Si logramos implementar estas 5 prácticas en nuestra vida personal de oración, entonces traeremos un fruto de abundancia a futuro
5 formas de mejorar nuestra vida de oración.
¿Cuánto tiempo y energía invertimos en obtener un grado académico de alguna universidad prestigiosa? ¿Cuánta sangre, sudor y lágrimas invertimos en obtener un trofeo en alguna contiendo deportiva? ¿Cuánto tiempo y energía podría ser consumida en preparar una fiesta sorpresa de cumpleaños?
Si podemos invertir una exagerada cantidad de tiempo, dinero, energía física y emocional en estas búsquedas naturales de logros, ¿no deberíamos ser capaces de gastar más de nuestro tiempo y energía en el que es el mayor de todos los artes, "en el arte de todos los artes"? Y ese es aprender la práctica de la oración.
San Alfonso María Ligorio, Doctor de la Iglesia, llama a la oración la clave de la salvación.
5 formas de mejorar la vida de oración.
A continuación hay cinco cortos, determinantes y concretos pasos que podemos tomar para mejorar nuestra vida personal de oración, crecer en santidad, ser una fuente de santidad para muchos otros y experimentar una casi constante y sobrecogedora paz.
1. Convicción.
Debemos estar convencidos de la importancia de la oración en nuestra vida para nuestra salvación eterna. San Alfonso lo expresa manera concisa:
"Aquel que ora será salvado; aquel que no ora será condenado".
San Juan de Damasceno define la oración como:
"Elevar la mente y el corazón a Dios".
San Agustín tiene una forma muy pegajosa de expresar ese indispensable carácter de la oración:
"Aquel que ora bien, vive bien; aquel que vive bien, muere bien; aquel que muere bien, está bien".
¡Excelente! Al final un analogía sencilla: así como el aire es para los pulmones así la oración debe ser para nuestra alma. Si no hay aire en los pulmones, la muerte llega pronto.
De la misma manera una persona sin oración puede caer fácilmente presa de la tentación y caer en pecado morta y perder con ello la amistad con Dios.
2. La confesión.
Si no estamos en paz con Dios, si nuestra conciencia nos reprocha algo, si tenemos un pecado que no ha sido recordado o no ha sido confesado, entonces hablar cara cara con Dios como si fuese nuestro amigo simplemente no funciona.
Si ofendimos a nuestro amigo, debemos disculparnos con él y ¡entonces volvemos a una relación de amistad!
3. Establece un tiempo y un lugar para orar.
El hombre es una criatura de hábitos. Hacemos ciertas cosas todos los días a la misma hora y en el mismo lugar. Es de capital importancia el tener y hacer de la oración un hábito.
Ese hábito dará como resultado nuestra salvación y posiblemente la salvación de muchos otros. Podemos orar en cualquier lugar, momento y en cualquier circunstancia; sin embargo, existen algunas horas importantes en las que deberíamos de orar.
La oración de la mañana recién nos levantamos, dar las gracias antes de las comidas, antes de salir a un viaje, el Rosario en familia en la noche antes de la cena y las oraciones nocturnas estos son tiempos tradicionales para hacer oración.
4. La Misa y la Sagrada Comunión.
Es por mucho la mayor de las oraciones en el mundo el Santo Sacrificio de la Misa.
La misa de domingo es obligatoria, bajo pena de pecado mortal. Sin embargo, si realmente estamos enamorados de Dios, deberíamos de apuntar no el mínimo, sino en lugar de eso al máximo.
La más grande acción y gesto bajo el cielo que nos llevará a la vida eterna en el paraíso, es asistir a la Santa Misa y recibir la Sagrada Comunión fervientemente, humildemente y con gran confianza.
Los ángeles en el cielo experimentan una sagrada envidia hacia nosotros porque aún el más grande de los ángeles no puede recibir a Jesús en la Sagrada Comunión. ¡Que privilegiados somos!
5. Nuestra Señora del Rosario.
Nuestra Señora de Fátima apareció en 1917, de mayo a octubre. En cada una de las apariciones ella insistió en el rezo del Rosario.
El Santo Papa Juan Pablo II en una de sus obras literarias más importantes, "La Santa Virgen María y el Rosario", también insiste en que recemos el Rosario por dos intenciones específicas: por la paz mundial y por el bien de la familia.
El sacerdote del Rosario, padre Patrick Peyton, acuñó estos proverbios inmortales: "la familia qué ora unida a permanece unida", y "un mundo en oración es un mundo en paz". La familia debería encontrar tiempo y lugar para rezar el Rosario todos los días, el padre, que es el líder espiritual de la familia debe iniciar esta práctica, unir a la familia, y perseverar en oración por la salvación de su familia entera.
Si logramos implementar estas cinco prácticas concretas en nuestra vida personal de oración, entonces recogeremos frutos en abundancia en el futuro. Que nuestra Santa Madre de Gracia nos inspire a tomar y a incrementar diariamente nuestra vida de oración.
