La Iglesia enseña que en la Eucaristía la hostia y el vino del altar realmente se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo
La Iglesia Católica enseña que en la Eucaristía, la hostia y el vino del altar son transformados y realmente se convierten en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. ¿Alguna vez has conocido a alguien que encuentre esta doctrina católica difícil de aceptar?
Si es cierto, no deberías de sorprenderte. Cuando Jesús habló de comer su Cuerpo y beber su Sangre en el Evangelio de San Juan 6, sus palabras se encontraron con una poco entusiasta bienvenida.
"¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?" (v52), "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?" (v60).
De hecho, muchos de sus discípulos lo abandonaron por esto, a tal punto que Jesús preguntó a los doce si también planeaban abandonarlo. Es interesante que Jesús no corrió detrás de sus discípulos diciéndoles: "No te vayas, yo solamente estaba hablando metafóricamente".
Los primeros cristianos fueron acusados de canibalismo
¿Cómo la Iglesia antigua interpretó estas retadoras palabras de Cristo? Dato interesante.
Un cargo presentado por los romanos paganos en contra de los cristianos fue el de canibalismo. ¿Por qué? Es fácil de adivinar. Ellos escucharon que esta secta regularmente comía y bebía sangre humana. ¿Acaso los primeros cristianos se defendieron y dijeron:
"¡Espere un minuto, esto es solo un símbolo!"
La respuesta es: ¡De ninguna manera! Cuando San Justino trató de explicarle la Eucaristía al emperador romano alrededor del 155 A.D., no se anduvo con rodeos:
"Porque no tomamos estos alimentos como si fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que así como Cristo, nuestro Salvador, se hizo carne y sangre a causa de nuestra salvación, de la misma manera hemos aprendido que el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias, que contiene las palabras de Jesús [ ] es precisamente la Carne y la Sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó".
¿Cuándo se empezó a cuestionar la presencia real de Cristo en la Eucaristía?
No muchos cristianos cuestionaron la presencia real de la Sangre y Cuerpo de Cristo en la Eucaristía hasta la edad media.
Varios teólogos se fueron por el mal camino y necesitaron ser corregidos por la autoridad de la Iglesia cuando intentaron explicar cómo el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
Después, Santo Tomás de Aquino ofreció una explicación que se convirtió en un clásico. El enseñó que en todos los cambios que observamos en esta vida, las apariencias cambian pero en el fondo la esencia se mantiene igual.
Ejemplo de esto: Si en el ajuste de la crisis de la mediana edad, cambio mi camioneta por un Ferrari, abandono a mi esposa y cinco hijos para ser un vagabundo en la playa, broncearme, teñirme el cabello de rubio y picotearlo, ponerme musculoso en un gimnasio e ir al cirujano plástico, podré lucir diferente en la superficie. A pesar de todos mis problemas, muy en el fondo, seré el mismo viejo nacido después de la segunda guerra mundial.
Santo Tomás dijo:
"La Eucaristía es el único ejemplo de cambio que encontramos en este mundo que resulta exactamente lo opuesto. Las apariencias del pan y del vino permanecen igual, pero la esencia o substancia de estas realidades, que pueden ser detectadas por un microscopio, son totalmente transformadas. Lo que fue en un momento el pan y el vino son después el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Una palabra útil fue acuñada para describir este cambio único: Transubstanciación, que no es más que la transformación de la sustancia que permanece debajo de la superficie".
¿Qué hace que ocurra el cambio de pan y vino al Cuerpo y Sangre de Cristo?
El poder de la Palabra y el Espíritu de Dios. Después de orar por la llegada del Espíritu (epíclesis), el sacerdote, que se encuentra en el lugar de Cristo, repite las palabras del Dios hombre.
"Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre".
Es como en el primer Capítulo del Génesis: Y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas y la palabra de Dios resonaba. Dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz.
No es tan difícil de creer en la transubstanciación tanto como creemos en la creación.
Pero, ¿Por qué Jesús dispuso de la transformación del pan y del vino? Porque el planificó otro tipo de transformación. El pan y el vino son transformados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los cuales, a su vez, están destinados a transformarnos.
Alguna vez ha escuchado la frase: "Somos lo que comemos". El Señor desea que seamos transformados de un grupo heterogéneo de individuos imperfectos al Cuerpo de Cristo, alcanzando un nivel de plenitud.
Una relación más personal con Cristo
Nuestros hermanos evangélicos a menudo hablan de una relación íntima y personal con Jesús. Pero mi pregunta es: ¿Cómo se puede tener un encuentro más personal e íntimo que la Eucaristía?
Con la Eucaristía recibimos el Cuerpo del Señor en nuestros cuerpos físicos para que podamos asemejarnos a Él.
Tan maravilloso regalo merece su propia celebración. Y por esa razón, en la época de Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís, el Papa decidió instituir la Fiesta del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo)