Escribir un diario espiritual es una forma de orar que te deja evidencias del plan de Dios en tu vida y te llena de esperanzas
Mi primer profesor de literatura era un hombre robusto, a quien no le gustaba la religión, y usaba chaquetas de cuero para dar clases, era calvo con una barba blanca y su firma personal era la honestidad. Él no creía en la vida color rosa, pensaba que la honestidad era la única cosa que hacia buena la escritura, incluso si la verdad dolía. A pesar de sus caprichos excéntricos, su manera de enseñar cambió no solo mi forma de escribir, sino mi vida.
Un día mi profesor sacó un pequeño libro de su bolso, tenía una cubierta negra y las páginas lucían amarillas y desgastadas, “¿Hay alguien aquí que use un diario?”, preguntó. Sin esperar mucho por una respuesta de la clase murmuró, “Hmm… eso está muy mal.”
Continuó explicando que su diario era su santuario, el lugar donde se encontraba a salvo y en calma. Él escribía todas las experiencias que lo inspiraban, todos sus pensamientos, y más importante aún, sus luchas. Era el lugar donde procesaba todas las alegrías y las esperanzas, las aflicciones y ansiedades de la vida.
“No se dejen engañar.” Nos advirtió, “este no es un diario, es un arma secreta, una herramienta para su éxito… para su felicidad.”
Inmediatamente después de la clase fui a la librería y compré mi primer diario. Diez años y cinco diarios después, tengo mi propio diario desgastado en mi bolso. ¿Así qué cual es la gran emoción de escribir en un diario?, ¿De qué forma eso puede ayudarte?
Aquí te daré cinco razones por las cuales deberías tener tu propio diario a partir de ahora:
1. - Mantiene tu mente sana.
Una cosa es querer rezar más, otra muy diferente es hacerlo de verdad, e incluso cuando lo haces, existen una innumerable cantidad de obstáculos y distracciones. A menudo camino hacia la capilla y me siento ahí con mi cerebro revuelto. A veces hay diez mil cosas sucediéndome en el mismo momento, y es fácil abrumarse con éstas durante el tiempo reservado a orar, pero cuando escribo mis oraciones las cosas son diferentes.
Escribir mis pensamientos y plegarias me obliga a enfocarme en una cosa a la vez, mi cerebro automáticamente intenta procesar un billón de cosas a la vez, pero escribiendo mis pensamientos lentamente en el papel logro tener mi alma en calma.
2.- Encuentras paz y claridad.
Escribir en un diario quizá sea raro, e incluso doloroso, al principio, pero el fruto de ese esfuerzo es la paz y la claridad. Escribir mis pensamientos me ayuda a ir un poco más lento, lo suficiente como para recordar que Dios está conmigo a través de todo. Por otra parte, me recuerda que el plan de Dios es mucho más grande que el que yo he dibujado en mi cabeza.
A veces escribir en un diario puede parecer una carga, pero cada vez que comienzo mis oraciones de esta forma, me siento mucho más en paz, con un mayor sentido de claridad y dirección.
3.- Crean evidencia del plan de Dios en tu vida.
He estado escribiendo diarios por casi diez años, y siempre me encuentro leyendo cualquiera de mis historias del pasado al azar. Lo abro, giro una página aleatoria, miro la fecha y es como si leyera mi propia biografía. Hubo un tiempo en el cual pasaba casi dos horas leyendo todo el diario, porque estaba asombrado de las maneras como Dios había trabajado conmigo a través de mis dudas, mi dolor y mis miedos. Algunas páginas incluso tenían las huellas de lágrimas, que habían caído sobre la tinta.
Mis diarios son la evidencia de que he atravesado algunos tiempos difíciles en vida, pero más aún son una prueba de que Dios tiene un plan para nosotros, y de que nuestros sufrimientos son temporales. Mis plegarias y mis cartas a Dios son todas evidencias de que las cosas mejoran. De hecho, se ponen más que mejores.
Documenta tus oraciones actuales y problemas, y asómbrate de las maneras que tiene Dios de trabajar en tu vida conforme pasan los años. Escríbelo, así podrás ser la prueba viviente de que te has caído y levantado con Cristo.
