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Categoría: Caminando en la fe

San Alfonso María de Ligorio escribió una serie de reglas y conductas éticas para los abogados que pueden ser aplicadas en el día de hoy

12 reglas de San Alfonso María de Ligorio para ser un buen abogado.

San Alfonso de Ligorio, a veces llamado San Alfonso María de Ligorio o San Alfonso de Ligorio, fue un obispo católico italiano, escritor espiritual, compositor, músico, artista, poeta, abogado de los pobres, filósofo escolástico y teólogo. Fundó la Congregación del Santísimo Redentor, conocida como los Redentoristas, en noviembre de 1732.

En el año 1762,  San Alfonso María de Ligorio fue nombrado obispo. En su vida como escritor fue el autor de nueve ediciones de su Teología Moral en vida, además de otras obras y cartas devocionales y ascéticas. Entre sus obras más conocidas se encuentran Las glorias de María y El camino de la cruz, esta última todavía se utiliza en las parroquias durante las devociones de Cuaresma.

San Alfonso María de Ligorio fue canonizado en 1839 por el Papa Gregorio XVI y proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX en 1871. Uno de los autores católicos más leídos, es el santo patrón de los abogados, confesores y teólogos.

12 reglas de San Alfonso María de Ligorio para los abogados.

San Alfonso Ligorio, vivió en tiempos donde la malicia y la mentira predominaban en el campo de las leyes y los abogados se dejaban arrastrar por la corrupción galopante.. Actuando en consecuencia con su espiritualidad y la ética moral con la que había sido formado, se propuso en escribir una serie de reglas y conductas éticas que pueden ser aplicadas también hoy en día.

  1. No es lícito jamás aceptar causas injustas, porque son perniciosas para la conciencia y el decoro.

  2. No se debe defender una causa con medios ilícitos.

  3. No se debe cargar al cliente con demasiados gastos, teniendo la obligación de restituir lo no necesario.

  4. Las causas de los clientes deben ser tratadas esa dedicación con la que se tratan las propias causas.

  5. Es necesario el estudio de los procesos para sacar de ellos los argumentos precisos para la defensa de la causa.

  6. Muchas veces, la dilación y la dejadez de los abogados perjudican a los clientes y los perjuicios deben ser reparados; de lo contrario, se peca contra la justicia.

  7. El abogado debe implorar a Dios su auxilio en la defensa, porque Dios es el primer protector de la justicia.

  8. No es digno de elogio un abogado que acepta muchas causas, superiores a sus talentos, a sus fuerzas y al tiempo que frecuentemente le faltará con el fin de prepararse para la defensa.

  9. La justicia y la honradez nunca deben separarse de un abogado; al contrario, deben siempre guardarse como se guardan las niñas de sus ojos.

  10. Un abogado que pierde una causa por negligencia suya, está obligado a reparar los daños.

  11. Al defender las causas es preciso ser verdadero, sincero, respetuoso y razonable.

  12. Finalmente, los requisitos de un abogado son: ciencia, diligencia, verdad, fidelidad, justicia. 

San Alfonso María de Ligorio se convirtió en un abogado de éxito. A veces trabajaba gratis para los pobres. Pensando en dejar la profesión, escribió a alguien: "Amigo mío, nuestra profesión está demasiado llena de dificultades y peligros; llevamos una vida infeliz y corremos el riesgo de morir una muerte infeliz". A los 27 años, después de haber perdido un caso importante, el primero que había perdido en ocho años de ejercicio de la abogacía, tomó la firme resolución de dejar la profesión de abogado. Además, escuchó una voz interior que decía: "Deja el mundo y entrégate a mí.

Oh querido San Alfonso María Ligorio, ruega por nosotros y por todos los abogados del mundo para que sigan tu ejemplo con dignidad y valores éticos.

Más de San Alfonso Ligorio.

Redacción y edición: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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