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Categoría: Reflexiones

Arturo Mari, fotógrafo de San Juan Pablo II, estuvo junto a él los 27 años de su pontificado y recuerda el día en que besó a 800 leprosos

Sin duda alguna que San JUan Pablo II, nos dejó claros ejemplos de imitación de la vida cristiana y en vida, fue un testimoio viviente del amor de Dios hasta en sus últimos días. Con su carisma y su fuerza espiritual se ganó el afecto de muchos y con sus actos humildes provocó las más grandes conversiónes de la historia, como lo fue el de la conversión de su propio victimario, quien intentó asesinar al Papa aquel día fatídico en una concurrida plaza de San Pedro. Y no solo esto, a continuación este fue el día en que San Juan Pablo II besó a 800 leprosos, uno por uno, besándolos y acariciándolos.

El día en que San Juan Pablo II besó a 800 leprosos.

Era el 4 de mayo de 1984, y el Papa San Juan Pablo II visitaba la isla coreana de Sarok, una antigua colonia para leprosos donde varios cientos de personas que padecían el mal de la lepra recibían tratamiento. 

Arturo Mari, su fotógrafo personal, estaba ahí, como en todos los viajes del pontífice, testigo mudo de cada audiencia, misa, viaje de vacaciones o cena, pública o privada.

Como fotógrafo personal de San Juan Pablo II, Mari tuvo acceso casi irrestricto a San Juan Pablo II durante los 27 años de su pontificado, y su veredicto antes de que fuese beatificado no reflejó la menor duda: ¡era un santo en vida!

El protocolo ese día de 1984 indicaba que San Juan Pablo II debía entrar al pabellón en Sarok donde estaban reunidos los pacientes, darles un breve discurso sobre el significado del sufrimiento y partir. Pero después de contemplar la escena, San Juan Pablo II apartó a un cardenal que trataba de apurar las cosas y se puso a trabajar.

"Los tocó con sus manos, los acarició, besó a cada uno", dijo Mari. "Ochocientos leprosos, uno por uno. ¡Uno por uno!"

"Para mí, era un hombre de Dios", dijo Mari, de 71 años, en una entrevista en su apartamento, cerca del Vaticano.

"Te garantizo que era un santo vivo, por todo lo que podía ver con mis ojos, escuchar con mis oídos, no puedes creer todo lo que podía hacer ese hombre".

El papa Benedicto XVI beatificó a Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, otorgando la confirmación de la Iglesia Católica a lo que Mari y millones de fieles creen desde hace muchos años: que Karol Wojtyla llevó una vida de santidad y merece uno de los honores más altos de su iglesia.

La beatificación es el último paso importante antes de ser declarado santo, y San Juan Pablo II llega a esa meta en tiempo récord, apenas seis años después de su muerte acaecida el 2 de abril de 2005. Benedicto XVI aceleró el proceso al iniciar la causa inmediatamente en lugar de esperar cinco años como es habitual.

San Juan Pablo II rezando de rodillas frente a cruces
[Visita de San Juan Pablo II a la Colina de las Cruces cerca de Šiauliai y el Santuario Mariano de Šiluva, Lituania]

Los biógrafos y voceros de San Juan Pablo II han destacado, entre otros aspectos de su vida, los 129 países que visitó y los 1,16 millones de kilómetros que recorrió, el equivalente de 29 veces la vuelta al mundo.

Y en todo momento lo acompañó Mari, un romano rechoncho de hombros anchos, traje oscuro e impecable camisa blanca, frecuentemente el único laico en un mar de clérigos. Tomaba discretamente las fotos desde su lugar privilegiado al lado del Papa, y el Vaticano las distribuía a los medios.

Su trabajo, que inició a los 16 años, abarcó cinco pontificados, a partir del papa Pío XII, y terminó en 2008 bajo Benedicto XVI.

