Si queremos defender la dignidad de los vivos, también estamos llamados a defender la dignidad y memoria de quienes han muerto
Hace aproximadamente un mes hubo un trágico accidente en frente de mi casa, dando como resultado la muerte de la conductora. Después de un par de días había unas macetas colocadas en la acera en donde había ocurrido el accidente. Desafortunadamente, las flores se marchitaron en el memorial improvisado. A mi mamá y a mí nos molestó bastante ese descuido. Pasábamos cerca de las macetas oxidadas y las flores marchitas, preguntándonos si la familia de la mujer que perdió la vida recordaba aquel memorial.
Finalmente, una noche fuimos, sacamos las flores muertas y las reemplazamos con flores artificiales, atándolas al poste con cinta. Para la fecha de este artículo, aún la municipalidad no ha ordenado el retiro de las macetas o flores artificiales que pusimos en su memoria. Esta experiencia me hizo pensar sobre la Obra de Misericordia Corporal conocida como Enterrar a los Muertos.
La Obra de Misericordia Corporal: Enterrar a los Muertos.
Ahora bien, el título de la obra de misericordia corporal se explica por sí misma: no dejar a las personas muertas en las calles para que se pudran. Debemos ser como la Madre Teresa y darles un entierro apropiado. Sin embargo, como con todas las cosas en el catolicismo, enterrar a los muertos implica más que solo el hecho de enterrar a gente. Lo que muchos no se dan cuenta es que el concepto de enterrar a los muertos puede ser un acto pro-vida.
Quizás, basado en el título, probablemente se esté preguntando, "¿Cómo puede ser enterrar a los muertos un acto pro-vida?" Sí, eso suena contradictorio. Déjeme explicarme. Como cristianos estamos llamados a ser personas pro-vida y un gran aspecto de ser pro-vida, es reconocer la dignidad de cada persona, nacida y por nacer. Dios nos creó a cada uno de nosotros y colocó dentro de cada persona una dignidad intrínseca que no puede ser ganada o quitada. Esta dignidad no es sólo para aquellos que caminan entre nosotros, sino también para aquellos que han fallecido. Si queremos defender la dignidad de los vivos, también estamos llamados a defender la dignidad de quienes han muerto.
5 maneras prácticas de obrar en misericordia enterrando a los muertos
1. Mantener limpias las sepulturas.
Como se mencionó anteriormente, las sepulturas cuentan con servicios de basura como en los vecindarios. Ahora, con toda justificación, no todos tienen el tiempo o recursos para vigilar los monumentos conmemorativos improvisados, pero si hay uno en su área, considere eliminar las flores marchitas y escombros, colocar nuevas ofrendas, o tal vez incluso colocar una oración escrita en uno de los botes existentes.
2. Ofrecer sus oraciones favoritas por el descanso de las almas.
Mi método favorito de orar es decir un Padre Nuestro y diez Ave María. Algunas personas prefieren rezar el Rosario, otros prefieren el Alma de Cristo, etcétera. Cualquiera que sea, estructurada o espontánea, no hay oración que no sea escuchada por Nuestro Padre que está en el cielo.
3. Respetar los deseos de la familia.
La familia de la persona fallecida puede apreciar la comida llevada hasta su puerta, una visita de un amigo o una llamada telefónica de un Ministerio de Duelo. Sin embargo, podría también (comprensiblemente) querer estar solos por un tiempo. A veces lo mejor que podemos hacer por alguien que está sufriendo es aceptar amablemente que no desean nuestra ayuda. A menudo, personas bien intencionadas provocan dolor sin querer. Puede ser suficiente dejarles saber que usted está a disposición.
4. Estar en silencio.
Cuando murió repentinamente un colega de trabajo de mi madre, se corrió la voz inmediatamente de que había sido un suicidio. Debido a la falta de información disponible, la gente pensó lo peor. Si hay poca o ninguna información en cuanto a lo que sucedió con una persona fallecida, el silencio puede ser el mejor acto de caridad que se puede ofrecer. Ser respetuosos y resistir el chisme disfrazado de preocupación.
5. Orar por las víctimas del aborto, sus madres y sus padres.
Hablando de ser pro-vida, sabemos que el aborto mata a un bebé inocente, a pesar de que nuestra sociedad lo niega vigorosamente o simplemente ignora este hecho. Aunque el movimiento pro-vida ha logrado salvar muchas vidas gracias a centros de embarazo y consejeros en las calles, todavía queda mucho trabajo por hacer. No todos estamos llamados a ser activistas, pero todos estamos llamados a ser defensores.
Esto puede lograrse de varias maneras. Podemos apoyar a las organizaciones pro-vida donando dinero o tiempo, podemos hablar en contra del aborto cuando se presente la oportunidad y, sobre todo, podemos orar. Nuestras oraciones pueden ser enfocadas, ante todo, en aquellos que podrían estar contemplando el aborto. Siempre debemos elevar nuestras oraciones por aquellas almas inocentes cuyas vidas fueron cortadas sin culpa propia. Por último, debemos tener compasión y orar pidiendo misericordia por los hombres y las mujeres que cayeron presa de las mentiras de la industria del aborto y ahora deben vivir con las consecuencias de su desafortunada elección.
Cada cristiano está llamado a realizar actos de misericordia, no como un espectáculo de piedad, sino como un llamado de nuestro Dios Misericordioso. Se me ocurrió más tarde esa noche que muchos vehículos pasaron cuando limpiamos el memorial. Aunque no realizamos este acto de misericordia para que otras personas nos vieran, consideré que habíamos sido testimonio en ese momento. Mi esperanza fue que alguien recordó que una tragedia había ocurrido allí, que había muerto una mujer que fue amada, y que su vida importaba. Tal vez incluso hicieron una oración.
¡Santa Madre Teresa de Calcuta, ruega por nosotros!