San Juan Bautista es testigo de la Luz. Refleja la luz de Cristo en los corazones de los hombres y es capaz de contagiar esa luz. Voz que grita en el desierto
San Juan Bautista: Testigo de la luz y voz que grita en el desierto.
En el Evangelio de San Juan (1,23), nos encontramos con la presentación de San Juan Bautista y de cómo él responde a quienes le preguntan con muchas dudas sobre su procedencia, a lo que San Juan responde: "Yo soy la voz que grita en el desierto: "Enderecen el camino del Señor", como anunció el profeta Isaías". San Juan Bautista es llamado el Testigo de la luz y la voz que grita en el desierto
¿Es San Juan Bautista el Mesías?
San Juan Bautista era un predicador al aire libre, metía mucho ruido, atraía a mucha gente, bautizaba en el río Jordán, tenía sus seguidores y esto preocupaba a las autoridades. Pero además, San Juan Bautista criticaba el poder dominante de los romanos y de Herodes. Más adelante, Herodes lo meterá en la cárcel y le cortará la cabeza.
A las autoridades religiosas tampoco les gustaba su insistencia en pedir perdón por los pecados y en su Bautismo. Por eso le enviaron un grupo de personas para hacerle algunas preguntas insidiosas. Le preguntaron: ¿Quién eres tú? Primero les dice lo que no es. Dice: "No soy el Mesías ni Elías ni el profeta que todos esperaban". Pero después les dice lo que es: "Yo soy la voz que grita en el desierto: "Enderecen el camino del Señor", como anunció el profeta Isaías"
San Juan Bautista es como el despertador que anuncia la luz del nuevo día, y al Señor de todos los días. Es como un espejo, que puede iluminar agujeros profundos y hendiduras oscuras. Puede reflejar la luz en esos lugares inaccesibles. No es la luz ni la fuente de la luz. Pero puede hacer brillar la luz en la oscuridad, si la refleja.
San Juan Bautista es como este espejo: reflejo de la luz de Cristo. ¿Nosotros reflejamos la luz de Cristo? Esto lo resume muy bien el evangelio, cuando dice de él al principio, que es el testigo de la luz, es decir, de Jesús.
¿Juan Bautista es testigo de la luz?
San Juan Bautista es ese testigo humilde, que no se da importancia. Puede él reflejar la luz de Cristo en los corazones de los hombres, puede contagiar luz y vida, y cambiar algunas cosas en sus vidas. Ese es el testigo.
El testigo nos revela que algo sabe de Dios y del amor, algo sabe de la fuente y de cómo se calma la sed de felicidad que hay en el ser humano. Dios ilumina su vida. Se ve en su manera de vivir y de creer. No habla mucho, pero es una voz. Comunica lo que a él le hace vivir. No dice cosas sobre Dios, pero contagia algo. No enseña doctrina religiosa, pero invita a creer.
La vida del testigo atrae y despierta interés. Contagia confianza en Dios, libera de miedos. Abre siempre caminos. Es como el Bautista: "allana el camino al Señor"
Jesús está entre nosotros.
San Juan Bautista dice que Jesús está en medio de nosotros, pero que no lo conocemos. ¿Qué significa eso?
A Jesús se le conoce poco. Se le conoce de una manera superficial. Para muchos es un perfecto desconocido. Hay hombres adultos y razonablemente instruidos cuya ignorancia e indocumentación sobre Jesús es casi total. No sabrían decir qué relación puede haber entre Jesús y la realidad que viven día tras día. No lo consideran como un inspirador de sus vidas. Si San Juan Bautista estuviera hoy aquí, repetiría lo mismo de su tiempo: "En medio de ustedes hay uno a quien no conocen".
Porque Jesús es interrogante, desafío, interpelación y promesa para el hombre de todos los tiempos.
¿Se necesitan hoy testigos de Jesús?
"Hoy la gente no busca maestros, sino testigos... A nuestra Iglesia le sobran documentos y le faltan testigos".(Paulo VI)
Tradicionalmente, nos hemos preocupado por "transmitir" la fe. Y eso está muy bien. Los padres enseñaban a los hijos, los profesores de religión a sus alumnos, los catequistas a los catequizando, los sacerdotes a los seglares. No han faltado palabras. Ciertamente, es necesario cuidar con fidelidad el mensaje del Señor, la teología.
Pero, tal vez, ha faltado testimonio, comunicación de experiencia, contagio de algo vivido de manera honda y entrañable. Nuestro mayor problema no es guardar el depósito de la fe, sino vivir esa fe depositada en nosotros. También es necesario denunciar las injusticias. Pero, con frecuencia, junto a las palabras, han faltado testigos cuya vida arrastre a las gentes.
Lo primero que nos falta para que surjan testigos vivos de la luz, como lo fue San Juan Bautista, es la experiencia de Dios, la oración. Necesitamos reforzar la espiritualidad en la Iglesia actual. Debemos ser contemplativos en la acción, como nos recomienda la espiritualidad ignaciana. Las comunidades se reúnen, rezan, cantan, pero salen de las iglesias sin conocer al que está en medio de ellos. Solo la acogida interior al Espíritu, tal como lo hizo San Juan el Bautista, puede reanimar nuestras vidas y generar entre nosotros "testigos del Dios vivo".
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