Muchas de las fotos más difundidas de Mari son las que tomó de San Juan Pablo IIcuando estaba de vacaciones: tomando sol en las montañas de Val D´Aosta o descansando en los jardines de Castel Gandolfo. Pero otras evocan tiempos menos felices: el Papa tendido en una cama de hospital después de un intento de asesinato en 1981; o la que lo muestra perdonando al hombre que le disparó.

Mari destacó un viaje memorable a Sudán en 1993, cuando San Juan Pablo II regañó públicamente al presidente Omar Hassan el-Bashir por no proteger a la minoría cristiana. En la audiencia privada, un San Juan Pablo II visiblemente furioso le levantó la mano a el-Bashir y le dijo:

"Eres un criminal y serás juzgado por Dios"

"¡Traduce literalmente todo lo que digo!", le ordenó San Juan Pablo II II al traductor, dijo Mari.

Pero los recuerdos personales de Mari no se limitan a los momentos históricos: recuerda sus pláticas mientras fumaba con el entonces cardenal Wojtyla durante el Concilio Vaticano II acerca de lo que significaba ser un cura detrás de la Cortina de Hierro, o cuando lo consultó en Castel Gandolfo acerca de lo que debía hacer como padre de un cura (el único hijo de Mari fue ordenado en 2007)

Sus fotos preferidas, las que tiene enmarcadas en su sala de estar, son la de esos momentos íntimos. En una está con San Juan Pablo II durante el 100mo viaje al exterior del fotógrafo; en otra, Mari, Juan Pablo II y otros colaboradores del Vaticano están en mangas cortas en la finca veraniega de Val D´Aosta.

Junto con ellas está la foto más emblemática, tomada unos días antes de la muerte de Juan Pablo II: el papa está en su capilla privada, aferrando un crucifijo mientras contempla por televisión la procesión del Viernes Santo, demasiado enfermo para participar de la recordación de la muerte de Jesús que se realiza todos los años frente al Coliseo romano.

Es una imagen desgarradora, de un Papa consciente de la cercanía de la muerte, con la frente apretada contra la cruz mientras reza.

"Mira sus manos, la fuerza de sus manos, cómo aferra la cruz", dijo Mari, contemplando la foto. "Mira, están rojas. Está haciendo un esfuerzo. Se ve su gran sufrimiento, como si toda su vida estuviera en esa cruz".

San Juan Pablo II besando un bebé

El 2 de abril del 2005, Mari visitó a San Juan Pablo II en su apartamento, ocho horas antes de su muerte, adonde lo había convocado el secretario para que se despidiera. El Papa, dijo, estaba tendido sobre su costado izquierdo y había una máscara de oxígeno sobre la almohada.

"Giró y me sonrió y sus ojos eran enormes. ¡Hermosos! Hacía años que no los veía así. Caí de rodillas debido al momento, era más fuerte que yo. Me tomó la mano, acarició mi mano. Después de un rato, dijo:

"Arturo, grazie, grazie", y apartó la cara".

San Juan Pablo II, grande en humildad.

La elección de Karol Wojtyla como Papa en 1978 sorprendió al mundo católico. Nadie apostaba por aquel obispo de Cracovia, de 58 años, para que fuese el próximo a conducir la Iglesia. Fue el primer Papa no italiano en más de 450 años.

Se ganó el respeto e muchos por su postura contra el régimen comunista de Polonia y al poco tiempo se convirtió en uno de los rostros más amigables y familiares para el mundo. Su postura fue siempre de salir al encuentro de los demás, por algo se ganó el apodo del "Papa viajero" visitó más de 120 países y se ganó la reputación de ser un luchador internacional por la libertad.

Grandes multitudes acudía a sus encuentros. Queráin ver al hombre al que muchos ya consideraban un santo viviente

A lo largo de su pontificado, su trabajo para mantener la dignidad de la humanidad contra lo que él veía como los peligros de la vida moderna, unido a su carisma personal, hizo de San Juan Pablo II uno de los hombres más notables de su tiempo.

Conoce más de San Juan Pablo II.

Adaptación y contenido agregado: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: Excelsior.com.mx

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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