El Espíritu Santo lo penetra todo, hasta las profundidades de nuestro corazón. Conoce cómo podemos crecer en la oración con los dones del Espíritu Santo
Creciendo en la oración con los Dones del Espíritu Santo.
A todos y cada uno de los creyentes se les ha dado, por la gracia de Dios, los Dones del Espíritu Santo (Hechos 2:38). En Hechos capítulo 8 y en 1 Corintios capítulos 12-14 vemos los dones externos del Espíritu Santo. Estos no son dones que hayan sido desarrollados por capacidades humanas, por lo tanto, el creyente no tiene absolutamente ningún derecho a presumir de estos dones cuando los posee.
Dones del espíritu santo: regalo de Dios.
Ningún creyente puede decir que no tiene el don del Espíritu de Dios. Dios ha dado a todos los creyentes dones; algunos tienen varios, pero todos tienen estos dones. Estos dones del Espíritu no son dados al creyente sino al Cuerpo de Cristo. Es para completar el Cuerpo.
Los dones del Espíritu Santo son para que la iglesia lo edifique, lo fortalezca, lo alimente, lo exhorte, lo anime y para que el Cuerpo de Cristo tenga el poder de hacer la obra de Cristo. Estos dones son siempre para exaltar a Cristo, para dar testimonio del poder de Dios, para edificar el Cuerpo y para trabajar para ampliar el Cuerpo de Cristo compartiendo el evangelio de Jesucristo con los perdidos.
El profeta Isaías (11,2-3) habla de siete espíritus o regalos diferentes: "Y el Espíritu del Señor descansará sobre él, el Espíritu de sabiduría y entendimiento, el Espíritu de consejo y poder, el Espíritu del conocimiento y el temor del Señor. Se deleitará en obedecer al Señor. No juzgará por las apariencias ni tomará una decisión basada en rumores (llamado discernimiento)".
Crecer en la oración con los dones del Espíritu Santo.
En un reflexión realizada por el Padre Donal Clancy, L.C, de la-oracion.com, se realiza un resumen de unos ocho artículos anteriores tocando los puntos más importantes que tratamos anteriormente. Esperamos sea de gran utilidad para todos.
"El Espíritu lo penetra todo, hasta las profundidades de Dios. Nadie conoce lo que hay en Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido el Espíritu que viene de Dios" (Cf. 1 Co 2, 10-12 passim)
Estas frases de San Pablo señalan un camino para quienes anhelan crecer en la oración: permitir que el Espíritu de Dios que hemos recibido sea quien moldee los actos de nuestra oración, para que en ella hablemos con "palabras aprendidas del Espíritu, expresando las cosas espirituales con palabras espirituales" (1 Co 2, 13)
El Espíritu Santo mismo es el gran don que nos eleva para orar como conviene, y con cada uno de sus dones purifica y hace progresar nuestra oración.
1. El Don de Temor y de Piedad.
Disponen nuestro corazón para orar y nos introducen en la presencia de Dios.
- El Don del Temor reverencial nos da una experiencia inmediata de la santidad y grandeza de Dios y nos inclina espontáneamente a actitudes de adoración, alabanza y reverencia. Hace auténtica nuestra oración, pues asegura que nos reconozcamos en la presencia del Dios tres veces santo.
- El Don de la Piedad colabora al hacernos descubrir en este Dios de tremenda majestad a un Padre que nos ama, un Padre que quiere que estemos en su presencia con corazón filial y confiado, el más padre de los padres, pues "nadie es padre como lo es Dios" (Catecismo de la Iglesia Católica, 239)
2. El Don de Consejo y Fortaleza.
- El Don de Consejo nos permite intuir con certeza, sin necesidad de un discernimiento laborioso, cuáles luces, inspiraciones y deseos vienen del Espíritu Santo.
- Mientras que el Don de Fortaleza, además de permitirnos "perseverar en la oración" en medio del desierto y cansancio, nos abre a acoger con generosidad y magnanimidad las mociones del Espíritu.
3. Dones de Ciencia, Entendimiento y Sabiduría
Estos Dones nos guían hacia la oración contemplativa.
- Con el Don de la Ciencia todo lo creado trasluce a Dios: vemos el origen divino y el reflejo de sus atributos en las cosas, las personas, los eventos.
- Con el Don del Entendimiento, penetramos con fe serena y amor en los misterios revelados. Se nos hacen familiares, bellos, y se goza de la maravillosa armonía que reina entre ellos.
- Finalmente, con el Don supremo de la Sabiduría, el Espíritu de Dios, el único "que conoce lo que hay en Dios" (1 Co 2, 11), nos introduce en la intimidad divina. Ya que Dios es amor, vemos con los ojos de Dios a los misterios divinos y a todo lo creado desde el amor divino. Mientras tanto, nuestra oración, participando en la vida de las tres personas divinas, se hace puro amar a Dios.
Los 7 Dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Antes de hacer oración, siempre pide a Dios que derrame sobre ti los el Don del Espíritu Santo que más le conviene para tu alma. Recuerda, el Espíritu mismo es el Don de Dios por excelencia (cf. Jn 4, 10), es un regalo de Dios, pídelo a diario.
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