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Categoría: Caminando en la fe

A través del don de su mismo Cuerpo y Sangre, nosotros experimentamos a Cristo en forma mucho más íntima cada vez que nos acercamos al altar

San Justino es conocido como uno de los primeros apologistas de nuestra fe, es decir, defendía la fe cristiana con argumentos bíblicos y tradiciones.

Durante la época en que él vivió (105-165 DC) hubo un aumento en la herejía y el paganismo, de modo que los cristianos se vieron obligados a encontrar expresiones más claras de la fe.

Una de las cosas que hace muy importante a San Justino en los primeros siglos, fue su defensa de la fe a través de sus grandes escritos, uno de ellos estaba relacionado con la adoración cristiana, la Sagrada Comunión (la Eucaristía), por lo que les indicaremos algunas lecciones sobre la Eucaristía a través de la vida de este gran Santo y Padre de la Iglesia.

Debemos darnos cuenta de lo que el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo hacen por nosotros

1. El participar de la Eucaristía es la promesa de la vida eterna

Nuestro Señor Jesucristo dijo:

"Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día»" (Juan 6: 53-54)

Esta es una promesa (una alianza). Cada vez que participamos de la Eucaristía, recordamos la promesa de Jesús y renovamos esa alianza. Así como los judíos celebran la Pascua como un recordatorio de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel, cada vez que nosotros participamos de la Eucaristía, recordamos la promesa de Jesús sobre la vida eterna.

2. El participar de la Eucaristía nos une con Nuestro Señor Jesucristo de una manera más íntima

¿Has oído el dicho que los padres dicen a sus hijos: "¡Yo te amo tanto, que yo podría devorarte!"?

Muchas personas dicen que desearían haber vivido con Cristo como lo hicieron los discípulos, o haberse sentarse en el Cenáculo con Él cuando instituyó la Eucaristía. Pero lo que necesitamos entender es que los discípulos sólo podían llegar tan cerca de Cristo como Él permitiera que lo tocaran, abrazaran o besaran

Entonces, ¿vemos lo bendecidos que somos nosotros? A través del don de su mismo Cuerpo y Sangre, nosotros experimentamos a Cristo en forma mucho más íntima cada vez que nos acercamos al altar. Nosotros lo llevamos dentro de nosotros. Nosotros permanecemos en Él y Él habita en nosotros! ¿Qué podría ser más íntimo que eso? Nosotros lo trasladamos dentro de nuestro mundo en nosotros mismos.

Esto es importante, porque en Él tenemos la fuerza, tenemos el poder, y tenemos vida.

3. Participar de la Eucaristía nos une unos a otros

Todos nos reunimos alrededor de un altar, un Cuerpo, y una Copa. Esto nos une a todos juntos como creyentes en la Iglesia. ¡Todos creemos juntos, todos oramos juntos, y todos los creyentes decimos "Amén" juntos!

Al participar de la Eucaristía, dejo de lado todos los rencores, y cargo detrás de mí, las debilidades de mis hermanos y hermanas, y todos llevamos nuestros pecados al altar del perdón, y todos vamos juntos llevando al Señor Jesucristo en nosotros

Concluyendo, debemos decir: "Amén" y verdaderamente confiar en que en la Sagrada Eucaristía, se encuentra presente el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo presente y vivo. Decir "Amén" porque estamos afirmando esta realidad, este misterio de amor y San Justino mismo lo afirma:

"Cuando hayan terminado las oraciones y la acción de gracias, la congregación entera y presente, asiente diciendo: "Amén".

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PildorasdeFe.net | Primera Apología de Justino, (Capítulo 65, 66 y 67)

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