos los hijos de Jacob, dadle gloria. Veneradle, hijos de Israel.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (R)
Segunda lectura de hoy.
Salmo Responsorial de las lecturas de la Santa Misa de hoy, tomado de Filipenses 2,6-11: "Cristo se humilló a sí mismo, pero Dios lo elevó a lo alto".
Su estado era divino, pero Cristo Jesús no se aferró a su igualdad con Dios, sino que se despojó de sí mismo para asumir la condición de esclavo y se hizo como los hombres; y siendo como son todos los hombres, se humilló aún más, hasta aceptar la muerte, la muerte de cruz. Pero Dios lo elevó a lo alto y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres, para que todos los seres de los cielos, de la tierra y de los infiernos doblen la rodilla ante el nombre de Jesús y toda lengua aclame a Jesucristo como Señor, para gloria de Dios Padre.
Aclamación de hoy.
Alabado seas, Cristo, rey de la gloria eterna. Cristo fue más humilde aún hasta aceptar la muerte, la muerte de cruz. Pero Dios lo elevó a lo alto y le dio el nombre que está por encima de todo nombre. Alabado seas, Cristo, rey de la gloria eterna. (Aclamación del Evangelio de hoy, tomada de Filipenses 2,8-9)
Evangelio de hoy: Mateo 26,14-27,66.
Evangelio de hoy explicado - Lecturas de hoy Domingo de Ramos, para el Santo Evangelio del día: "Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo".
La Cena Pascual.
En aquel tiempo, llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios". Y tomando una copa, dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.
Institución de la Eucaristía.
Luego, Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes".
Anuncio de la traición de Judas.
La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí. Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!" Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.
El verdadero servicio.
Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande. Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y, sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Recompensa a sus discípulos.
Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí. Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Anuncio de las negaciones de Pedro.
Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos". "Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte". Pero Jesús replicó: "Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces".
Lo que debe cumplirse.
Después les dijo: "Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿les faltó alguna cosa?" "Nada", respondieron. Él agregó: "Pero ahora el que tenga una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que venda su manto para comprar una. Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra de la Escritura: Fue contado entre los malhechores. Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí". "Señor, le dijeron, aquí hay dos espadas". Él les respondió: "Basta".
La oración de Jesús en Getsemaní.
En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos. Cuando llegaron, les dijo: "Oren, para no caer en la tentación". Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: "Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba. En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo. Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza. Jesús les dijo: "¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación".
El arresto de Jesús.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?" Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: "Señor, ¿usamos la espada?" Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. Pero Jesús dijo: "Dejen, ya está". Y tocándole la oreja, lo curó. Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: "¿Soy acaso un bandido para que vengan con espadas y palos? Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas".
Las negaciones de Pedro.
Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos. Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos. Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: "Este también estaba con él". Pedro lo negó, diciendo: "Mujer, no lo conozco". Poco después, otro lo vio y dijo: "Tú también eres uno de aquellos". Pero Pedro respondió: "No, hombre, no lo soy". Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo: "No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo". "Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices". En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo. El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: "Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Ultrajes a Jesús.
Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban; y tapándole el rostro, le decían: "Profetiza, ¿quién te golpeó?" Y proferían contra él toda clase de insultos.
Jesús ante el Sanedrín.
Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal y le dijeron: "Dinos si eres el Mesías". Él les dijo: "Si yo les respondo, ustedes no me creerán, y si los interrogo, no me responderán. Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso". Todos preguntaron: "¿Entonces eres el Hijo de Dios?" Jesús respondió: "Tienen razón, yo lo soy". Ellos dijeron: "¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca".
Jesús conducido ante Pilato.
Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato. Y comenzaron a acusarlo, diciendo: "Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al Emperador y pretendiendo ser el rey Mesías". Pilato lo interrogó, diciendo: "¿Eres tú el rey de los judíos?" "Tú lo dices", le respondió Jesús. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: "No encuentro en este hombre ningún motivo de condena". Pero ellos insistían: "Subleva al pueblo con su enseñanza en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí". Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo. Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. En esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.
Jesús ante Herodes.
Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia. Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada. Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia. Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato. Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.
Jesús de nuevo ante Pilato
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, y les dijo: "Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los cargos de que lo acusan; ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad".
Jesús y Barrabás.
Pero la multitud comenzó a gritar: "¡Que muera este hombre! ¡Suéltanos a Barrabás!"A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con la intención de poner en libertad a Jesús. Pero ellos seguían gritando: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!" Por tercera vez les dijo: "¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad". Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento. Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo. Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos.
Camino al Calvario.
Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: "¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron! Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos! Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?". Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados
La crucifixión de Jesús.
Cuando llegaron al lugar llamado "La Carabela", lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
Ofensas a Jesús crucificado.
El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!" También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!" Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos".
El buen ladrón.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo". Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino". Él le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso".
La muerte de Jesús.
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Y diciendo esto, expiró. Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: "Realmente este hombre era un justo". Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho. Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.
La sepultura de Jesús.
Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado. Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado. Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado. Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley. Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco.
"Jesús experimentó el abandono total... Lo hizo por mí, por ti, por todos nosotros; lo hizo para decirnos: No tengan miedo, no están solos". Papa Francisco.
