San Juan enseña: Tenemos plena confianza de que Dios nos escucha. Con esta confianza podemos mover montañas con la oración
Aprende las maneras de mover montañas con la oración.
¿Mover montañas con la oración? Muchos creerán que Jesús dijo estas palabras en forma de metáfora; pero a medida que Jesús avanzaba en su predicación, Él realizaba milagros sorprendentes a los ojos de todos y asegurándonos luego que "haríamos cosas mucho más grandes que Él si teníamos fe" (cfr Juan 14,12)
La oración es un arma poderosa que tenemos que puede mover montañas, y cambiar radicalmente nuestras vidas. Muchos cristianos no se dan cuenta del poder que tenemos en Cristo a través de la oración, y a menudo pierden oportunidades para que Dios se mueva en nuestro nombre.
Nuestras oraciones para mover montañas, son activadas por la fe en nuestro Padre Dios. Jesús habló claro sobre esto y el Evangelio de Mateo también recoge esta frase poderosa y poco entendedida:
"En verdad os digo que si tenéis fe tan pequeña como un grano de mostaza, podéis decir a esta montaña: "Muévete de aquí a allá", y se moverá. Nada será imposible para ti" (Mateo 17,20)
Fray Nelson Medina, experto en Sagradas Escrituras, puede disiparnos toda duda al respecto. Primero que todo, recordemos las palabras de Jesús:
"Jesús les respondió: "Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no sólo harán lo que yo acabo de hacer con la higuera, sino que podrán decir a esta montaña: "Retírate de ahí y arrójate al mar", y así lo hará. Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán"" (Mateo 21,21-22)
Del texto resulta claro que lo contrario de la fe son las dudas. Lo que no es inmediatamente claro es cuáles son esas dudas y qué las produce. Existe la tentación de pensar que la eliminación de las dudas consiste simplemente en auto-sugestionarse, algo como lo que propone el llamado "pensamiento positivo".
Como si el solo hecho de repetirse uno muchas veces en la cabeza que algo va a salir bien fuera la fórmula para no dejarle espacio a la duda, y de ese modo lograr lo que no quiere, hasta trasladar montañas con la mente. Ese enfoque "mental" sobre la oración tiene mucho que ver con la concentración, la sugestión y el cerebro; pero tiene poco o nada que ver con la Santa Biblia.
En la Sagrada Escritura, la duda está relacionada fundamentalmente con la división. El que está dividido interiormente esta condenado a fracasar, según lo recuerda expresamente un dicho de Jesucristo:
"Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie". (Mateo 12,25)
Cuando Pedro da unos pocos pasos sobre el agua, se da cuenta del oleaje y de la fuerza del viento, y entonces queda dividido, como si se dijera: "Dios es poderoso pero este viento también es poderoso, y entonces, ¿qué será de mí?". La división hace que dude, y la duda destruye su fe y hace que se hunda. Cristo se apareció, ya resucitado, a sus discípulos. Nos enseña San Lucas 24, 37-39:
"Ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu. Y El les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo."
Nuevamente estamos ante un caso de división interior: se puede afirmar que es Jesús pero también se puede afirmar que es un espíritu. Y la división hace que surjan dudas en el corazón. Si la duda viene de la división, la superación de la duda viene de un corazón consolidado, o mejor: unido.
"Que vuestro corazón sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y guardar sus mandamientos," exhorta 1 Reyes 8,61. El corazón encuentra su unidad cuando se reúne y se da por completo a Dios, según el antiguo mandamiento: "Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Deuteronomio 6,4-5)
Llegamos así a la conclusión: el corazón que tiene perfecta fe es el que no tiene dudas; el corazón libre de dudas es el corazón que no está dividido; el corazón sin divisiones es el que vive el primer mandamiento, es decir, el corazón que ama con plenitud de donación a Dios.
O sea que el corazón que hace mover las montañas es el corazón que está adherido totalmente a Dios, rendido a Él, y por consiguiente, fundido en su voluntad. Así lo presenta también el apóstol Juan:
"Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye" (1 Juan 5,14)
¿Se pueden mover montañas con la oración?
Sí, por supuesto. Aquel que está unido al querer de Dios, y que siguiendo ese querer encuentre una montaña que obstruye su camino, sin desprenderse de Dios, a quien ama con todo su ser, ore, y por supuesto que esa, y todas las montañas, darán paso a su oración, sencillamente porque todo obedece a Dios.
San Marcos nos vuelve a confirmar las Palabras poderosas de Jesús que nos invitan a la confianza y a tener una gran fe.
"Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: "Retírate de ahí y arrójate al mar", sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá". (Marcos 11:23)
Oración para tener confianza.
Señor Dios, tu sombra poderosa es la que me protege cuando a veces me pierdo entre los problemas de la vida diaria. Hoy acudo a tu Presencia para pedirte que llenes mi corazón de confianza, esa confianza que sobrepasa mi entendimiento y hace que me arroje a tu misericordia. Ayúdame a cargar con aquellas cosas que a veces se me hacen insufribles. Quiero tener el valor de aceptar mi cruces y sufrimientos, pero eso puedo lograrlo únicamente apadrinado por la fuerza de tu Santo Espíritu. Ayúdame a amarte con un corazón puro y contrito, a tener confianza de que todo saldrá bien y que no hay obstáculo o desafío que no puedo superar con la oración diaria. Podré mover montañas contigo a mi lado. Sigue aumentando mi fe para ello. Oh Sagrado Corazón de Jesús, fuer de los eternos consuelos y del Amor Divino, que mi relación contigo sea siempre para tu gloria y mi confianza en Ti sea que la pueda liberarme de cada desafío de mi vida. Amén.
Nuestras oraciones ofrecidas a Dios deben estar acompañadas con una CREENCIA TOTAL de que las cosas van a suceder porque la hemos puesto en las manos de Dios. Podemos mover montañas con la oración, y eso implica poner toda nuestra confianza y creer de antemano que ya hemos recibido lo que hemos pedido. Debemos ser hombres y mujeres de fe, con una ferviente oración diaria. Podemos rezar oraciones perseverantes, realmente poderosas, que sean capaz de mover montañas. En el nombre de Jesús, así lo creo.
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