4.- Permite a Dios convertirse en un verdadero amigo
¿Alguna vez has notado lo difícil que es hablar con un extraño?, incluso cuando tienes buenas intenciones y realmente quieres comenzar una conversación, la mayor parte del tiempo hay una incomodidad natural que viene con el momento.
Tanto antes como ahora, he experimentado esa sensación al momento de orar, cuando rezo, lo hago siempre con la rutina cortés – la señal de la cruz, gracias por…, protege a estas personas…, etc. – pero luego encuentro difícil decir algo con significado. Existen algunos momentos cuando paso tanto tiempo sin rezar, que Dios se convierte en un completo extraño para mí.
Con los años he descubierto, que mantener un diario consistente, crea una historia de nuestra relación con Dios. Piensa en esto: las mejores conversaciones que tengo son con mis mejores amigos, y es porque tenemos un historial de cosas sobre las cuales podemos hablar. Cuando los veo puedo preguntarles sobre como estuvo su semana, que tal esa entrevista de trabajo, o como estuvieron sus vacaciones. Hay una cierta facilidad para la amistad, gracias a las incontables memorias que compartimos, mis mejores amistades requieren que continuamente nos interesemos por el otro.
Durante los tiempos difíciles jamás les he pedido a mis amigos que arreglen mis problemas, simplemente aprecio que estén conmigo porque su presencia puede aliviar el dolor. Lo mismo sucede con Dios, la escritura de un diario espiritual es una herramienta que crea el historial de una relación. Nos lleva más profundamente a una amistad con un Dios infinito, que esta sediento por nuestra atención.
Casi todas las entradas de mi diario comienzan con “Querido Señor”, y concluyen con “hasta la próxima vez…”, tu por supuesto debes encontrar tu propia manera de hablar con Dios, pero estas entradas nos dan la oportunidad de continuar la conversación con facilidad, en lugar de perder el tiempo con un montón de palabras como lo hacemos a menudo.
El nivel de intimidad de tus escritos diarios depende de ti, pero te aliento a que escribas como si estuvieras en una misión para enamorarte.
5.- Escribe para tus nietos
Tengo una memoria muy particular del funeral de mi abuelo, estábamos rodeados de seres queridos, carteleras de fotos, diapositivas, e incluso poesías sobre la generosa vida que había tenido. Pero incluso con todas esas historias hubiese deseado escucharlas de primera mano, hubiese deseado conocer al joven discípulo que fue.
Suena tonto pero una de las razones por las cuales escribo los diarios es para mis futuros nietos, quiero que sepan que así como ellos, yo fui una persona real, con problemas, desafíos y algunas veces con situaciones desesperanzadoras. Pero que a través de todo eso, Cristo transformó mi vida en algo que valía la pena vivir.
Los diarios espirituales dejan un rastro de nuestros desafíos hacia la santidad, si buscamos a Dios, nuestras vidas pueden abrir un camino hacia Él y nuestras plegarias escritas pueden ser una manera de compartir el viaje.
En conclusión: Escribir un diario no es un truco mágico para resolver tus problemas de vida, es una nueva forma de orar.
Cuando tenía 19, al inicio de mi viaje espiritual, no tenía ningún lugar al que ir el día de San Valentín. En mi soledad llegué a una capilla de adoración, sabía de una iglesia que tenía una capilla de adoración perpetua y calme mi alma al entender que podía pasar el día de San Valentín sintiéndome querido, aceptado y profundamente amado. Ese día pase alrededor de dos horas escribiendo, rezando, escuchando música, hablando… pasando el rato.
Mirando en retrospectiva en mi entrada, no recibí una solución rápida, aún estaba soltero al salir de la capilla, el drama no desapareció pero me fui con la esperanza de que Dios tuviera un plan mucho más grande para mí.
Escribir un diario no es un truco mágico, es un estilo de oración que nos lleva a un estado más cercano e íntimo en nuestra amistad con lo divino. Es una herramienta poderosa, que nos permite rendirnos ante su misterioso plan, en lugar de rezar frenéticamente por una solución rápida a nuestra interminable letanía de luchas.
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Traducción al español y adaptación de PildorasdeFe.net del artículo publicado originalmente en LifeTeen.com. Autor: Jurell Sison