Nosotros somos ciudadanos del Cielo, nos dijo el Apóstol, y no tenemos aquí abajo una ciudad permanente, todo esto es temporal y nuestra ciudadanía es del Cielo
No tenemos una ciudad permanente ¡Somos ciudadanos del Cielo!.
No olvides esto: "¡Eres ciudadano del Cielo!" En medio del dolor, del sufrimiento, del miedo, angustia o ansiedad, por el que quizás puedes estar atravesando, por favor recuerda esta promesa que nos ha dejado el Apóstol: "No tenemos aquí abajo una ciudad permanente, sino que buscamos la futura" (Hebreos 13,14)
Nota: Por favor, copia esa cita bíblica, imprímela, guárdala o ponla a la vista en el sitio donde más frecuentes.
¡Estamos de paso!
"¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien." (Salmo 128,1-2)
En mis días en que apenas comenzaba mi conversión, te confieso que yo estaba perdido entre tantas cosas que me decía la Biblia, tantas preguntas venían a mi mente, sentía gran angustia y los problemas y preocupaciones seguían estando a mi lado como una sombra que no se desvanecía. Me preguntaba por qué, si teníamos a un Dios increíble y poderoso, al que todo se le somete, teníamos que seguir atravesando calamidades, frustraciones, sufrimientos, etc.
Comprendí luego que, en este mundo, todos estamos de paso, que el Reino de Dios no es de este mundo, y que el príncipe de este mundo no es Jesús, sino Satanás, así es, el mismo Satanás, a él le fue entregado este mundo hostil, eso lo dijo el mismo Jesús en (Juan 14,30; Efesios 2,2; 2 Corintios 4,4; Juan 16,11) Y ojo, no quiero que me malinterpretes, cuando me refiero al mundo es a todo lo mundano que habita a nuestro alrededor, muy distinto a la Tierra, que es creación de Dios... Es por ello, aquella invitación de Jesús a que, "estemos en este mundo, pero sin ser del mundo" (Juan 7,14-16)
Somos ciudadanos del Cielo.
Pero volvamos al principio, recordando que "no tenemos aquí abajo una ciudad permanente". Y lo unimos ahora a lo que el Apóstol nos recuerda en otra de sus cartas: "nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí, como Salvador, el Señor Jesucristo". (Flp 3,20)
¿No te parece que saber esto es increíblemente poderoso? Que esta ciudad en la que estamos ahora, viviendo calamidades, angustias, preocupaciones y tormentas, no es permanente, y que nuestra ciudadanía es la del Cielo...
Por supuesto, recordar esto, no nos va a quitar los problemas de encima como por arte de magia, pero sí nos hará ver al mundo desde la óptica de la fe y la esperanza. Y así estemos sumergidos en problemas, sufrimientos o dificultades, podremos vivir llenos de gozo porque Dios nos hará sentir esa "paz que sobrepasa todo entendimiento" (Flp 4,7) al comprender que le pertenecemos a Él.
Apunta bien alto.
Mira hacia arriba, apunta hacia lo alto, que tenemos a un Dios en el Cielo que es Padre, que no abandona a ninguno de los hijos que están en esta ciudad temporal, y que acuden con confianza a su Divina Providencia, que nos aguarda con amor en la Patria a la que realmente pertenecemos, y que, aunque atravesemos circunstancias realmente difíciles aquí abajo, debemos tener la certeza de que todo esto es temporal. Como dijo nuestro querido San Juan Pablo II: "Las pruebas de la vida nos permiten experimentar nuestra precariedad humana. Nos recuerdan que en la tierra estamos de paso y que nuestra patria no se encuentra aquí, sino en Dios".