¿Cómo nos sirvió El Señor? Dando su vida por nosotros. Le somos queridos, le costamos caros. Santa Ángela de Foligno contaba que una vez oyó decir a Jesús: "Mi amor por vosotros no es una broma". Su amor por nosotros le llevó a sacrificarse y a cargar con nuestros pecados. Esto nos asombra: Dios nos salvó tomando sobre sí todo el castigo de nuestros pecados. Sin quejarse, sino con la humildad, la paciencia y la obediencia de un siervo, y por puro amor. Y el Padre sostuvo a Jesús en su servicio. No le quitó el mal que le aplastaba, sino que le fortaleció en su sufrimiento para que nuestro mal pudiera ser vencido por el bien, por un amor que ama hasta el extremo.
El Señor nos sirvió hasta el punto de experimentar las situaciones más dolorosas de los que aman: la traición y el abandono.
La traición.
Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó. Fue traicionado por la gente que le cantaba el hosanna y luego gritaba: "¡Crucifícale!" (Mt 27,22). Fue traicionado por la institución religiosa que lo condenó injustamente y por la institución política que se lavó las manos. Podemos pensar en todas las pequeñas o grandes traiciones que hemos sufrido en la vida. Es terrible descubrir que se ha traicionado una confianza firmemente depositada. Desde lo más profundo de nuestro corazón surge una decepción que puede llegar a hacer que la vida parezca carecer de sentido. Esto sucede porque hemos nacido para ser amados y para amar, y lo más doloroso es ser traicionado por alguien que nos prometió lealtad y cercanía. No podemos ni imaginar lo doloroso que fue para Dios, que es amor.
Miremos en nuestro interior. Si somos sinceros con nosotros mismos, veremos nuestras infidelidades. ¡Cuántas falsedades, hipocresías y duplicidades! ¡Cuántas buenas intenciones traicionadas! ¡Cuántas promesas incumplidas! ¡Cuántos propósitos incumplidos! El Señor conoce nuestros corazones mejor que nosotros mismos. Sabe cuán débiles e irresolutos somos, cuántas veces caemos, cuánto nos cuesta levantarnos y cuán difícil es curar ciertas heridas. ¿Y qué hizo para venir en nuestra ayuda y servirnos? Nos lo dijo a través del Profeta: "Sanaré su falta de fe; los amaré profundamente" (Os 14,5). Nos curó tomando sobre sí nuestra infidelidad y quitándonos nuestras traiciones. En lugar de desanimarnos por el miedo a fracasar, ahora podemos mirar al crucifijo, sentir su abrazo y decir: "He aquí mi infidelidad, tú la has tomado, Jesús, sobre ti. Me abres los brazos, me sirves con tu amor, me sigues sosteniendo... Y así seguiré adelante".
El abandono.
En el Evangelio de hoy, Jesús dice una cosa desde la Cruz, una sola cosa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". (Mt 27,46). Son palabras poderosas. Jesús había sufrido el abandono de los suyos, que habían huido. Pero el Padre permaneció para él. Ahora, en el abismo de la soledad, por primera vez le llama por el nombre genérico de "Dios". Y "en voz alta" le hace la pregunta "¿por qué?", el "¿por qué?", más atroz: "¿Por qué me has abandonado tú también?". Estas palabras son, de hecho, las de un salmo (cf. 22,2); nos dicen que Jesús también llevó a su oración la experiencia de la desolación extrema. Pero el hecho es que él mismo experimentó esa desolación: experimentó el máximo abandono, del que dan testimonio los Evangelios citando sus mismas palabras.
¿Por qué sucedió todo esto? Una vez más, lo hizo por nosotros, para servirnos. Para que cuando estemos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, sin luz y sin salida, cuando parezca que Dios mismo no responde, recordemos que no estamos solos. Jesús experimentó el abandono total en una situación que nunca antes había vivido para ser uno con nosotros en todo. Lo hizo por mí, por ti, por todos nosotros; lo hizo para decirnos: "No tengáis miedo, no estáis solos. He experimentado toda vuestra desolación para estar siempre cerca de vosotros". Hasta ese punto nos sirvió Jesús: descendió al abismo de nuestros sufrimientos más amargos, que culminaron en la traición y el abandono. Hoy, ante la tragedia de una pandemia, ante tantas falsas seguridades que se han desmoronado, ante tantas esperanzas traicionadas, ante el sentimiento de abandono que pesa sobre nuestros corazones, Jesús nos dice a cada uno de nosotros: "Ánimo, abre tu corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios que te sostiene". (Homilía del Evangelio de hoy. Santa Marta, 4 de abril de 2020)
Oración de hoy.
Jesús, traspasado en la cruz, con tu rostro sangrante, me demuestras que tu amor por mí no tiene límites. Ayúdame a corresponderte a ese amor santo, completa las fuerzas que me falten para ese propósito. Amén.
Frase de reflexión.
Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar por Él. Contempla su sangre derramada por amor y déjate purificar por ella. Así podrás renacer.
- Papa Francisco, 19/04/19
Reflexión del Evangelio de hoy.
Al meditar las lecturas y el Evangelio del día explicado, escuchemos ahora la meditación en audio del Santo Evangelio de hoy domingo, según San Mateo 26,14-27,66: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Pidamos ayuda al Espíritu Santo, para que nos ayude a meditar lo que nos ha dicho a cada uno de nosotros, la reflexión del Evangelio de hoy.
Intenciones del día.
Reflexión del Santo Evangelio de hoy domingo, 2 de abril, 2023, según San Mateo 26,14-27,66: "Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo - Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". La oración del día nos ayuda con la meditación. ¿Qué pudiste reflexionar con el Evangelio del día? Escribe en los comentarios tus peticiones de oración.
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