A veces es mejor expresar tu frustración a una tercera persona, alguien neutral y así conseguir ayuda para manejar las malas emociones
Ser una persona célibe es tratar de estar en una relación, no de evitarlas. Me esfuerzo para definir mi celibato en términos entendibles a aquellos que lo requieran. Es común para monjes, monjas, sacerdotes, o laicos religiosos ser cuestionados sobre que ellos tienen algo en contra del matrimonio. La respuesta es, por supuesto, que nosotros amamos y veneramos el matrimonio, simplemente Dios nos ha llamado a expresar nuestro amor de una manera diferente. Si este es el caso, entonces, ¿qué podríamos saber sobre una relación romántica?
Para demostrar lo que los célibes si pueden ayudar en el romance, les planteo una pregunta: "¿Cómo usted se hace atractivo románticamente?", Las respuestas que recibimos de la cultura pop son interesantes y usualmente están enfocadas en la presentación: tienes que proyectar confianza, cambiar tu apariencia, exhibir cualidades que impresionen a los demás. Estas respuestas parecen algo inofensivas, en pequeñas dosis, enfocadas de forma positiva, esto, quizá hagan a tu verdadero "yo" un poco más perceptible; enfocadas de manera negativa, quizá se conviertan en intentos de esconder a tu verdadero "yo".
En los distintos ámbitos sociales, existe una tendencia a asumir como cierto el hecho de que si la gente logra ver nuestras fallas entonces no serán capaces de amarnos.
Ser amados por quienes somos
La base de una vida espiritual es también la base de una vida sentimental exitosa: Debemos fomentar la aceptación profunda y duradera de que somos amados. No amados por los objetivos que hemos alcanzado, sino por quien somos. Amados sin condiciones: Al menos por Dios y muy posiblemente también por otras personas que forman parte de nuestras vidas.
Muchos de nosotros sabemos, con nuestra mente, que Dios nos ama, pero es una experiencia muy diferente el sentir que Dios nos ama con nuestro corazón. Cuando seas capaz de sentir ese amor, tu respiración se hará más lenta, tus miedos se desvanecerán, la gratitud y la alegría se levantarán y tendrás esperanzas para todos sus esfuerzos.
Si desarrollas la vida de oración y añades el hecho de que eres amado, estarás menos asustado de ser tú mismo, te sentirás más cómodo mostrando como eres realmente y esto te hace igualmente atractivo. Además, le darás a las personas a tu alrededor, la libertad para ser ellos mismos sin restricciones. Este es un ambiente de confort, en el cual, las relaciones de cualquier tipo, incluyendo las románticas, florecerán.
Puedes formar parte de la emocionante experiencia de conocer a alguien, puedes descubrir el regalo de la chispa divina de la conexión que significa que Dios te llama a acercarte a alguien.
¿Por qué contar con la ayuda de un célibe?
Una vez que estés en una relación sentimental con alguien, aquellos célibes que viven en tu comunidad podrían tener algunos consejos útiles para ti. Hay personalidades en la relación que son muy diferentes y pueden surgir roces sin siquiera ser conscientes de ello. Algunos individuos son pulcros y organizados, otras son desordenados y espontáneos, algunas personas disfrutan sentándose junto al mar a observar las nubes, mientras que otras estarían aburridas.
Debemos recordar que el amor abrirá a las parejas a la tristeza, frustración, inseguridad y todas esas partes grises de la vida que traen consigo el riesgo de compartir nuestra existencia con otros. Una manera de vivir las relaciones es comunicando estos sentimientos sin tratar de dañar al otro, pero ¿conoces alguna manera de manifestar el dolor que sientes a las personas que amas sin que eso se convierta en un conflicto? Piensa, en que quizás sea mejor expresar tu frustración a una tercera persona, alguien neutral y así conseguir ayuda para manejar esas emociones antes de compartirlas con tu pareja.
Vivir en una relación o en una comunidad religiosa requiere cierto heroísmo. Una pequeña parte de nosotros buscará la respuesta fácil enumerando las veces que somos heridos, pero eso es una trampa. Cualquier relación mutua supondrá muchas veces, que cuando somos heridos o herimos al otro, sentiremos diferentes grados de culpabilidad. Es importante no permitir que nos maltraten pero también debemos aceptar nuestros errores; sin embargo crear culpa en nosotros mismos o en el otro no es el objetivo. La meta es la reconciliación, amar al otro a pesar de sus fallas y buscar ser amados de la misma manera. La gracia de Dios es un deseo de amor que supera el miedo de ser herido.
Aún me encuentro desarrollando mi vida de celibato: aún estoy aprendiendo a vivir las relaciones de una forma amorosa. Sospecho que este es un viaje de evolución, que cada quien experimenta a su propia manera. La clave está en reflexionar, ¿cuándo durante mi vida las relaciones funcionaron mejor?, ¿qué hábitos y actitudes ayudaron a que fuese así?, ¿de cuáles errores he aprendido más?, ¿en qué clase de persona quiere Dios que me convierta a través de estas lecciones?
Al final, el mejor consejo que nos puede dar un célibe es que nos convirtamos hacia Dios. El amor en sí mismo es un regalo de Dios. Reza y medita sobre la manera en que Dios te ama, esa será la guía que necesitas para saber cómo amar a otros
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Traducción al español, modificaciones y adaptación de PildorasdeFe.net del artículo publicado originalmente en The Jesuit Post, Autor: Eric Hanna, SJ